Capítulo 8 - Aprovechar la situación

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-¿Podrías soltarme? -pidió ella, enfadada.

-¿Para que me golpees de nuevo y te marches?

-Me haces daño -se quejó.

-¿Y tu puñetazo en el estómago? -replicó.

Malory suspiró y echó la cabeza hacia atrás, mostrando su cuello. Inconscientemente, Alfred bajó la vista.

-Lo siento, ¿vale? -se disculpó-. Estaba asustada.

Alfred volvió a centrarse.

-Eso no hará que te libere.

-No me gusta que estés encima.

-¿Y tú querías trabajar de prostituta? -se burló.

Malory le miró con odio, aunque para él no pasó desapercibido como sus ojos se desviaron a su pecho desnudo.

-Vas a quitarte.

Alfred sonrió. Le gustaba ver a esa chica tan decidida, pero le hacía preguntarse qué pasaba con ella. No se fiaba, no después de lo que acababa de pasar, así que tenía que asegurarse de que era capaz de retenerla. Con lentitud, agarró la sábana y se sentó sobre ella, manteniendo sus brazos entre sus pantorrillas y reteniendo sus rodillas. Hizo que se alzase un poco y fue pasando la sábana alrededor de ella, atándola con esa improvisada capa.

-Listo -sonrió, levantándose y observando su obra.

-¿Serías tan amable de ayudarme a levantarme? -preguntó con sarcasmo.

-Gánatelo.

Malory respiró hondo, reprimiendo un gruñido.

-Está bien -dijo mucho más calmada-. Necesito dinero y, ya que no me dejas prostituirme, quiero pelear.

-¿Y por eso has huido? -repuso-. ¿Qué estabas haciendo allí realmente?

-Quería tantear el terreno, ver cómo era eso antes de saber si podía pelear ahí -explicó-. No contaba con que me descubrieras y me he puesto nerviosa, nada más.

Alfred suspiró. La situación era graciosa, no iba a negarlo, pero seguía sin fiarse de ella, necesitaba más información.

-Nunca permitirán a una mujer luchar.

-Lo sé -asintió ella-, se piensan que no somos capaces, pero precisamente por eso podría ganar mucho dinero y si me ayudas te llevaras parte -lanzó, tentándole.

-Peleas bien, no te lo niego -le concedió-, pero en cuanto derrotes a algunos nadie querrá pelear contra ti.

-He visto como son las apuestas -continuó ella-, sé que apostar a favor de un novato implica ganar tres veces lo apostado, pero yo quiero que todo esté aún más en mi contra -Alfred aguardó, esperando a que ella continuase-. Si voy allí y pierdo, pero tú consigues hablar con el dueño para que me deje seguir luchando, la gente estará tan acostumbrada a verme perder que no tendrán emoción mis combates y todo el mundo apostará en mi contra. Cuando por fin gane, será cuando las apuestas a mi favor se paguen tan altas que ganemos más dinero del que puedas imaginar -sonrió, orgullosa de su plan.

-Eso es una estafa, ladrona.

Malory se tensó al oír cómo se dirigía a ella, pero prefirió ignorarlo.

-No es robar, es aprovechar la situación -ella trató de darle la vuelta-. Además, si me dejaras trabajar en tu burdel no tendría que recurrir a esto.

-Ya trabajas en mi burdel.

-Sabes a lo que me refiero.

-Aunque yo acceda -planteó Alfred, volviendo a centrarse en el tema-, Linton no permitirá que luches más de un combate.

El auténtico reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora