Capítulo 15 - Un buen negocio

6 3 0
                                    

Alfred estaba tenso, notaba los nervios de Malory al tener a Terrell en frente de nuevo, pero una parte de él confiaba en que la chica fuese lista de verdad y actuase como solo ella sabía. Terrell la había ganado porque la había pillado desprevenida, pero ahora ella conocía sus trucos, sabía cómo se movía y, lo más importante, ella necesitaba ganar. La situación era muy diferente, Malory iba a darlo todo por su premio y por su orgullo, y Alfred creía conocerla lo suficiente como para saber que iba a presenciar una gran pelea, porque lo de la muchacha contra Terrel ya era personal.

-Está perdida -susurró Caleb de fondo.

-¿Ahora te preocupas por ella? -se rió Alfred, tratando de ocultar su propia sensación.

-Ya veo que tú estás demasiado tranquilo.

-Mal puede -aseguró sin apartar los ojos de ella, observando como la muchacha se ponía en situación.

El árbitro dio un par de indicaciones y el combate empezó apresuradamente. Terrell directamente cargó contra ella, pero Mal ya no tenía nada que ocultar y esquivó con agilidad, luciéndose un poco. Su rival cargó de nuevo y ella se dedicó a esquivarle, cansándole, mostrando una sonrisa en todo momento.

-Es para matarla -murmuró Alfred, molesto por la chulería que ella estaba exhibiendo. El trato era que ella pudiera seguir luchando, que pudiera ganar mucho más, y no lo iba a conseguir si alardeaba de esa forma.

Mal pareció acordarse, o simplemente se cansó de esquivar, y empezó a atacar, directa a puñetazos. Terrell tampoco esquivaba mal, así que el combate empezó a adquirir vida, especialmente cuando él comenzó a contraatacar. Ahora la lucha era más fluida, haciendo que ambos contrincantes tuvieran que moverse con rapidez, evitando los golpes y atacando en el momento en que el otro dejaba un mínimo hueco. La situación era complicada para ambos, cualquiera parecía tener la oportunidad de ganar, pero Terrell se situó con ventaja, atrapando de nuevo la mano de Malory y preparándose para atacar su estómago como en su anterior pelea. Sin embargo, ella anticipó el movimiento y lo esquivó por poco, atrapando también la mano de Terrell. Ahora ambos se tenían sujetos, un momento de calma en el combate, interrumpido en el instante en el que Terrell dio un paso al frente y cargó con fuerza, asestando un cabezazo en la nariz de Mal, haciendo que comenzase a sangrar.

-Adiós dinero -masculló Caleb.

-¡No! -repuso Alfred.

La sangre caía del rostro de Mal, pero ella no se acobardó en ningún momento. Mantuvo el agarre y, de una forma completamente veloz, aprovechó el enganche para desestabilizarle. Una vez el equilibrio de Terrell estuvo vencido, Mal se dio la vuelta sobre sí misma mientras tiraba de ambas manos, buscando usar su propio cuerpo como punto de apoyo para tirarle, pero Terrell vio sus intenciones y soltó el agarre que él controlaba. Sin embargo, Malory utilizó eso a su favor, tirando ahora con más fuerza del único agarre que tenía. Las piernas de Terrell se alzaron del suelo y, con un último impulso, ella hizo que el cuerpo del hombre rodase sobre su espalda para aterrizar en el suelo. 

La multitud gritó, sorprendida de que la chica hubiese logrado ese movimiento, pero el júbilo duró poco. Antes de que ella pudiese retener a su contrincante en el suelo, este utilizó sus piernas para derribarla, obligándola a caer junto con él. Ahora los dos estaban en el suelo, complicando todo.

Mal rodó al sentir a Terrell ir directo a por ella y se puso de pie todo lo rápido que pudo. El hombre atacaba con furia de nuevo, mucho más enfadado al haber visto que ella podía tirarle, y Mal tenía que moverse más rápido. No obstante, sus movimientos le revelaron algo en lo que antes no se había fijado: Terrel no usaba las piernas para atacar. Es más, la mayoría de los hombres contra los que había luchado no usaban las piernas, con lo que era posible que él no supiera defenderse. Su fuerte eran los puñetazos, su padre la había enseñado a golpear así desde pequeña, pero él no había sido su único maestro y había aprendido muchas cosas. Quizás, ahora esa nueva técnica era lo que necesitaba.

El auténtico reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora