Los tres rápidos golpes del contrincante en su brazo indicaron que se había rendido y Mal le soltó. De nuevo, se había declarado vencedora de las apuestas. La chica intentaba no ganar siempre, pero, por más que la derrotasen, su precio había pasado a ser como el de todos los demás, ganando simplemente el doble con cada victoria. Era mucho dinero, sí, pero necesitaba llevar a su familia todo el dinero posible, necesitaba al menos igualar la suma que había llevado hacía unas semanas y no lo conseguiría trabajando solo en las apuestas.
-¿Nos vamos? -preguntó cuando consiguió escapar de la multitud que la felicitaba y llegar junto a Alfred.
El chico asintió, señalando la bolsa de dinero que ya había recogido, y se encaminaron al burdel. Ese día Caleb y Fred tenían trabajos que hacer, así que les tocaba a ellos poner el dinero a buen recaudo.
-Has peleado bien.
Mal estiró los brazos mientras caminaba a su lado.
-Es lo que toca.
-Siempre me impresiona verte, se te da muy bien.
-¿Estas haciéndome un cumplido? -la muchacha le miró con el ceño fruncido, incrédula.
-Sí.
Mal resopló.
-Luchar bien no va a hacer que gane más dinero, ya todo el mundo sabe de lo que soy capaz y no se van a arriesgar contra mí.
Alfred calló, consciente de lo que Mal estaba insinuando, pero no tenía ganas de lidiar de nuevo con eso. Ella tampoco se atrevió a seguir insistiendo, el rostro de Alfred estaba demasiado serio, sería estúpido por su parte enfrentarse a él en esas circunstancias.
Continuaron el resto del camino en silencio hasta que llegaron al burdel, donde, como cada noche, un montón de clientes se encontraban bebiendo y tratando de tantear que prostituta podrían llevarse esa noche a la cama. Mal se giró hacia Alfred, esperando que le diera rápido la bolsa de monedas y que él se marchase a su despacho o a saludar a los clientes, como había visto que solía hacer, pero en lugar de eso subió hacia las habitaciones. Extrañada, Mal le siguió, viendo como se paraba delante de su puerta.
-Ten -dijo ahí parado, ofreciéndole la bolsa.
-Gracias, pero no hacía falta que la subieras por mí, puedo sola.
Él negó.
-Eso lo sé.
Mal estudió su expresión.
-No lo has hecho por eso, lo sé, pero no siempre podrás protegerme de los clientes -repuso.
Alfred terminó de abrir la puerta y arrastró a Malory dentro de la habitación, cerrando tras él.
-No empieces, por favor, y no montes el espectáculo ahora.
-Alfred...
-No, mira, estoy cansado de esto -suspiró-. Sé que necesitas dinero y ahora que mucha gente sabe cómo peleas creo que vas a terminar siendo más útil en otros negocios. Te propongo que nos ayudes a vigilar cargamentos, sé que Caleb y tú no os lleváis bien, pero intentaré ponerte siempre que pueda con Fred o conmigo, ¿de acuerdo? -le ofreció.
Malory empezó a sonreir poco a poco, agradecida y también enternecida al recibir esa propuesta.
-Me gusta la idea, cada vez gestiono mejor todas las tareas del burdel y puedo sacar tiempo, pero sabes que necesito algo más.
-No.
-Sí, Alfred -repuso ella-. Sé que quieres protegerme, pero necesito el dinero más que cualquier otra cosa. Sé que podría conseguir mucho y, si aquí no quieres ofertar mis servicios, tendré que irme a otro sitio.
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El auténtico rey
حركة (أكشن)Con gran habilidad para los negocios, Alfred se ha convertido en uno de los hombres más influyentes de los callejones de Idonna, la capital del reino, llegando a pronunciarse su nombre entre las altas esferas. Criado en un burdel, Alfred está acostu...