Todos permanecieron a salvo en el interior del burdel. Ni siquiera los guardias entraron a llevarse a nadie así que, por otro día más, podían respirar. A pesar de eso, todos estaban alterados. La revuelta había sido muy grande, quizás una de las mayores que había visto en toda su vida, y, al igual que la última pelea, había pasado frente a su local. La vigilancia aumentaría esos días y el negocio se vería aún más afectado, lo cual era un completo desastre. Por suerte, Alfred había ahorrado mucho dinero durante esos años y lo mantenía a buen recaudo, con lo que estarían medianamente cubiertos hasta que pasase un poco todo. No obstante, debía racionarlo, no sabía lo que iba a durar todo eso y quería asegurarse de que todo el mundo recibiera su parte. Tendría que rebajarle de nuevo el sueldo a Malory, no contaba con esa pelea cuando le había dado el dinero esa mañana, pero esperaba que lo entendiese.
-Creo que sería buena idea adelantar la comida -sugirió Fred-. Están todos muy nerviosos y algo de normalidad puede venirles bien.
Alf lo pensó y asintió. La mañana había pasado rápido y ya era cerca de medio día.
-¿Está la comida hecha?
-Iré a ver.
Alf observó a todos los presentes. La mayoría habían tomado asiento en las mesas y hablaban en pequeños grupos, procurando no alzar mucho la voz. Algunos miraban a su alrededor, temerosos, y otros frotaban sus brazos, evitando temblar. Un poco de normalidad les sentaría bien.
Fred se asomó desde la cocina, asintiendo, y Alf se levantó para ayudarle. Poppy y Dana se dieron cuenta de lo que estaban haciendo y fueron junto a ellos, repartiendo la comida entre todos. Fue algo diferente, no era algo normal ver el comedor tan lleno y tan silencioso, pero parecía que la gente se estaba animando. La comida de Malory calmaba cualquier mal, aunque pensar en ella hizo que Alfred se preocupase. Se había marchado en mitad del jaleo y no había regresado. Quizás la hubiesen atrapado, o quizás simplemente había cumplido su amenaza de irse a trabajar a otro burdel, aunque eso no tenía ningún sentido después de la cantidad de dinero que le había entregado. También podía estar a salvo, aguardando a que todo se apaciguase, pero ya no había soldados en la calle. Comenzó a extrañarse, la chica estaba a salvo en el burdel y se había arriesgado a salir con todo lo que había sucedido, ¿por qué había hecho eso?
Era muy raro, pero tampoco podía preocuparse solo por ella, Caleb tampoco estaba.
Su amigo se había ido esa mañana a entrenar y era posible que allí también hubiera ocurrido algo. Incluso la situación podría haber sido peor, no sabía hasta cuando el capitán Wels iba a seguir interesado en guardar su secreto, especialmente con todo lo que estaba ocurriendo.
-Luego vamos al gimnasio -informó Alf y Fred asintió.
Era una buena forma manera de empezar a buscar. Se asegurarían de que Caleb estuviese bien y, con un poco de suerte, Malory también estaría allí.
Ambos se dieron prisa en terminar y se marcharon. La calle ya estaba tranquila, con lo que pudieron proseguir con su idea sin problemas. Era incluso más extraño de lo habitual, estaban demasiado vacías aunque fuera la hora de la comida. Parecía que la situación se había descontrolado bastante, ya no solo por la desolación de las calles, sino también por los restos de sangre que había sobre la arena.
-Santa mierda -masculló Fred.
En silencio caminaron hasta llegar al gimnasio. Como era de imaginar había más personas que se habían refugiado entre las paredes de Linton. El panorama era desolador, mucho más de lo que esperaban.
-¡Chicos! -Caleb abrazó a ambos al verles-. ¿Están todos bien?
-¿Sabéis qué ha pasado? -Linton también se acercó, curioso al enterarse de que habían llegado.
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El auténtico rey
ActionCon gran habilidad para los negocios, Alfred se ha convertido en uno de los hombres más influyentes de los callejones de Idonna, la capital del reino, llegando a pronunciarse su nombre entre las altas esferas. Criado en un burdel, Alfred está acostu...