Capítulo 25 - Entrenar siempre es bueno

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Alfred cogió la espada y suspiró. Llevaba ya varios días allí y le estaban obligando a entrenar como nunca. Ni siquiera había podido salir al exterior. Parecía que aún no se fiaban de él lo suficiente como para dejarle a su aire, siempre tenía a Helmer o a Gideon a su lado. Incluso Shaun, el chico de la barca, se encargaba de entretenerle. También había hablado con Brenda, aunque de ella no se fiaba, pero no había vuelto a cruzar palabra con Malory. Había visto a la chica de lejos y, aunque había tratado de acercarse, ella siempre huía. La joven solamente se presentaba cuando era seguro que no podrían hablar, como en esos instantes. Shaun intentaba hacerle luchar, moverse un poco más, prepararle para la guerra, y Malory solo miraba junto a su padre.

Esas batallas se habían convertido en el entretenimiento oficial de la cueva.

El supuesto rey era un mono de feria.

Tenía que reconocer que Shaun sabía moverse. El chico era diestro con la espada y manejaba la situación de una forma que le resultaba ventajosa, pero Alfred era mejor en eso. Su experiencia en los Callejones le había servido para analizar al contrincante de una forma rápida y segura, y desde el primer momento había calado a Shaun. El chico se confiaba mucho cuando veía que podía ganar a su rival y trataba de esforzarse todo lo posible en la primera parte del combate. Alfred había sacado eso con tan solo un par de movimientos y ya el primer día habría sido capaz de ganarle de no ser porque dos niños se colaron en mitad del campo de entrenamiento sin darse cuenta y tuvieron que detener el combate. Después de eso los dos habían dado por concluida la pelea y habían decidido continuarla otro día.

En la siguiente ocasión, Alfred le dejó ganar. Quería ver sus movimientos del todo y asegurarse de lo que había averiguado en ese primer combate, así que solamente dejó que hiciera lo que considerase oportuno, cediéndole el control.

Durante el resto de peleas, él continuó cediéndole esa ventaja a Shaun. La gente parecía no estar muy contenta con su habilidad de combate, el rey les estaba decepcionando al no ser el guerrero fantástico que esperaban. Sin embargo, eso ero justo lo que Alfred quería, hacerles creer que no había ningún peligro, que podían dejarle a su aire y al final lograría escaparse para comprobar que sus amigos estuvieran bien. Llevaba un tiempo pidiendo que fueran a por ellos, pero nadie le hacía caso, así que comenzaba a hartarse. Lo que en un principio comenzó siendo un juego para bajarle los humos a Shaun acabó siendo un plan elaborado. Le daba igual no saber dónde quedaba Idonna con respecto al refugio, estaba seguro de que, robando uno de los caballos, no tardaría en encontrar el rumbo.

O al menos así era hasta que Malory decidió aparecer.

La chica sabía cómo peleaba él, así que ante ella no podía fingir demasiado. Tenía que alargar el combate todo lo que pudiera, tratar de que pareciera que había cansado a Shaun lo suficiente como para poder actuar, pero tenía que hacerlo con movimientos seguros. No quería que Malory sospechase, pero tampoco quería que la gente le tomase por un buen guerrero.

Un chico llegó entonces y se colocó junto a Malory, hablando con ella en un susurro. Le había visto con la chica en un par de ocasiones y era capaz de reconocerle, pero nunca había intercambiado palabras con él. El muchacho tenía un rostro bastante simétrico, con una fina barba y el pelo cortado casi al ras de la cabeza. Su apariencia era seria, irradiaba seguridad, pero en el momento que comenzaba a hablar su sonrisa era divertida y con un ligero toque chulesco. Su piel era oscura, un elemento que lo diferenciaba de la mayoría de los habitantes de esa comunidad, haciendo prácticamente imposible que Alfred se hubiera confundido de persona.

Ese chico siempre estaba cuidando de Malory.

No sabía quién era, pero le parecía imbécil. Ahora que la chica estaba allí no se desprendía de ella, pero si de verdad se hubiera preocupado por Malory, ella nunca hubiera logrado llegar al burdel. Le molestaba su comportamiento, no tenía ningún sentido, pero en realidad los celos estaban hablando por él. Malory se habría marchado aunque le hubieran asignado un vigilante durante todo el día. Ella habría encontrado la forma y Alfred simplemente no quería verlo.

El auténtico reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora