8. Matando el tiempo

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El sacamantecas no se ciñó al plan. Eso de esperar encerrado en el hotel hasta el sábado no iba con él. Lo intentó, pero había un par de putas que le habían gustado la primera noche que pasó en su compañía y tenía planes para ellas. Aún así el miércoles se portó bien y pasó gran parte del día en la habitación, para volver al burdel por la noche. El jueves se acercó a media tarde y el viernes decidió que echaría allí el día. Tuvo que hacer un ejercicio de autocontrol como nunca para no apretar demás el cuello de una de aquellas muchachas. Hubiera sido complicado seguir adelante con la misión con una muerta a cuestas. No, ya habría tiempo para eso y mucho más. Qué cojones, si todo iba bien el tiempo sería lo de menos ¿no?, ¿acaso no era eso lo que al final quería el arquitecto, controlar el tiempo? Una pena, de todos modos no poder escuchar el chasquido de aquel cuello al quebrarse, pensó el sábado por la mañana antes de marcharse, para cuando la encontraran ya habría acabado todo así que ¿por qué no?

Tiempo de alzamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora