Epílogo

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Sentía algo excesivamente blando bajo su cuerpo y todo olía demasiado bien. No estaban en medio de la batalla, ni siquiera oía el ruido de las espadas. ¿Dónde demonios se encontraba? Recordaba la lucha, todo el campo ardiendo y la gente tratando desesperadamente de atacarles para poder salir de allí. Las catapultas rugían, lanzando esos barriles llenos de alcohol que no hacían más que azuzar el fuego. Valdus estaba allí, mirándole con burla entre las llamas, conduciéndole a aquella trampa de la que Helmer le salvó. Después lucharon contra todos los soldados, atacando cada vez que recargaban las flechas de las ballestas hasta que se quedaron sin ellas. Derrotaron a la mitad antes de que eso ocurriese y, una vez pasaron al acero, pelear fue más sencillo. Espalda a espalda combatieron, protegiéndose el uno al otro, hasta que solamente quedó Valdus. Quería huir, pero Helmer lanzó uno de sus cuchillos, acertándole en la espalda. El rey cayó, pero también lo hizo Helmer. Su compañero estaba agotado, él había soportado cortes y flechazos por los dos, pero con sus últimas fuerzas había sido capaz de acertar ese golpe. Al ver a Valdus caer, Alfred no se preocupó por él, solo por Helmer, pero al acercarse sintió algo atravesar su pecho.

Una flecha.

Valdus aún tenía fuerzas y había sacado su ballesta, disparando a Alfred. Agotado y dolorido, el chico había caído, sin siquiera poder llegar junto a Helmer. Después, todo se volvió oscuridad.

Abrió los ojos, nervioso y tocándose el pecho con las manos temblorosas y apresuradas. Una venda le envolvía y podía ver una pequeña mancha de sangre. Estaba sin camisa, tumbado en una lujosa cama y, cuando se dio cuenta de eso último, miró a su alrededor.

Todo era demasiado caro, algo digno de un rey.

Debía haber caído en la batalla y estaba muerto.

-¡Alfred! -gritó una voz. Por fin pudo centrarse en un punto fijo y se encontró con Gideon.

-¿Y Malory? -si Gideon también estaba muerto ella estaba sola.

-Eh, eh -la llamó, agarrándole las manos para que dejara de revolverse sobre la cama-. Está bien, la mayoría estamos bien. Hemos ganado la guerra -comenzó a resumirle-. Helmer y tú matasteis a Valdus, pero salisteis muy heridos. Has estado dormido un mes.

Alfred trató de entender todo lo que le había dicho. Se calmó, sentándose mejor en la cama y apoyando la espalda sobre el cabecero. Así podía verle desde una posición más cómoda.

-¿Un mes?

-Tus heridas eran graves -afirmó-, pero has despertado.

-¿Y Helmer?

Gideon sonrió sin humor.

-El es fuerte -dijo-, pero sigue sin despertar.

-¿Va a morir?

-No lo sabemos -admitió-. Está en una de las habitaciones, le han llevado allí para tenerle vigilado -Alfred bajó la cabeza-. Él quería luchar a tu lado -añadió Gideon al verle así.

-Lo sé -aseguró Alfred-, quería darlo todo y no pensaba engañar a la muerte.

-Helmer es un tipo curioso -sonrió al hablar-, él te vio en sueños y gracias a eso te localizamos. Es un hombre que tiene una forma de ver la vida extraña y especial. Para él su misión era encontrarte y devolverte el trono, siempre lo decía, y lo ha cumplido. Estoy seguro de que, si despertase, no sabría qué hacer y se tiraría de uno de los torreones -concluyó.

-¿Crees que es mejor que no despierte?

-No lo sé -se encogió de hombros-, pero es posible. Si Helmer muere debemos recordarle como el guerrero que era, una persona que siempre cumplió sus misiones por difíciles que fueran.

El auténtico reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora