La isla de la última lágrima

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¿Creen en los milagros?

Sasha, era una gata de pelaje blanco, ojos negros como la noche y tenía una mancha en forma de corazón en su nariz. Vivía con una familia de dos integrantes; Dante, un juguetero y esposo de Leila. Leila, una dama de la nobleza quién se enamoró perdidamente de él, pero como sus padres no aceptaban el compromiso, terminaron huyendo.

Ella, quién era un orgullo para su familia, se había convertido en la mayor deshonra para ellos. Una joven tan bonita; cabello negro, piel pálida y de gran estatura. Menor entre sus hermanos y la mejor de su clase para convertirse en Dama.

Se había enamorado de un mugroso, pero muy lindo creador de muñecas. Cabello castaño alborotado, mestizo con ojos oscuros, era la descripción física de aquel que amaba con locura a Leila. Creció entre la frías calles del reino, sin padres o hermanos. Estuvo solo desde su niñez, hasta que conoció a la chica, quién posteriormente robó su corazón.

Dante Walker, aprendió el arte del tallado de un viejo que al igual que él, vivía en las calles. Él le enseñó todo lo que necesitaba saber para hacer magia con sus tallados. Pronto empezó a hacer dinero y aunque no era tanto, era dinero honesto, porque, aun cuando se crio en las calles, nunca se atrevió a robar tan siquiera un pan, por más hambriento que estuviera.

La familia Fletcher le pidió una muñeca para su hija, y cuando este fue a entregarla, quedó flechado por la inminente belleza de la chica. Pese a que era una persona de clase baja y a quiénes los padres de Leila Fletcher no aceptaban, era muy conocido por la variedades de muñecas occidentales y orientales, que hacía. Muñecas talladas con la más mínima delicadeza y eficacia, no había otro igual en ese arte en el reino de Valdecia.

Si tan solo esa familia lo hubiese esperado un poco más...

Se rumoreaba que sus muñecas parecían reales, ya que la forma en que las tallaba y las hacía lucir, era magnífica.

Poco después de haber huido del reino, tomaron un barco muy lejos, el cual terminó llevándolos a una Isla llamada: «La última lágrima», nunca se imaginaron que tendrían un trágico por venir. La isla era habitable y más personas vivían allí. Decidieron poner una juguetería de nombre: «Garden», para ellos, el nombre significaba vida.

Pasaron meses y la pareja ya había construido una vida allí. Leila tenía un embarazo de seis meses y era riesgoso, por lo que el Dr. Rivas; un hombre que aparentaba unos cuarenta y tantos años de edad, negro y con ojos azabache, le aconsejo guardar reposo. Dante se encontraba en las montañas, buscando unas maderas para su próxima muñeca, que se llamaría igual que su juguetería y futura hija: «Garden». Se encontró con un santuario muy antiguo, una estatua de gato gigante predominaba en el centro, cubierta de flores y ramas.

Se acercó y cuando por fin pudo visualizar algo, leyó unas escrituras:

"Bienvenido a la isla de la última lágrima, si pierdes algo importante para ti... el tiempo jugará a tu favor, siempre y cuando, lo desees tanto".

Palabras incrustadas en la parte baja de aquella gran roca en forma de gato, al leerla en voz alta, un gran viento sopló y de la nada, una gata a quien ya conocemos como Sasha, salió de detrás de aquella estatua.

El hombre se acercó y le acarició el rostro, la gata empezó a ronronear, haciendo que este decidiera llevarla con él. Pasaron dos meses desde que la llevó a casa, su mujer la amaba y le había dado un hermoso nombre, fueron ratos muy alegres que vivieron los tres en espera de la pequeña Garden, ya que solo faltaba un mes para su nacimiento.

—¿Verdad que está quedando hermosa, Sasha? —dijo el hombre con la vista centrada en la muñeca, quien luego dirigió su vista a la pequeña gatita blanca.

—Miau.

—Sí, sé que es imposible que hables, pero sé que me entiendes perfectamente. ¡Ay, Sasha! —Ahogó un suspiro—. Llegaste para hacernos felices. Tú, Leila, Garden y yo, tendremos una familia hermosa y numerosa. —La acarició dulcemente.

De repente, un grito desgarrador se escuchó, proveniente de su mujer. Empezó a chillar su nombre, alto y fuerte varias veces, acto que lo alarmó haciendo que se dirigiera al cuarto. Al llegar, vio como su mujer e hija en vientre, estaban siendo devoradas por una sombra.

—¡No! —gritaba, pero no era suficiente. Sostuvo un hacha que estaba cerca de una mecedora, justo al lado de la puerta. Le lanzó a matar a aquella sombra, logró disiparla, pero sus ojos se abrieron como platos cuando se dio cuenta de que encima de la cama, reposaban los huesos de su amada e hija.

El deseo de tener una familia, se había esfumado como humo de cigarrillo al caer al suelo.

Dante se sumergió en una gran tristeza por aquella atrocidad, por haber perdido lo más valioso en su vida, que optó por ahorcarse, dejando a Sasha sola con la muñeca a punto de terminar. Nunca se supo lo que pasó esa noche fría como el invierno, pero si algo era seguro... no fueron sus seres queridos las únicas víctimas.

La pequeña Sasha tomó la muñeca entre sus dientes, y la llevó hasta aquel templo abandonado, empezó a rodearla en círculos, tres veces para ser exactos, y luego se paró quedando en frente de la estatua.

—Sé que fuiste tú el responsable de la masacre... —dijo la pequeña gata dirigiéndose a la estatua—. Siempre me has quitado todo lo que he amado, Leila Fletcher y Dante Walker lo eran todo para mí, y tú simplemente... me los quitaste sin piedad, sin importarte que ella estuviera embarazada.

»Encontré humanos que me amaban. Leila siempre me acariciaba hasta quedarme dormida, me alimentaba y me dio un nombre; Dante siempre jugaba conmigo, me llevaba a recoger madera para sus muñecas y estaba construyendo una magnífica, la cuál quedó inconclusa.

»Dame una oportunidad, solo una te pido. Quiero que vuelvan y me digan lo mucho que me aman, o lo importante que soy para ellos. Quiero escucharlos una última vez, su risa... no, su voz, tan solo su voz.

La gatita suplicó y suplicó, pero no obtuvo respuesta alguna. Después de estar un rato esperando, se acercó a la muñeca y derramó una lágrima, pura y cálida encima de está. La muñeca empezó a irradiar luz y pronto se había convertido en el prototipo que Dante esperaba que fuera, pero ya no era una muñeca. Era humana, de carne y hueso, pequeña y frágil. Lloraba muy fuerte y justo cuando los gritos cesaron, se escuchó la voz dulce de Leila a modo de susurro:

—Atesora esa muñeca. —Las palabras se dispersaron con la brisa y aunque no fueron las palabras que esperaba, el tan solo haberla escuchado, tan solo a ella... era lo único que necesitaba, para calmar el dolor que sentía su diminuto corazón.

Sasha entendió el significado de aquellas palabras que Dante anunció, justo aquel día que la encontró.

El tiempo había jugado a su favor, tal y como estaba previsto. Deseó tanto lo que había perdido, que fue recompensada con un milagro.

La isla de la última lágrimaWhere stories live. Discover now