Capítulo 93: ¡Es una mentirosa!

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Últimos capítulos del año. Gracias a todos por leer hasta aquí.



Las dos grandes puertas al salón principal del castillo se abrieron, Da-Xiang fue solicitado por pedido del rey en persona. Cuándo el hombre cruzó el arco de la entrada, el rey hizo un gesto y todos los presentes dejaron en lugar al instante. Da-Xiang se inclinó y ofreció saludos.

—¡Olvídate de formalismos Da-Xiang! —ordenó el rey —. Vayamos al grano. ¿Sabes por qué estás aquí?

—Lo desconozco su majestad.

—Tengo una sola pregunta —el rey enroscó su larga barba blanca —. ¿Por qué sigue el bastardo con mi hija?

—Eso es... —Da-Xiang se puso pálido solo de escuchar al rey —. Eso se debe a que...

—¡¡GUARDATE TUS EXCUSAS!! —el anciano golpeó el suelo con su bastón —. ¡Quiero que lo resuelvas de inmediato! ¿Me escuchaste?

—¡Cómo ordene mi señor! —Da-Xiang se inclinó y salió de la habitación. Una vez fuera Da-Xiang golpeó la pared con rabia y maldijo a todos, especialmente a Ling —. Si esa mujer estúpida no estuviera. ¡Maldición!

...

Por otra parte, la princesa corría a toda velocidad rumbo al patio principal. Se detuvo un momento buscando algo y luego levantó la mano muy alegre. Tsao-Lan recién llegaba, recibido entre halagos y alabanzas no tardó mucho en reconocer a la mujer. Estrecharon manos como los viejos amigos que eran y Ling le dio un dulce beso en la mejilla. La princesa ordenó a sus guardias en turno dejarlos solos un rato para hablar, en otras condiciones nunca lo abrían hecho, pero al estar con Tsao-Lan el Xing long más poderoso no podía correr ningún tipo de riesgo. El dragón ofreció su brazo y Ling aceptó la oferta, caminaron rumbo a los jardines bromeando y riendo como hace mucho no hacían.

—¡Que mal amigo eres Tsao! ¿Hace cuánto tiempo que no me visitas? —reclamó la mujer.

—Bueno, tú sabes, he estado algo ocupado. Además tú estabas fuera la última vez que vine a la capital.

—¡Eso fue hace cinco años! Al menos debería regresar para saludar.

—Entiendo, entiendo. Ya casi termina el viaje, pronto podré quedarme en la capital si todo marcha bien.

—¿Te quedarás mucho tiempo? —preguntó Ling curiosa.

—La verdad es que no, tengo que entregar mi informe al rey y partiré mañana.

—Ya veo... —dijo Ling cabizbaja —. Creí que por lo menos estarías unos días.

—Es mi trabajo como guardián—objetó el hombre —. ¿Debo recordarte quien insistió para que me convirtiera en estrella?

—De no ser así tu poder sería un desperdicio —se burló Ling.

—Igualmente lo fue. No estuve cuando... —Tsao-Lan reaccionó y guardó silencio rápidamente —. ¿Cómo están los niños? Ya deben estar enormes.

—Velo por ti mismo —respondió Ling riendo levemente.

Un pequeño movimiento en su rodilla hizo a Tsao-Lan bajar la mirada, ahí Yao golpeaban repetidas veces su pierna con todo lo que tenía.

—Toma, toma y toma —gruñó el niño —. Algún día voy a ser el más fuerte.

—Si, puedo verlo. ¿Dónde está tu hermana? —al terminar la pregunta Mei saltó a la cabeza del hombre y cubrió sus ojos.

—¿Adivina quién soy? —preguntó eufórica.

—No lo sé, quizá una ladrona —Tsao-Lan tomó a Mei y le dio un par de vueltas con facilidad.

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