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En las historias clichés siempre está el tío tatuado con chupa de cuero, sí, ese que moja las bragas de cualquier chica y que hace a los chicos rabiar queriendo ser como ellos para tener una fila de mujeres tras de él y su flamante moto en la que le paseará como una película que ve tu madre un domingo por la tarde y que claramente es jodidamente horrible y tiene un título aún peor.

Pero aquí tenemos algo más diferente, ligeramente o profundamente, puedes catalogarlo como quieras.

Mark lee acababa de cumplir la mayoría de edad y, aún sabiendo lo mal visto que estaban los tatuajes aún en este siglo, aún así pidió por regalo de cumpleaños el hacerse uno y cómo su madre no había criado ningún cobarde decidió hacerse uno bien grande, uno que representase muchas cosas en su vida y lograse tapar y cubrir el desastre que hicieron otras.

Quería tatuarse algo respecto a su banda favorita, algo que tuviese que ver con Scorpions, que le recordase a "Still loving you" y lo jodidamente dolorosa que era pero que al mismo tiempo habían significado el fin de una etapa y el comienzo de otra mucho mejor.Pero aún con todo claro en su mente, esta estaba en blanco como un lienzo nuevo.Es por esto que decidió decirle al tatuador lo que quería y éste se puso manos a la obra, diseñando así un batiburrillo de ideas, que acabó-irónicamente-en un escorpión realista, con una rosa y algo que ponía el título de esa tan querida y dolorosa canción.

Cuando consiguió que sus padres le diesen el dinero, fue derechito a la casa del tatuador el cual no tenía dinero para alquilar un local para tatuar pero había adaptado una habitación de su casa con todas las cosas necesarias.

El tatuador ese llamaba John, tenía unos veinticinco años y su cabello era un claro rubio de bote, por los hombros y acabado en un pequeño moño detrás de su cabeza, dejando gran parte de su cabello suelto pero que le hacían verse jodidamente irresistible.Mark te diría que había perdido la poca heterosexualidad que tenía, o miles de cosas más pero lo que le pareció curioso es que no había rastro de tinta en su piel, ni en brazos, cuello o mano.Cualquiera diría que no entendía como un tatuador no tendría tatuajes pues es como un peluquero con un mal corte de pelo, así no hay quien confíe en el, pero su hermano mayor conocía a John y sabía que era un manitas, solo que era un caso extraño.

—Buenas, pasa por aquí—dijo con una sonrisa, otra cosa extraña pues siempre pensó que los tatuadores eran rudos, pero tal vez se dejó llevar demasiado por los estereotipos y las cosas que había leído más pequeño.

Siguió al más alto y acabó en una habitación de paredes blancas, allí había una especie de camilla extraña que se veía bastante cómoda, junto a esto tenía un gran armario llena de todo tipo de botes de tintas y demás cosas que necesitaba para tatuar.De este sacó las cosas que utilizaría más un papel que traía el diseño que había hecho para Mark.

—Por lo que veo te gustó mucho mi diseño—había visto sonreír a Mark de oreja a oreja al ver tan bonito diseño, el cual no quedaba tan ostentosos como se podría imaginar si se describía, más si comparábamos la tinta bien negra con su blanquecina piel, digna de la nieve—Ven, acerca tu brazo.

Se acercó bien seguro y decidido, pero al mismo tiempo como si estuviese caminando entre nubes pues realmente le aterraba que pudiese doler pero era eso que decía su madre siempre que la pasaba mal por algo que quería "sarna con gusto no pica" pero joder, sí que picaba aunque fuese con gusto.
Apartando sus miedos, se quedó mirando en cómo el tatuador se ponía sus guantes, depilaba rápidamente la zona que abarcaba el tatuaje; echó una crema en su piel, luego colocó el diseño en la zona exacta y acabó despegándola de su brazo cuando toda la tinta se quedó pintando su brazo.

—Me gusta—dijo Mark por fin, pues había estado en silencio desde su llegada; solo había dicho hola y asentido cuál mudo.No es que fuese una persona tímida, solo eran los nervios jugándole una mala pasada.

tintas; johnmark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora