Las cosas no van bien, y Jaebeom lo sabe. Puede verlo, incluso sentirlo, pero es ignorante de cómo poder solucionar algo tan intangible como sus engorrosos pensamientos que tienen de protagonista a cierto castañito que últimamente no sonreía mucho. Y todo gracias a él.
Era sábado, y aunque aprovechaba al máximo sus días libres, se encontraba despierto desde temprano, con su mente tan empecinada en lograr rodearlo con una vergüenza y culpabilidad que lo ahogaba. Estaba privándose a sí mismo de respirar profundo, y es que hasta su habitación estaba envuelta en aquel sutil aroma a rosas, que si bien al principio le agradaba, luego de sus nefastos actos solo lograba hacer que se sintiera aún peor. Sin embargo, le era imposible sacar el aroma, porque sentía la necesidad de olerlo, saber que él estaba ahí.
Adoraba a Youngjae, lo quería demasiado y se asustaba de la manera tan rápida con la que aceptó al menor en su corazón. Jaebeom acostumbraba a ser alguien selectivo con sus amistades, pero ese chiquillo había sabido ganárselo por completo, y no se arrepentía. El hecho de saber que era su apoyo solo volvía más fuerte aquel apego por Youngjae, y no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácil hasta verlo cumplir cada una de sus metas.
Pero era tan difícil ser lo que eran antes cuando inconscientemente había creado una barrera entre ambos. Se obligaba a sí mismo a mantener distancia, no queriendo que aquello que pasó se repita o perjudique su relación. Youngjae lo había notado, que poco a poco se estaba alejando de él, y su corazón sufría cada vez que el pequeño castaño dejaba caer una de sus preciosas sonrisas dirigidas a él, intercambiándola por una mueca triste y confundida. Pero era necesario, al menos hasta que pueda saber porqué había hecho tal cosa, y peor aún, porqué parecía afectarle tanto.
Suaves toques en la puerta lo trajeron de vuelta a la realidad, y su corazón latió de prisa por saber quién se encontraba detrás de la madera. Permaneció en silencio, sintiendo su garganta cerrada.
—Uh, hyung... —aquel suave murmullo hizo estragos en su estómago. Se levantó de la mullida cama, y caminó hasta posicionarse al frente de la puerta, pero sin abrirla—. El desayuno está listo, comamos juntos, por favor.
Jaebeom se quiso golpear a sí mismo por ser el causante de que la voz del menor fuese tan insegura, implorando por su compañía. Era un idiota.
Tomó el picaporte de la puerta y lo giró con lentitud, abriendo la puerta con tanto cuidado que lo volvía un poco ansioso. La imagen de Youngjae fue descubierta, y Jaebeom apreció con dulzura aquellos rizos chocolates que siempre estaban desordenados en su frente, en conjunto con sus bonitos ojos curiosos y sus labios apretados en una mueca, sin pasar por alto la manera inconsciente en la que jugaba con sus dedos. Manía que ya era común ver.
Aún usaba un pijama, el cual era justo el que le habían dado en el hospital, y sus pies estaban descalzos. Sus ojos estaban en los contrarios, y se hallaron los dos mirándose fijamente. Jaebeom se cuestionó a sí mismo nuevamente como venía haciéndolo desde el lunes. Era un niño, ¿por qué se dedicaba a mirarlo de ese modo?
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¡𝗔𝗟FA! ៚ 𝗧𝗪𝗢JAE [VN#3]
Fanfiction「𝗔」Pasada su edad para presentarse, Jaebeom está consiente de que es un Beta más. Sin embargo, esto no le afecta en lo más mínimo. Con amigos que lo apoyan en todo, familia que lo quiere, un trabajo estable, y una bonita novia también Beta, él no...