❦ Primer Encuentro ❦

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La alarma sonó por tercera vez y finalmente decidí levantarme. Estiré el brazo hacia la mesita de luz y apagué el celular, deshaciéndome del tortuoso sonido que indicaba que era hora de abandonar mi sueño. La habitación a mi alrededor era poco familiar; después de todo, me había mudado el día anterior. Había cajas en el suelo y ropa desordenada por todas partes. La habitación era más chica que la de mi casa, pero era mejor que vivir en la universidad. Era mi segundo año en la universidad Van Tassel en Boston Massachusetts habíamos alquilado un pequeño departamento con mi mejor amiga Lucy Darlin. Me costó salir de la cama, pero eventualmente logré hacerlo; no quería llegar tarde el primer día. Con los ojos entrecerrados, caminé hasta el baño; allí también reinaba el desorden y mis cosas se habían mezclado con las de Lucy. Al mirarme en el espejo una chica me devolvió la mirada. Su pelo lacio era oscuro, casi negro, caía despeinado por sus hombros, hasta la mitad de su espalda. Sus ojos celestes encontraron los míos. Su rostro era femenino y familiar. Observé mi reflejo unos segundos más, mojé mi rostro y me peiné, De no haberlo pensado con anterioridad no sabría cómo vestirme; por fortuna había pasado la noche anterior decidiendo qué ropa me pondría. Eso siempre me ahorraba tiempo en las mañanas. No había desempacado la mayor parte de mi ropa, pero había separado unos jeans, un suéter y una campera negra. En la silla frente al escritorio, aguardaba mi cartera. Mi perfecta cartera azul que me habían regalado cuando cumplí veinte años hacía solo unas semanas atrás. Oí el ruido de la licuadora y el dulce aroma a waffles recién hechos, indicio de que Lucy estaba despierta y preparando el desayuno. Tenía el presentimiento de que me encantaría vivir con ella; no solo era una gran cocinera, sino que a ambas nos gustaba la misma comida. Especialmente los waffles. Yo, por otro lado, no podía cocinar algo sin quemarlo o arruinarlo de alguna manera. El departamento era cómodo y tenía suficiente espacio: dos habitaciones, un baño y un living-cocina. ' Lucy Darlin, mi mejor amiga desde los seis años, estaba saboreando su plato. Tenía su hermoso pelo rojo cobrizo atado en una colita como de costumbre. Era un mes menor que yo, aunque aparentaba ser más chica; debido quizás a cierta inocencia en su rostro y su contextura pequeña.


-Hice waffles -anunció contenta.


-Los olí desde mi habitación -respondí con una sonrisa-. Podría acostumbrarme a este desayuno. Me pasó un plato y ambas nos sentamos en la mesa.


 -¿Crees que deberíamos invitar a Marcus? -preguntó Lucy.

Podía ver el leve rubor en sus mejillas mientras decía las palabras. Era fácil notarlo en su pálida piel.


-Si sabe de los waffles, estará aquí todas las mañanas -respondí. Habíamos conocido a Marcus Delan en primer año. Estudiaba diseño gráfico al igual que yo y había compartido muchas clases con Lucy a pesar de que ella estudiaba biología. Ambas carreras tenían algunas materias en común los primeros años.
¡Marcus era el tipo de chico que salía con varias chicas y Por alguna razón no me veía a mí de esa manera y nos habíamos vuelto buenos amigos. Probablemente se debía a que teníamos una relación fácil y divertida. ¿Por qué arruinar eso cuando Marcus no lograba salir con una misma persona por más de unas semanas? Además no tenía ese tipo de sentimientos hacia él.
-Va a descubrirlo tarde o temprano -dijo Lucy.
Tenía la sospecha de que a ella le gustaba aunque no había logrado que lo admitiera. Los tres pasábamos mucho tiempo juntos y no era coincidencia que Marcus hubiera alquilado el departamento que estaba frente al nuestro. Solo nos separaba un corredor.
Al terminar el desayuno, ayudé a Lucy a limpiar todo y nos preparamos para salir. Le di una última mirada al espejo, asegurándome que me veía bien. Ese día vería a mi novio, a quien no había visto desde el comienzo de las vacaciones. Y no era solo eso, tenía una sensación rara. Como si algo inesperado fuera a suceder. La ansiedad se había apoderado de mí desde el día anterior sin explicación alguna.
Tomé mis cosas y seguí a Lucy afuera. Tras cerrar la puerta me dio una de las llaves y reí al ver el llavero: la lechuza blanca de los libros de Harry Potter colgaba de las llaves con un sobre en su pico. Lucy tenía fascinación por los libros de fantasía.
Madison Ashford y Lucy Darlin -dijo una voz detrás de mí-. Mis nuevas vecinas.
Me volví sonriendo, reconocía esa voz.
Marcus Delan estaba allí observándonos. Su pelo castaño era un gran lío, como si no se hubiera peinado desde hacía días, tenía algunas pecas en su nariz y ojos marrones. Era lindo, pero no de manera obvia, había algo en su sonrisa que lo hacía atractivo y su carisma era gran parte de su encanto.)
-¿Cómo estuvo tu verano? -pregunté mientras lo saludaba con un abrazo.
-Genial. Videojuegos, pizza, bares. ¿Qué más se puede pedir? -replicó.
Negué con la cabeza simulando desaprobación. No me extrañaba que hubiera pasado su tiempo así.
-¿Qué hay de ti, Ashford? -me preguntó.
-Estuvo bien, fui a esquiar con mi familia -respondí-. Logré hacerlo sin caerme una sola vez.
Algo de lo que estaba orgullosa, ya que siempre me caía.
Marcus me ofreció su mano y la choqué.
-¿Y tú, Lucy? ¿Qué tal estuvo? -preguntó.
La saludó con un gran abrazo, levantándola contra su pecho. Era una costumbre que había adquirido el año pasado. Le gustaba levantarla debido a su pequeño tamaño, no debía pesarle nada.
-Entretenido -respondió Lucy.
Sus mejillas estaban rosas de nuevo pero Marcus no pareció notarlo, a decir verdad nunca lo notaba. Bajó a Lucy y se volvió a la puerta de su departamento para cerrarla. Me acerqué para poder ver y puso un brazo delante de mí, impidiéndolo.
-No quieres ver el desastre que hay dentro -dijo.
-Llegaste ayer. ¿Qué tan malo puede ser? -pregunté sorprendida.
De solo ver su rostro supe la respuesta. Marcus no era exactamente ordenado.
-Mis padres pasarán a despedirse más tarde. Necesito que me ayuden a ordenar y comprar algunas cosas después de clase -hizo una pausa y nos miró con una sonrisa expectante-. Por favor...
Aguardé antes de responder; quería ayudarlo, pero no quería que se volviera una costumbre. Debía asegurarle que lo ayudaríamos a limpiar por esta vez. Ya sería suficiente trabajo limpiar nuestro propio departamento...
-¡Por supuesto! -respondió Lucy-. Nosotras también debemos comprar cosas. Puedo hornear unas galletas mientras Madi limpia, así podrás darles una linda despedida.
Miré a Lucy horrorizada. ¿Quién dijo que limpiara yo sola?
-Son las mejores -dijo Marcus poniendo un brazo alrededor de cada una.
-Solo por esta vez -me apresuré a decir-. No vamos a ayudarte a limpiar todas las semanas.
-Seguro -respondió.
La expresión en su rostro me decía que no se estaba tomando en serio mis palabras.
-No lo haremos, Marc -dije-. ¡Es en serio!
Asintió con la cabeza y supe que sería en vano discutir con él. La universidad Van Tassel estaba a unas cuadras. Habíamos buscado un lugar cerca para poder caminar hasta allí y en la cercanía también había un shopping y un mercado. Era la ubicación perfecta.
Había crecido en Nueva York y mi familia vivía allí; sin embargo, debía admitir que Boston me gustaba más. Tenía más espacios verdes y no me sentía sofocada como en la ciudad.
Extrañaba a mi familia. Me había acostumbrado a no verlos todos los días el año pasado. Era regla que en primer año viviéramos en el campus de la universidad para poder integrarnos mejor, pero no en segundo. Lucy y yo habíamos estado fantaseando con vivir juntas desde hacía meses.
Todavía quedaba mucho por hacer; acomodar las habitaciones y en especial terminar de decorar para lograr una sensación más hogareña. La habitación de Lucy era lila y la mía celeste, las paredes estaban vacías sin nada que las adornara, debíamos comprar cuadros o pósters para darles una impronta más personal.
Levanté la mirada. En la esquina siguiente se hizo visible un gran edificio. Tenía cierto estilo gótico que lo diferenciaba de los demás, con las puertas y ventanas en forma de arco y una alta torre con un reloj. No parecía tan antiguo como realmente era ya que estaba muy bien conservado. Por dentro, era más moderno de lo que aparentaba por fuera. El escudo de la universidad Van Tassel se hizo visible, la V y la T en el centro y un cisne en cada extremo.
A medida que nos acercamos comencé a ver rostros familiares entre la multitud, chicos con quienes había compartido clases o me había cruzado en los corredores. Se sentía bien estar de vuelta. Me gustaba mi vida allí.
Habíamos llegado temprano por lo que fuimos a la cafetería. Me gustaba tomar algo caliente en la mañana y por la expresión de Marcus de seguro no comía nada desde la noche anterior. Probablemente ni siquiera había comida en su heladera.
Una chica se acercó a nosotros y nos saludó de manera amistosa. O mejor dicho, nos saludó a Lucy y a mí con una sonrisa y miró a Marcus de manera cordial y distante.
Marcus había salido con Katelyn Spence pero las cosas no habían terminado bien. Probablemente porque terminaron cuando Katelyn empezó a referirse a él como su novio.
Era agradable aunque podía volverse agobiante. No conocía a nadie que tuviera mejores notas que ella, lo que se reflejaba en su aspecto sofisticado, siempre con una vincha en su hermosa cabellera rubia. Una vincha que usualmente combinaba con un blazer. Lo que me hacía pensar que tenía vinchas y blazers de todos los colores. Una vez intentamos contarlos con Lucy y perdimos la cuenta.
-Tenemos la primera clase juntos. Historia del arte con Sarah Tacher -informó Katelyn-. ¿Alguno empezó a leer el material?
Marcus y yo negamos con la cabeza.
-Leí las primeras hojas del libro ayer a la noche -respondió Lucy.
La noche anterior la había visto leyendo un libro en el sillón pero estaba segura de que no era algo de arte ya que tenía un vampiro en la tapa.
Katelyn nos miró horrorizada, como si fuera inconcebible ir a una clase sin haber leído algo.
-Los veré luego -dijo despidiéndose.
Aguardé hasta que se hubiera alejado lo suficiente y me volví a Lucy.
-No sabía que estudiaríamos sobre vampiros en historia del arte -dije.
-No quiero dar una impresión equivocada -respondió en tono defensivo.
-¿Y esa sería...? -respondió Marcus.
Ambas lo miramos.
-Lucy y yo tenemos buenas calificaciones, no llegamos a leer nada porque estuvimos ocupadas con la mudanza -repliqué.
Lucy asintió. -Y los vampiros son criaturas intelectuales y sofisticadas -agregó.
Los tres intercambiamos miradas y nos reímos. Me gustaban los vampiros, especialmente los de Anne Rice.
Marcus y Lucy comenzaron a ir en dirección al aula, los alcanzaría en unos momentos. Debía pasar por administración a dejar unos formularios. La oficina quedaba en el otro extremo de la universidad pero me las ingenié para ir y regresar rápido.
Miré mi reloj, todavía tenía cinco minutos antes de que la clase comenzara.
Había pocas personas en los corredores, por lo que la mayoría ya debía estar en las aulas. Una chica pasó corriendo a mi lado, golpeando sus libros contra mi hombro. Me volví a verla y me pidió disculpas mientras continuaba corriendo.
Llevé la mano hacia el hombro y luego me volví de nuevo, chocando contra alguien. Levanté la mirada para disculparme y las palabras me abandonaron. El joven frente a mí era... como salido de un sueño.
Sus ojos azules encontraron los míos y contemplé su rostro, maravillada. Pelo claro, del color de la arena, tupido y algo ondulado, llegaba casi hasta sus hombros. Y había algo tan sensual en la forma de sus labios que era inquietante. Intenté decir algo, pero era como si hubiera olvidado cómo hablar. Su mirada se volvió más intensa. Parecía estar estudiando cada detalle de mí, de la misma manera en que yo lo estaba estudiando a él. Un fuerte ruido sonó sobre nosotros, arrancándome de mi trance. Miré hacia arriba al mismo tiempo que pequeños pedazos de vidrio cayeron sobre mi cabeza. El corredor se volvió más oscuro. Una de las bombitas de luz del techo había estallado.
-¿Estás bien?
Asentí mientras quitaba vidrio de mi pelo. No tenía idea de lo que había pasado. El joven llevó una mano hacia mí para ayudarme y nuestros ojos se encontraron de nuevo. No recordaba haber visto ojos de aquel color, un azul tan tempestuoso e intenso. Eran como el cielo antes de una tormenta. Su mano rozó mi rostro con una sutil caricia y el resto de las lamparitas del corredor estallaron al mismo tiempo. Me cubrí con los brazos instintivamente. Podía sentir los pedacitos contra mi piel. El ruido del vidrio rompiéndose contra el suelo.
¡¿Qué está sucediendo?! -grité.
Cuando el ruido se detuvo abrí los ojos. Mi corazón latía de forma acelerada contra mi pecho. Estábamos a oscuras, pero podía ver su silueta a mi lado.
--¿Te cortaste? -me preguntó.
-No, no creo -respondí-. ¿Tú?
Se puso de pie y me tomó de la campera ayudándome a levantarme. Era extraño estar en la oscuridad con sus manos alrededor de mí. Me sentía atraída hacia él. Y por alguna razón deseé que me volviera contra él y me besara. Era un deseo caprichoso e irracional. Un impulso sin explicación. Permanecimos así por unos momentos. Rodeados por silencio y oscuridad.
-Iré por alguien de mantenimiento.
Tras estas palabras me dejó ir y se alejó.
-Espera...
No lo hizo. Repasé todo lo que había sucedido en mi cabeza. Era irreal. Un momento había estado caminando y al otro me encontraba perdida en sus ojos mientras una lluvia de vidrio caía sobre nuestras cabezas.
¿Quién era? ¿Qué había sucedido? ¿Y por qué me encontraba en un corredor sin luz?.
Seguí Caminando, yendo en dirección al aula donde tenia Mi primera clase. Di un par de vueltas algo desorientada, aun con la cabeza en el extraño incidente. Cuando logré encontrar el salón correcto me detuve al ver quién estaba parado frente a la puerta. Derek Collins, mi novio


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⏰ Última actualización: Dec 09, 2020 ⏰

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