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A la mañana siguiente cuando mi despertador comenzaba a sonar, pensé seriamente en sí ir a la escuela o quedarme en la cama durante todo el día, la anoche anterior habia sido muy exhaustiva y no tenia mucha emoción por ir a verles la cara a los profesores. Decidida, apagué la alarma y volví a cerrar los ojos para volver a dormir, lo habia logrado si no hubiese sido por que mi doncella entró a la habitación y arruinó mi sueño.

—Buenos días alteza, ¿Durmió bien esta noche?—me quejé cuándo abrió las ventanas de la habitación para que el sol entrará—tenemos que empezar un nuevo día, es momento de levantarse

—Hoy no ire a la escuela, puedes volver a cerrar esas cortinas—balbucee

—Me temo que esa desicion no esta en sus manos—abri los ojos en cuanto escuché la voz del primer ministro—es la princesa, debe seguir un protocolo y regirse a esas reglas para evitar una mala imagen

—¿Que hace usted aqui?

—Me aseguró de que siga las reglas al pie de la letra

—¿Eso justifica que entre a mi habitación sin mi permiso?, no me gusta que invadan mi privacidad—frunci el ceño molesta

—Disfrutara de su privacidad en cuanto esté seguro de que sigue el protocolo, por el momento, deberé asegurarme de que eso este pasando—inclino su cabeza en forma de reverencia—alteza, su desayuno la esta esperando—se retiró

—¡Ugh!, ¿Esto es ser de la realeza?—susurre y me levanté de la cama de mala gana—¿Sabes donde está mi ropa?

—Justo aquí—me señaló el enorme clóset que se escondía detras de una pequeña puerta—¿Necesita que la ayude en algo?

—No, puedo hacer esto sola, no por convertirme en una princesa voy a volverme una persona dependiente de otra

—De acuerdo alteza—sonrío—si no necesita nada más, me retiraré—me dedico una reverencia—con su permiso

—Propio...—respondi

Me dispuse a buscar un conjunto decente que no rompiera las reglas del protocolo y una vez lista sali de mi habitación para poder buscar el comedor, el cual encontré después de diez minutos caminando por los enormes salones y pasillos del lugar. La mesa se encontraba repleta de platillos de todo tipo para un buen desayuno, tome asiento y un lacayo vino a servirme el desayuno antes de que pudiera mover algun dedo.

—Buenos dias cariño—escuche a mi madre saludarme cuando entró al comedor y vi a mi padre venir tras ella

—Buenos dias Emma—respondi a sus saludos con un movimiento de cabeza

—¿Sigues molesta?—deje mis cubiertos aun lado y me levanté de la silla

—Tengo que irme ahora, debo ir a la escuela—los miré un segundo—tengan buen día

Caminé hacia la puerta mientras que todos los presentes hacian una reverencia en cuanto salí.

Caminé hasta la puerta principal del palacio donde se encontraba un coche esperándome para poder llevarme a la escuela y a los costados se encontraban mis guardaespaldas esperando a que yo llegará.

—Atencion, la princesa esta rumbo a la escuela, cambió—mire al chico rubio y suspire

Por mas que lo quisiera, ya no podia cambiar nada, esta era mi realidad ahora. Subi al coche y en seguida se puso en marcha mientras que más coches comenzaban a escoltarnos. Al llegar a la escuela todos regresaron a ver a aquellos coches lujosos y raros de ver tan temprano, ni los hijos de las familias mas ricas de la escuela llegaban con tanta seguridad a la escuela.

—Emma—Ana se acercó corriendo con una sonrisa

—Alejese de la princesa—el chico rubio la detuvo en seco

—Cesar—el castaño llamo a su compañero—no llames la atención, nadie puede enterarse de la princesa

—Lo lamento—se disculpo

—No llamen mucho la atención, ¿Quieren?—los mire

—Por supuesto alteza—suspire y caminé junto a mi mejor amiga hacia nuestro salon

—¿No crees que es demasiado?

—Lo es, pero son temas de protocolo—rode los ojos—ser de la realeza es complicado

—¿Realeza?—la mire

—Entenderas todo en algunos días—entre al salon de clases

Tres largas horas después de estar escuchando múltiples temas de las diversas clases, salimos a la hora de comida y debía decir que necesitaba un poco de comida antes de seguir soportando todo esto, la escuela y la realeza eran dos cosas sumamente diferentes que me hacían gastar mucha energía.

—¿Puedo conocer tu palacio?—la mire

—¿Por que asumes que tengo uno?

—La realeza no vive en simples casas, debe haber uno

—¿Y que me dices del castillo de Chapultepec?—alce una ceja

—¿Ese es tu hogar?, crei que era un lugar turístico—bufe

—Lo es, vivo en otro lugar

—¿Entonces puedo ir?

—Tengo que consultarlo primero, en cuanto tenga una respuesta te avisaré

—De acuerdo—sonrío

—Oye Ramirez, ¿Acaso te arrestaron?—rodee los ojos cuando escuché la irritante voz del chico bully de la clase—¿O por que tanta seguridad?

—¿Acaso te interesas en mi vida?

—No eres tan importante nena—se acercó

Regresé a ver al chico rubio que se encontraba a mi lado

—Cesar, ¿Verdad?—asintió—hazme un favor y quitalo de mi vista, no soportó mirarlo

—Por supuesto

—¡No me toques!, ¿Acaso no sabes quien carajos soy?—se safo bruscamente

—Alejese de la zona si no quiere salir lastimado—amenazo

—Idiota—chistó—esto no se quedara asi Ramirez

—Alimentate bien Martín, le falta nutrición a tu cerebro—me dedico una mirada molesta

—¿A donde vas?—mire a mi amiga

—A clase, por culpa de ese idiota se acabo la hora del almuerzo

—Maldicion

Al final del día me despedí de mi amiga y tomé caminó hacia mi nuevo hogar para poder seguir con la tortura del protocolo y sus reglas. Me estiré en cuanto toque el piso con los pies y caminé hacia el salon de juntas, aunque antes me topé a mis padres jugando con nuestras mascotas.

—Emma cariño, ¿Como te fué hoy?—los mire

—Como todos los días—pause—al menos esta vez no me recibieron con la noticia de que era de la realeza

—Emma—mi padre respondió con un tono de advertencia en su voz

—Tengo que reunirme con el primer ministro, tengan buena tarde—segui mi caminó

Escuché a mi padre suspirar antes de alejarme lo suficiente como para dejar de oír sus voces. Llegué a la puerta del salon de juntas y suspiré antes de que los lacayos me abrieran las puertas. No sé cuanto me tomara acostumbrarme a todo esto.

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