En el jardín
Irene llevaba casi una hora viendo jugar a su novia con sus dos hijas desde una de las reposeras que rodeaba la pileta.
—Dios mío, no se cansan nunca —murmuró la castaña para sí misma. Es que si bien disfrutaba con la risa de sus tres mujeres preferidas, le era imposible evitar que su cuerpo deseara a Seulgi con tanta ferocidad, su cuerpo hervía y no era precisamente por el sol. Irene no sabía si era por sus hormonas, o porque carajo, pero necesitaba a Seulgi Kang ya mismo. No aguantaba más y lo más probable es que le quedara poco tiempo para que la casa se volviera a llenar de gente de nuevo.
Miró su caro reloj y decidió tomar cartas en el asunto.
—¡Hora de la siesta! —anunció y se levantó de la reposera para agarrar dos toallas e ir a recibir a sus hijas.
—¡Noooooooo! —Seulgi y Jennie se quejaron. En un descuido y por la recepción de la mala noticia, la pelinegra soltó a Yeji y la pequeñita se hundió de inmediato hasta que la tatuadora la rescató a los segundos.
—¡Noooo! ¡Llena! ¡Grrraa! —Yeji reaccionó más tarde apenas su cabeza salió a la superficie. Escupiendo un poco de agua y con una enorme sonrisa, que demostraba que para nada le molestaba hundirse en el agua y se la aguantaba bastante bien, protestó el fin de la diversión. Al parecer la pequeña pelinegrita se había quedado fascinada con la ballena inflable gigante.
Irene miró a las dos pelinegras y a la castañita con una ceja levantada. De inmediato llevó sus manos a su cintura para resaltar su punto con su postura.
—¡Yo puedo hacel eso! —anunció Jennie desde el agua mostrándole a las dos pelinegras como movía sus cejas igual que Irene.
—Hacer, Jennie —la corrigió Irene — Hacerrrr —resaltó la erre.
Seulgi y Yeji fruncieron el ceño de forma tan idéntica que Irene no pudo evitar soltar un bufido. Ambas pelinegras querían levantar una sola ceja pero siempre terminaban.
Jennie miró de inmediato a Irene y el aire de superioridad de la castaña la hizo reír de nuevo. Irene estaba segura de que iba a perder esta batalla.
—No pueden hacerrrrrlo —se burló la pequeña levantando su ceja — ¿Las viste, mamá? No pueden hacerrrrlo —se rió un poco más.
—Por supuesto que no, cariño, solo las castañas podemos —agregó malvadamente.
Jennie miró a las dos pelinegras.
—¡Las castañas al poderrrr! —salpicó agua desde su ballena hacia las otras dos.
Seulgi protegió a Yeji con su propio cuerpo.
—Yeji, aguanta la respiración —le dijo Seulgi protegiéndola del agua que salpicaba Jennie. Irene volvió a soltar una carcajada cuando vio como los cachetes de la pequeña pelinegrita se inflaban para retener el aire como Seulgi le había enseñado.
Segundos después la tatuadora y la pequeña desaparecieron debajo del agua e Irene pudo ver como su novia llevaba por debajo del agua a Yeji rumbo a la ballena inflable. Alguien iba a pagar sus aires de superioridad con un buen chapuzón. Jennie terminó en el agua en lo que las otras dos tardaron en voltearla.
La castaña agitó su cabeza, parecía que iba a estar una hora más bajo el sol y para esa altura la casa ya se iba a llenar de vuelta, se iba a tener que resignar. Suspiró y miró a su pelinegra. La travesía debajo del agua había hecho que los boxers de Seulgi se bajaran un poco, y eso permitió que Irene pudiera ver un poco de la cola de su chica. La castaña pudo distinguir perfectamente dos colores de piel como consecuencia del sol y eso le hizo llegar a su mente los recuerdos de la primer noche que pasaron juntas. Seulgi se había quedado impresionada con la contraposición de sus colores, Irene no podía esperar a ver la reacción de la pelinegra esta vez.
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No soy para ti (SEULRENE)
FanfictionUna millonaria inversora llega a la ciudad de Seúl acompañada de su socia y mejores amigas con el propósito de arrasar con todo y agregar más logros y millones a su perfecta y controlada vida. Nunca pensó que sus prioridades iban a cambiar de forma...