Era un día lluvioso, el caer de las gotas sin duda es un sonido agradable junto al relajante aroma del café tostado acompañado de un delicioso trozo de pastel.
Una pequeña cabellera de color verde podría ser apreciada a través del cristal de aquel gran ventanal, el joven admiraba desde el interior de la cafetería las calles mojadas como si fueran uno de los mejores paisajes de la vida, nadie podría juzgarle, pues ese clima era su preferido.
Pocas personas se encontraban en el pavimento: unas corriendo intentando no mojarse demasiado con la lluvia y otras caminaban tranquilamente bajo su paraguas, una pareja paseaba sin preocupación alguna mientras que otro se mantenía cabizbajo esperando el autobús. Vaya que cada persona posee su propio mundo y un joven peliverde no esperaba con que el suyo cambiara con la presencia de un "intruso".
No tan lejos de la cafetería, en un callejón oscuro, se podía escuchar pequeños charcos siendo pisados fuertemente todo gracias al correr de una persona, quien intentaba escapar a toda costa de sus agresores; lástima que no contó con demasiada suerte ya que un resbalón hizo que ellos lo alcanzaran recibiendo la tercera paliza de la semana. Revisaron las pertenencias del joven malherido hasta encontrar lo que buscaban: dinero, simplemente se retiraron una vez cumplida su objetivo dejando tendido en el suelo mojado al pobre hombre. El chico de aproximadamente 25 años intentó ponerse de pie, tras varios tambaleos lo consiguió apoyándose a la pared húmeda, ante lo sucedido simplemente soltó una risita; pues aquellos hombres no lograron quitarle todo lo que poseía de sus ahorros.
Con frío empezó su andar, lentamente avanzó una cuadra para toparse con una cafetería recientemente inaugurada, no le pareció mala idea tomar una pequeña taza de café para intentar encontrar el calor que hace tiempo dejó de sentirlo. Entró y como en todo local con esta temática, sonó una pequeña campana, éste se encontraba vacío así que decidió tomar asiento en la barra; esperó en silencio a ser atendido, pero nadie aparecía, volteó a la entrada y pudo notar que el cartel de "Abierto" colgada en la puerta de vidrio podía ser leído desde adentro.
No podía ser más despistado de lo normal, se levantó de su asiento listo para retirarse antes de ser notado, pero un sonido detuvo su andar.
-Buenas tardes, disculpa no haber salido antes, pensé que había puesto el cartel de "Cerrado"- el joven pelinegro volteó al ser descubierto y no contó con encontrarse a un chico peliverde más bajo que él, vestía lo que parecía su uniforme del trabajo, podía pensar que tenía 20 años de edad, su rostro estaba adornado con cuatro pecas en cada cachete otorgándole una apariencia infantil y demasiada inocente, tanto su cabello como sus ojos eran de color verde, uno bastante hermoso recordándole a un inmenso campo. En breves palabras, se trataba de un joven con una belleza única.
-No... fue mi culpa, no me fijé bien y entré sin pensarlo- dijo casi en susurro, pero entendible para el contrario, el dolor que recorría todo su cuerpo impidió que hablara de forma correcta.
Esto no pasó desapercibido para el menor, notando como el pelinegro hizo una mueca en su rostro y con un brazo sujetando su abdomen cayó lentamente hasta quedar arrodillado en el piso. Inmediatamente se acercó para revisarlo, observando con más claridad sus prendas desgastadas, sucias y húmedas, así como moretones tanto en su cara como brazos.
-¡¿Que le pasó, joven?! Está herido, debemos de atend- El pecoso detuvo su hablar en aquel preciso momento cuando su mirada cruzó con la del ojiceleste: brillantes, era lo que surgió por su mente; aunque si lo miras con detenimiento muy profundo en ellos podría ser notado la tristeza y soledad. El menor notó aquel detalle, "La mirada es la ventana del alma", sin duda esa frase era certera; el pelinegro sintió como aquel muchacho miraba a través de él, se incomodó así que interrumpió el silencio.
ESTÁS LEYENDO
Aroma a café
FanfictionLluvia, café y dolor. Palabras que describen el comienzo de un amor.