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Julio 2019
Su sobrina siempre fue una chica muy insegura y retraída en su opinión. Después del fallecimiento de Frank y Eva, Amelie abandonó sus viajes para mudarse a Escocia y cuidar de su sobrina. Las primeras semanas fueron un poco incómodas, no sabía que hacer con la niña. Diana se comportaba extraño, le tenía miedo a cualquier persona, incluso a ella, y hablaba sola. Algunas veces mostraba un comportamiento muy diferente al acostumbrado, eran cambios tan bruscos que Amelie no podía asegurar que en realidad su sobrina mejoraba. Todas las noches tenía pesadillas violentas, pero nunca hablaba de ello. Necesitó meses para que su saphir entendiera que no necesitaba esconder comida en su habitación porque no se la iba a quitar. Debajo de la almohada, en su mochila, en los muebles o detrás de los juguetes, donde fuera las criadas encontraban comida. Diana estaba peligrosamente delgada, comía mucho un día y al otro no tocaba sus alimentos. Repetía acciones como un robot y se encogía en sí misma cuando estaba en la escuela, tratando de parecer pequeña. Que nadie la viera. Se despertaba temprano para preparar el desayuno y se encerraba en el sótano si creía que había hecho algo malo. En la mente de su querida sobrina, sus tíos nunca murieron.
También estaba su personalidad cambiante. Unas horas lloraba y en otras usaba vestidos coloridos. Jugaba, reía y corría. Podía parecer seria y repentinamente soltar frases fuera de contexto, por ejemplo, hablar sobre la muerte y comentarios insinuosos. Algunos días hacía gala de un enorme conocimiento como si hubiera leído una biblioteca entera, en otros casos no entendía nada. Podía quedarse quieta y tranquila, o pelear a golpes con alguien. Amelie estaba desesperada, no supo que hacer en esos años. Habían intentado demasiados psicólogos y psiquiatras, pero solo enviaban pastillas tras pastillas. Diagnósticos incorrectos. Su punto de quiebre fue enterarse de que Diana se lastimaba e intentó matar varias veces.
Una década después, Amelie ya tenía una respuesta para su discrepante comportamiento. Extrañamente, no fue difícil imaginar que su sobrina fuera varias personas. Las había visto a todas por años. Ella se convirtió en su recordadora; cuando cambiaban, Diana no recordaba nada y Amelie tenía que actualizarla. Se había sentido sumamente mal al saber que pasó con su sobrina. Debió de haberla apoyado más porque sentía que ese fue el peor maltrato: el abandono. Todos las habían abandonado de una forma u otra, aun sí no eran su culpa. Primero, Yvonne desaparece. Luego, sus padres fallecen y Amber conscientemente deja a su hermanita. Sus abuelos también fallecen y el inspector que prometió visitarla la desecha. Frank, Eva y Victoria la desatienden. Muchas personas le dieron la espalda cuando pidió ayuda. Inclusive, Diana debió interpretar como desamparo que ellos no la visitaran. Lorraine, Charles y ella creyeron en su momento que era lo mejor; recién había perdido a sus padres y mudarse a otro país hubiera sido demasiado abrumador para una niña pequeña que nunca había salido de su ciudad siquiera. Realmente creyeron hacer lo correcto, pero su sobrina los necesitaba y estas eran las consecuencias. Desarrolló identidades para protegerse. Amelie llevaría ese arrepentimiento hasta después de la muerte.
Como vivía a varias horas de la universidad, solo podía ver a su sobrina los fines de semana, excepto cuando tenía mucho trabajo como para viajar. El hospital donde recibía su terapia quedaba a mitad de camino, por lo que recibía grabaciones de voz de las sesiones. Así que se escribían por WhatsApp y algunos días se llamaban por teléfono. Cuando Kali le habló del ataque que tuvo Diana hace algunas semanas, casi realiza todo el viaje hasta su departamento para verla, pero la convencieron de quedarse tranquila. Por fortuna, al tener vacaciones, su saphir decidió visitarla.
-¿Por qué crees que Scarlet te atacó? -le preguntó después de escuchar sobre la última sesión.
-No lo sé, tía. La doctora Bristol piensa que ella buscaba expresar algo que no podía. Y la pesadilla también fue de Scarlet. -respondió Diana bebiendo de su té de frutos rojos.- ¿Qué puedo hacer? Sé que estas agresiones van a empeorar.
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Las voces en el jardín
JugendliteraturDiana Anderson es una universitaria con Trastorno de Identidad Disociativo que narra su historia de cómo logró la integración con sus alters con ayuda de su novio Allan Myers, mientras que lucha por recordar la serie de traumas que desarrollaron el...