Capítulo Setenta y Dos

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Breathe — Little Mix

"Mi Fin"

Fiorella

Hola, mami ¿Me extrañaste?

Me arrodillo frente a la tumba, y después de sacar las flores secas, coloco unas nuevas y las acomodo para que hagan relucir más la lápida. Después de unos segundos, aún me mantengo mirando la pequeña construcción que mantiene oculta a mi madre.

—Yo si te he extrañado, y mucho —. Sonrío, a pesar de que no hay nadie cerca que pueda verme. El viento arremete contra mí y se encuentra con mi rostro, revolviendo mi cabello contra él, haciendo que lo oculte detrás de mis orejas —. Han pasado cuatro años desde aquel terrible día, y no sabes la falta que me haces desde entonces.

Es veinticinco de agosto, y hace exactamente cuatro años perdí a mi madre. Aunque ha pasado tanto tiempo, este es el primer año que vengo a verla. Debido a la culpa, no me sentía bien viniendo aquí. Para mí —y para mi padre —, venir a verla, era como reírme en su cara. La asesina plantándose frente a su víctima. Demostrando que aún en la tumba, seguía atormentándola.

Pero el tiempo ha pasado, y ahora eso ya no me atormenta más. Meses atrás pude vencer al dolor y, mostrándome ante ella, pude pedirle perdón por no haber venido en todos estos años, y también redimirme a mí misma. Sin embargo, a diferencia de la última vez que estuve aquí, hoy me encuentro sola. No hay nadie a mi lado que me apoye en estos momentos, cuando más necesito unos brazos que me sostengan. La soledad es mi única compañera.

—Sé que te has de estar preguntando el por qué he venido sola. —Agacho la cabeza, y me concentro en arrancar pequeños motes de pasto —. O probablemente esto solo lo estoy mencionando para descargarme un poco contigo, tomando en cuenta que no puedes contestarme y reñirme por ello, o desmayarlo a él a cazuelazos.

Mi madre era una auténtica madre mexicana, esa misma que te hacía hasta replantearte la vida con sus regaños a sangre viva, y aunque ella nunca nos puso una mano encima a Pía y a mí, siempre nos amenazaba con sacar su sagrada chancla y recordarnos por qué no debíamos desobedecerla. Así que imaginarme en cómo ella arremetería contra el hombre que me rompió el corazón es algo que alegra un poco mi corazón.

—No quiero que te preocupes por mí, sabes que he pasado por cosas peores. Que el amor de mi vida me haya roto el corazón no es nada —intento tragarme el sollozo de mi garganta, y sustituirlo con una risa, pero el sonido que sale es más lastimero de lo que me imaginaba. Cierro los ojos con fuerza y alejo los pensamientos pesimistas de mi cabeza —. Sabes que soy más fuerte que eso, y que saldré de esta, así como lo he hecho siempre.

» También quiero pedirte perdón por no haberte visitado en estos meses, las cosas se han puesto un tanto caóticas, pero ¿Adivina qué? ¡Tu niña entró a la universidad! Voy a estudiar para convertirme en una gran doctora, salvar las vidas de las personas y también traer nuevas al mundo. Cada vida que salve será en honor a ti, que no pudiste tener una segunda oportunidad.

Me hubiera gustado que alguien la hubiese ayudado. Que en medio de toda esa lluvia alguien la sacara del auto y la llevara al hospital. Poder mantener su corazón latiendo y que sus ojos no se cerraran. Pero eso no sucedió. Nadie estuvo ahí, al menos no a tiempo. La ambulancia llegó justamente diez minutos después de que mi madre ya había dejado este mundo. Y para cuando yo llegué a ella, ya no había nada que hacer. La había perdido para siempre.

Por eso yo no dejaría que eso les pasara a más familias. Haré todo lo que esté en mis manos para salvar las vidas que pueda, y que así nadie más tenga que pasar por el mismo dolor que estoy sintiendo en estos momentos.

Massimo (Familia Peligrosa I) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora