Amanecer entre libros

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Es una mañana pacífica en Mondstat, es una ciudad tranquila y los niños juegan tranquilamente por las calles mientras los vendedores los saludan con una sonrisa al pasar. La biblioteca se encuentra apenas abriendo sus puertas y Lisa ya se encuentra refunfuñando debido a la falta de libros, se da cuenta que varias personas ya se han atrasado bastante en las fechas de devolución.

— Cielos, cuánto polvo. ¿No pedí específicamente que se envíe a alguien para la limpieza? Cielos... Nadie le dan importancia a la cultura aquí...
— ¿No es muy temprano para estar con esos ánimos? — la voz de la Gran maestra de los caballeros suena haciendo eco.
— Santo cielo, habla más bajo, ¿No ves que es una biblioteca? — dice Lisa frunciendo el ceño.
— Oh... Lo lamento, solo que es realmente temprano para estar quejándose tanto. — Jean se cruza de brazos mientras ve a Lisa ir y venir por el cuarto.
— ¿Que sucede? ¿Acaso no tienen trabajo los caballeros de Favornius hoy?
— Bueno, apenas está amaneciendo así que... No han llegado la verdad, pero imagino que no tardarán. — Jean sonríe un poco mientras la sigue con la mirada.
— Bueno, ya veo. Bien entonces. — Lisa agarra una pila de libros y pasa por al lado de Jean ignorandola.
— E-ey ¿Por qué esa manera fría de tratarme? — preguntó Jean nerviosa.
— ¿Disculpa? No sé a qué te refieres...
— Me refiero a... Más bien, ¿Por qué tanta frialdad de repente? — Jean comenzó a caminar detrás de Lisa.
— Por favor no me sigas, ¿No ves que estoy ocupada? No falta mucho para el horario de apertura y estoy sola para hacer todo. — respondió apurando el paso.
— Lo sé, ya lo veo... ¡Yo puedo ayudarte! — exclamó Jean.
— Ya te dije que bajes la voz, además... No necesito la ayuda de ninguna caballero. — Lisa tomó más libros y los apilo sobre los que ya llevaba.
— Oh, ¿Desde cuándo tan orgullosa? — Jean se apuró para ponerse a la par.
— Ya te dije q---

En ese momento Lisa sin darse cuenta se trastabilló, los libros no le dejaron ver dónde pisaba pero Jean que era muy rápida de reflejos se adelantó a su caída y pudo sostenerla, quedando Lisa sobre su pecho unos momentos mientras Jean la tomaba suavemente.

— ¿Q-que haces? Ya puedes soltarme. — dijo irritada Lisa.
— Oh, lo siento, solo quería asegurarme que nuestra mejor bibliotecaria no se haga daño. — Jean sonrió y Lisa apartó la mirada.
— Bien, te lo agradezco. — Lisa se soltó, y luego de acomodarse la ropa atinó a marcharse.
— ¿Y el agradecimiento? — la caballero se cruzó de brazos sonriendo burlona.
— ¿Oh...? ¿Podrá ser posible? Que olvidadiza estoy últimamente...

Lisa se quedó unos momentos juntando los libros que se le habían caído y tras ponerlos con suavidad sobre una mesa cercana se acercó a Jean rápidamente y tomándola de la ropa se le acercó al oído.

— Querida, creo que ya tuviste suficiente agradecimiento de mí parte hasta ahora, diría que más que el que haz podido aguantar... — Lisa la soltó y Jean sonrojada se apartó molesta.
— Cielos... ¿De qué estás hablando? No es manera de dirigirse a la Gran maestra de los caballer---
— Si si, lo sé, ya conozco ese discurso de memoria. Pero déjame recordarte, ya que tienes tanto tiempo libre al parecer, que yo conozco que hay detrás de esa máscara de Caballero con honores. ¿O no? Señorita encargada de la paz...

Lisa se alejó caminando moviéndose casi como si midiera cada movimiento para verse lo más llamativa y sensual posible, Jean aún nerviosa no quiso seguirla pero si la miró todo el tiempo hasta que Lisa desapareció de su vista, en ese momento se dispuso a volver a su oficina.

"¿Que le pasa? No hace falta que me trate así..." Pensaba Jean mientras miraba por la ventana, el sol ya se había asomado pero los caballeros aún no llegaban.
"Aún así... Ella olía muy bien" Jean acercó su rostro un poco hacía su ropa para volver a sentir el perfume de Lisa, un aroma suavemente dulce y floral. Jean inspiró lentamente cerrando los ojos y sintió como todo su cuerpo se relajaba.
"Diablos, éste aroma me recuerda a..." Jean corrió su rostro y respiró hondo, pero su cuerpo ya se sentía caliente.
"¿Que haré..? Me siento muy distraída, ¿Será que tengo tiempo para...?" Pensaba la caballero nerviosa, en ese momento se sentó en su enorme y bello asiento y apoyó sus dedos sobre sus muslos, los tocó lentamente y fue recorriendo el espacio hasta su entrepierna mientras abría de a poco ambas piernas mientras miraba cada tanto por la ventana hacia la entrada al castillo. Sin quitarse la ropa se rozaba un poco, cuando comenzó a jadear llevó una de sus manos hacía su pecho y lo apretó un poco con los dedos.
— Lisa... Lisa... — comenzó a decir.
— Querida, deberías agradecer que estaba pasando por aquí porque sino no te hubiera esc---
En ese momento en el que Lisa había abierto la puerta sin llamar bajó los libros que llevaba y pudo ver a Jean allí sentada con los ojos bien abiertos y agitada.

— Oye, ¿Te encuentras bien? Estás un poco roja. — Lisa se acercó preocupada.
— Sisisi, estoy perfectamente... — Jean respondió agitada
— Un momento... ¿Acaso tu..? — Lisa se acercó lentamente mientras Jean trataba de apretar las piernas. — ¿Estás sufriendo agotamiento por el trabajo otra vez? Cielo santo, ¿De nuevo? Por favor dame un respiro...

Lisa rodeó la mesa para acercarse mientras Jean trataba de controlar a toda cosa su respiración y con disimulo trataba de secarse el sudor por los nervios y la sorpresa. Lisa se comenzó a acercar lentamente y Jean sonrojada comenzó a agitarse nuevamente.

— Jean... ¿No me digas que... — Lisa apoyó una de sus manos en el muslo de Jean.

En ese momento un caballero llamó a la puerta y ambas se alertaron. Lisa se levantó rápidamente y tomó los libros que había apoyado en la mesa de Jean.

— Me despido, señorita caballero, me encontraré como siempre en la biblioteca hasta tarde si necesita seguir discutiendo sobre ese asunto. — Dijo Lisa mientras cerraba la puerta sonriendo.

 — Dijo Lisa mientras cerraba la puerta sonriendo

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