esto es una traducción, el fic original le pertenece a seIcouth
Dos niños. Niño y niña.
Los dos incomparablemente bellos.
Sebastián Elliot Hale era el primogénito. Cabello rubio, mandíbula angular, pómulos pronunciados, azul. Un chico que tenía los mejores rasgos de su madre y los peores rasgos de su padre. Ambicioso, taimado, ingenioso, y persistente. Un gobernante nato, con una sonrisa y risa presidencial.
Rosalie Lilian Hale fue la segunda en nacer. Cabello rubio, mandíbula suave, pómulos pronunciados, violeta. Una chica con los peores rasgos de su madre y todos los mejores rasgos de su padre. Ingeniosa, fuerte, leal, y maliciosa. Una mujer hecha para ser reina, con sonrisa y risa de princesa.
Los dos perfectos en los ojos de sus enemigos.
Nunca fallando en impresionar a aquellas personas en quienes pusieran sus miradas.
Rosalie Hale y Royce King II, una pareja hecha en el cielo. Los dos ricos y extraordinarios.
La familia del futuro esposo estaba jubilosa de alegría por unirse a la tan respetada empresa Hale. La familia de Royce ya estaba haciendo planes para un futuro de contar billetes de dólar y nietos.
Sebastián Hale era todavía un soltero, elegible solo para las mejores señoritas. Con una personalidad amargada que solo se hacía más potente a medida que envejecía. Sus ojos azul profundo estaban oscurecidos por la contundente naturaleza de sus padres pidiéndole que se casara, que les diera hermosos nietos que consentir.
Los dos hermanos Hale no podían ser mas diferentes, pero de alguna forma u otra trabajan juntos. Donde Rosalie estuviera, Sebastián estaba también. Caminando unos cuantos metros lejos haciendo lo que quisiera pero siempre a la disposición de su hermana. Viceversa iba para Rosalie cuando Sebastián estaba en la ciudad.
El pueblo amaba a los hermanos Hale. Amaban verlos crecer y aprender y transformarse en perfectos miembros de la sociedad. Perfectos hombre y mujer.
Hasta que los dos desaparecieron.
Rosalie había desaparecido en una mancha de terciopelo, y el pueblo observó como Royce superaba tan fácilmente la repentina desaparición de su prometida. Al ahora solterón parecía no importarle que su futura esposa había huido de su lado a tan solo días de su ya programada boda.
Fue tan solo unos días después que los asesinatos empezaron a suceder.
Uno tras otro.
1, 2, 3, 4, 5, 6, y entonces, nadie nunca volvió a ver a Royce.
Y los hermanos Hale se volvieron una memoria distante.
—No tenemos tiempo para arrepentimientos. —murmuró Sebastián, arreglando los rubios rizos de su hermana. Enmarcándolos alrededor de su rostro como había visto hacer a su madre miles de veces. Su velo de novia cosquilleaba sus nudillos, mientras lo colocaba correctamente alrededor de la cara de Rosalie.
—¿Cómo es que estas tan calmado? —preguntó Rosalie, sus ojos rojos mirando a Sebastián. A pesar de sus ojos ahora diferentes, su hermana seguía siendo la misma. Hermosa, suave, y ferozmente leal a nadie más que a él.
—Se lo merecían. — Sebastián contestó, sus ojos desviándose al cuerpo en la esquina.
El cabello oscuro de Royce cubría sus vacíos ojos de la vista. Su cuello estaba en ángulo incómodo,
Sebastián sonrió. Sus propios ojos rojos brillando con alegría.—Desearía haber alargado más esta tortura. — comentó.
—Gracias, hermano. — Rosalie susurro, colocando una mano sobre su mejilla.
Sebastián asintió, presionando su cara contra la palma de su hermana. Sintiendo toda la devoción y gratitud que ella sentía hacia el, por ser el único hombre que realmente le había mostrado amor y amabilidad.
Cualquier cosa para ti, cualquier cosa para ti, cualquier cosa para ti.
Rosalie era su familia, siempre había sido su única familia.
Sus padres habían sido nada más que salvajes en busca de dinero, quienes estaban dispuestos a enviar su propia hija a una relación abusiva con un hombre al que Sebastián había planeado asesinar desde que escuchó la risa de Royce King a travez del salon de baile.
Había sido un asesinato simple. Todos ellos.
Rosalie había regresado a él en su estado inmortal una noche mientras el bebía de tristeza por su desaparición. Fue entonces que ella le contó todo lo que esos hombres le habían hecho.
Sebastián había sido el primero en sugerir asesinato.
Los siguientes meses los paso en las sombras, quebrando cuellos y acuchillando las tripas de los hombres que se habían atrevido a tocar a su hermana sin su consentimiento. Había dejado a Royce para el final, queriendo compartir esa muerte con su hermana.
Royce sabia que alguien venía por el. No sabía quien era el que había matado a todos sus amigos pero estaba dispuesto a esconderse en un cuarto con guardias parados fuera.
Sebastián había dejado esas muertes para su hermana, quien se había vestido perfectamente en su vestido de novia.
El violador había llorado cuando estuvieron frente a él, rogando por perdón. Sebastián aún era humano entonces, y el incluso había pensado que la imagen era patética.
Él se había enrollado alrededor del cuerpo de Royce, agarrando el cabello del hombre en su puño y manteniendo el cuerpo del violador quieto, mientras Rosalie quebraba su cuello.
No podían derramar sangre por la seguridad de Rosalie.
Carlisle había venido a ellos, acompañado por su hijo y esposa. Rosalie le había dicho acerca de lo que ella y Sebastián habían hecho, y Sebastián se había convertido en la única excepción de Carlisle Cullen esa noche.
Sin haber estado en el borde de la muerte, Carlisle había mordido a Sebastián Hale.
Haciendo al primogénito de la familia Hale, inmortal al igual que su hermana.
Una vez habiendo terminado de arreglar a su hermana, Sebastián arreglo la corbata en su traje. Incluso después de cometer un asesinato, el estaba pulido y profesional. Algunos hábitos de su niñez eran simplemente muy duros de romper.
—Vamos. — el dijo, tomando la mano de Rosalie y poniéndola en su brazo. Rosalie enrollo sus dedos en su bicep de mármol, acostumbrada a hacer eso desde que eran niños.
—¿Y si pasa de nuevo? — Rosalie pregunto, sus ojos brillando con miedo.
Su hermana raramente se asustaba por algo, pero el asalto de Royce había abierto un nuevo conjunto de traumas para la única persona que Sebastián estaba seguro que amaba más que a si mismo. Una vez más, Sebastián deseo haber torturado más a Royce por el imperdonable acto que había cometido.
Sin romper su paso hacia su nueva familia, Sebastián contestó.
—No te preocupes hermanita, nadie nunca te lastimará mientras yo viva.
Habían pasado casi cien años desde que había hecho esa promesa.
Nunca había sido rota.
Y nunca lo sería.
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Dancing Wolves - Paul Lahote (TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL) @seIcouth
Fiksi PenggemarNADA DE ESTO ME PERTENECE MÁS QUE LA TRADUCCIÓN A ESPAÑOL, EL FANFICTION ORIGINAL PERTENECE A @seIcouth "Supongo que los dos somos ángeles en las historias del otro y demonios en nuestros propios contextos." ☁️✨ Después de regresar a Forks...