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Durante aquel evento vi a gente que nunca había visto antes, y juraban ser mi familia. Aunque claro está, muchas de ellas eran "primas" por parte de la familia de mi nuevo padrastro, que llegaban con esa excusa para poder charlar un poco conmigo.

Y con eso, definitivamente había una persona que no estaba feliz.

Quería evitar las charlas, pero era demasiado tímido para cortarlas e irme como si nada. De vez en cuando lanzaba miradas rápidas a una esquina donde estaba la mesa de la familia de Hyungwon, quienes pidieron esa zona por más tranquilidad, pensando que Hyungwon estaría calmado si estaba lejos del bullicio, pero la realidad era al revés.

Estaba molesto. Celoso al punto de que su puchero era muy notable y aquella mirada quería hacerme añicos, o robarme, no sé.

Como el hijo de la novia, no tenía la oportunidad de irme tan fácilmente, pero aprovechando la excusa de que tenía que ir al baño, me liberé de una incómoda conversación acerca de fetiches que no tenía idea como empezó, y me fui de ahí, enviando una señal a mi chico con la mirada.

No había problema, ambos eramos hombres. Podíamos entrar al mismo baño como si nada sin levantar sospechas.

— ¿Ya acabaste la ronda de pláticas con las invitadas o hablarás con todas y seguirás ignorando a tu esposo? —me reclamó con un tono muy bajo— Porque si es así, entonces es mejor que yo me vay...

Decidí interrumpirlo con un fogoso beso que quería darle desde que noté su celosa mirada sobre mí. Se veía realmente sexy.

Lo tomé por la cintura y lo senté sobre la encimera del lavabo para seguir besándolo mejor, hasta que necesité un poco de aire y me separé de él sonriendo.

— Soy tuyo. —le recordé— todo tuyo.

Su mirada me recorrió y un ligero sonrojo se hizo presente en su rostro que todavía se mantenía determinado en fingir enojo, cuando en realidad estaba celoso.

— Hmph. —bufó y miró hacia un lado— No lo parece.

Sus delgados brazos dejaron de abrazarme y se cruzaron a la altura de su pecho, provocándome una carcajada de felicidad instantánea.

Ese chico tonto, ¿Acaso piensa que podría tener ojos para alguien más que no fuera él? ¿Cómo sería eso posible? Él solo pensaba eso porque jamás se había visto a través de mi perspectiva, sino, acabaría entendiéndome.

— ¡He dicho que soy tuyo! —mencioné con una sonrisa imborrable— Soy tu esposo, márcame como quieras, donde quieras. —le incité abrazando su delgada cintura— te pertenezco.

Obteniendo el permiso no se limitó a desaprovechar la oportunidad por lo que aflojó la corbata de mi traje, colocándola sobre su cuello, quitó dos botones de mi camisa y se abalanzó a besar el área entre mi cuello y mi pecho, succionando fuertemente para dejar marcas a propósito sobre quien le pertenecía en cuerpo y alma.

Cerré los ojos sintiendo la humedad de su boca acariciarme la piel desnuda, dejándome un rastro de escalofríos que amenazaban con agotarme la cordura con cada segundo que pasaba.

— Hyungwonnie... —le susurré acariciando su cabello— Es suficiente, me estoy alterando un poco, y eso sería un problema estando aquí, no quiero parecer un pervertido...

Hyungwon se detuvo y dirigió su mirada lentamente a mi rostro.

— Entonces vámonos. —respondió con firmeza, dejándome un poco sorprendido.

¿Ir a donde? Ni siquiera estábamos cerca de la casa, íbamos a dormir en un hotel cernano al lugar del evento y... Oh, así que era eso.

— ¿Quién te dio permiso de beber? —pregunté con diversión, dejando cortos besos en su rostro.

Su expresión seguía tan seria como cuando estaba viéndome desde la esquina, pese a mis fallidos intentos por contentarlo. Estaba seguro que todo era obra del alcohol que seguramente bebió en escondidas de sus padres, y de mí.

— No bebí. —mintió como si no hubiera percibido el sabor del licor en su boca— O quizá si. Lo sabrías si hubieras estado conmigo...

Lo miré fijamente por varios segundos, y finalmente tomé su mano, obligándolo a bajar de la encimera y a caminar hacia afuera.

— Bien, si eso es lo que quieres. —susurré mientras tiraba de él en dirección a la barra del salón del evento.

Estando ahí pedí dos botellas enteras de licor, y sin soltar su mano tiré de él en dirección hacia el estacionamiento. Su expresión era realmente confusa, algo entre la sorpresa y la curiosidad.

— Wonho, ¿qué estas... —abrí la puerta de mi auto y tomando su cintura, lo hice sentarse en el asiento del pasajero, después rodeé el auto e ingresé por la puerta del conductor.

— Nos vamos. —avisé antes de poner el auto en marcha, dejándolo sorprendido.

Literalmente me había escapado de la boda de mi propia madre.

Hyungwon parecía seguir confundido con mi comportamiento, sin embargo guardó silencio durante todo el camino, hasta que me detuve frente a una playa, que estaba adornada por el silencio y las estrellas de aquella oscura noche.

— Y bien, aquí estamos sólo tú y yo. —susurré acercándome a sus labios— Somos libres ahora.

Una sonrisa leve se pintó en su cara, y mirándome con detenimiento, tomó una de las botellas de licor y la abrió dando un sorbo grande, para finalmente besarme derramando uns cantidad de aquel líquido en mi boca, mientras que otra parte se escapaba por nuestras comisuras, chorreando por su cuello.

A pesar del pesado sabor al que no estaba acostumbrado, no pude resistirme y acabé besando aquella zona hasta limpiar por completo el líquido que mojó su piel desnuda.

Cuando nos separamos, miré cómo tomaba de la botella tranquilamente dejando su cuello totalmente vulnerable hacia mí, como si quisiera que siguiera usando mi boca en aquel lugar. Fue entonces cuando no soporté más y lo atraje hasta mí, sentándolo sobre mi regazo, dándome cuenta que cada vez me era más difícil estar lejos de ese chico.

A pesar de la poca costumbre al licor, bebí esa noche y me embriagué profundamente de sus besos. Lo hice mío de nuevo, lo disfruté entre un nuevo sabor y terminé mareado de tanto amor, porque ni siquiera el licor me ponía tan ebrio como lo hacía Hyungwon.

Sólo él podría ser mi vicio

Mil Besos Sin Un PorquéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora