Capítulo 25

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Capítulo 25

❈── ∗ ⋅Zeth⋅ ∗ ──❈

          Antes de que el sujeto pueda disparar, Elize patea el arma de su mano y con el mismo impulso gira y patea su rostro

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          Antes de que el sujeto pueda disparar, Elize patea el arma de su mano y con el mismo impulso gira y patea su rostro. Se acerca y toma su brazo doblándolo hacia atrás, patea su rodilla desde atrás, obligándolo a caer al suelo y se monta sobre él, apretando el cuello del hombre entre sus brazos. Este intenta moverse, pero ella hace presión hasta dejarlo totalmente sin aire.

          Lo suelta y lo deja caer en el suelo, levantándose suspira. Magda entra al lugar y observa los dos cuerpos a mi lado y a Ahmad en el suelo inconsciente junto a Elize.

         —¿Este es el que había que dejar vivo, no? —pregunta Elize.

         Magda asiente con indiferencia y avanza hasta el siguiente cuarto pateando la puerta.

        —¡Woo! —exclama ella—, calmémonos un poco.

          Me asomo levemente, el niño está de pie apuntando una pistola hacia ella con sus brazos extendidos. Sus manos tiemblan y su rostro es decidido.

         —No vine a hacerte daño, niño —le dice ella.

         —Ayn 'abi? (¿Dónde está mi padre?) —pregunta en árabe.

         —Iinah bikhayr, la tuqaliq ln nuwdhiah (Está bien, no te preocupes, no lo lastimaremos) —le responde Magda— Aismi faranka , hal 'ant nasim? (Mi nombre es Franka, ¿eres Nassim?)

        —Nem (Sí) —contesta, aún apuntando.

          Mientras ella sigue manteniendo al niño en calma, yo me desvío por el pasillo de lado, hay una puerta detrás del niño, así que avanzo despacio hacia allá. Sigiloso entro detrás de él y antes de que pueda hacer otro movimiento lo sostengo desde atrás y tumbo el arma de sus manos.

        El chico grita y se mueve con furia intentando zafarse sin éxito. Magda suspira y se acerca, coloca un pañuelo con un químico en el rostro del chico, dejándolo inconsciente en pocos segundos.

         Ella se aparta dejándolo caer en mis brazos, arroja el pañuelo a un lado y retrocede, Elize se asoma en la habitación recostándose del marco de la puerta.

        —Detesto a los niños —murmura Magda.

        —Somos dos —apoya Elize.

        —Salgamos de aquí, ya estamos más que retrasados —dice Magda— móntenlo a él —ordena a los demás hombres que vienen con nosotros, refiriéndose a Ahmad.

        Yo tomo al niño en mis brazos y lo saco del recinto.

         Nos atrasamos una semana con la entrega del niño, no fue tan fácil conseguir a Ahmad, sin embargo, tal como sospechábamos había regresado al Líbano. Pensé que nunca tendría que volver a tocar este desierto lleno de pesadillas y dolor.

#4 DeepnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora