Cuando el temporizador de mi alarma suena a las cinco de la mañana, me levanto de la cama con cautela, luego me dirijo al escritorio para tomar el regalo que ayer preparé con mucho esmero, y al final, salgo de mi habitación, dirigiéndome al cuarto de mi hermano, que está al otro lado del pasillo. Entro con cuidado, a la espera de no despertarlo antes de que pueda cantarle Feliz cumpleaños, justo cuando uno de los cordones de la bolsa se rompe y cae al suelo, haciendo eco con el piso de madera que decora la habitación. Levanto mis ojos con temor de haber despertado a mi hermano, pero tremenda sorpresa me llevo cuando me percato de que la cama está arreglada, y a juzgar por la inexistencia de arrugas que hay en el juego de sábanas, deduzco que anoche mi hermano no llegó a dormir.
Me empiezo a sentir indignada cuando me doy cuenta de que Justin ni siquiera fue capaz de avisarme que no llegaría a dormir, y no solo eso, me siento herida cuando me doy cuenta de que él no piensa pasar su cumpleaños en casa como hemos hecho cada año, y lo peor, es que ayer me desvelé haciendo su regalo, que, de haber sabido, ni me hubiera tomado las molestias de preparar. Con frustración y recelo dejo el regalo sobre su escritorio y escribo una pequeña nota, quejándome del porqué no llegó a dormir.
Cuando termino de escribir, le doy un rápido vistazo a la puerta de su baño con la esperanza de que salga de ahí, luciendo crudo y dormido, pero al ver que no sale de ahí, suelto un suspiro cansado, saliendo del cuarto, para luego regresar con evidente molestia a mi habitación.
Intento volver a dormir, pero con el coraje matutino que Justin me acaba de hacer pasar, hasta el sueño se me ha ido. Reviso mi celular a la espera de un mensaje por parte de mi hermano, o de alguno de sus amigos, pero la única notificación que tengo es de Jonas, diciendo que se quedará de guardia por más tiempo, tal vez dos días más de lo planeado. Significa que hoy, me la pasaré sola, porque está claro que él no tiene muchas ganas de pasar su cumpleaños en casa con su única hermana.
Arreglo mi habitación con tristeza y cansancio, y cuando ya no tengo nada más que hacer, me percato de que ya es hora de arreglarme para ir a la preparatoria. Como el día luce más soleado que de costumbre, decido darme una ducha, para después ponerme un simple vestido rosa con estampado de bolitas. Aunque suene tonto, aún tengo la esperanza de que Justin se disculpe conmigo por no avisarme de que dormiría fuera de casa y en su lugar, compense su error llevándome a celebrar su cumpleaños a nuestra cafetería favorita.
Bajo al comedor con mi mochila colgando del hombro, y después de desayunar un pedazo de pai de piña que ayer, con mucho cariño preparé para mi hermano, me voy de la casa, con la tristeza como mi nuevo mantra. De verdad que no puedo creer que mi hermano ni siquiera se haya dignado a mandarme un mísero mensaje de que no iba a dormir en casa, y lo peor de toda esta situación, es que ni él ni ninguno de sus amigos me contestan alguno de los mensajes que les envíe cuando me levanté.
Cuando llego a la preparatoria, estaciono mi auto a un lado de una flamante BMW de color azul, que capta por unos segundos mi atención, pues se me hace familiar, aunque no sé de dónde. Al final, tras pasar un minuto en silencio, en el cual pierdo el interés por el bonito carro, me decido a tomar todas mis cosas para bajar de mi Spinner. Apenas cierro la puerta y me doy la vuelta, me sorprendo de ver a la morena que después de la clase de biología ya no suelo ver. Sus ojos grises me observan con detenimiento antes de lanzarme una amplia sonrisa y acercarse a mí con paso decidido.
—Buen día Keyla—saluda, con su característico tono de voz dulce—Justo estaba por ir a buscarte.
—¿A mí? —inquiero con sorpresa, señalándome con un dedo.
Josephine es una persona muy amable que por desgracia casi no he podido tratar, y no porque no quiera, si no por los problemas que tiene con una de las gemelas, de modo que solo le he llegado a hablar porque este mes terminamos siendo pareja en una clase.
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Camino a la salvación
FantasiKeyla Adams es apenas una adolescente de dieciocho años que aprende a vivir su vida diaria como cualquier otra persona. Siempre ha estado acostumbrada a vivir en un mundo de confianza y verdad con las personas que la rodean, hasta que su destino la...