Respiro profundamente antes de entrar al consultorio. No se sentía preparada, mucho menos al escuchar su nombre dicho por la secretaria. Al terminar de entrar y ver a aquella psiquiatra junto a un escritorio blanco se sintió que quería salir corriendo.
—Buenos días, Nina —saludó la doctora con una sonrisa y ella pudo percibir el cansancio en sus ojos.
—Hola —habló tan bajo como pudo.
—¿Y cómo haz estado? —inquirió tomando entre sus manos su expediente médico.
—Bien —no fue una respuesta que esperaba de ella—. Es decir, no tendría que volver a pasar por esto sí...
—Nina, tuviste un trauma muy fuerte —interrumpió la doctora cortando las palabras de su paciente adolescente—. Es normal que no quieras hablar de lo que ha pasado pero necesito saber si puedo hacer algo más por ti que sólo escucharte.
Quiso decir algo más pero se detuvo al verla tan perdida. La joven se tenso al escuchar las palabras de su doctora. De hecho, sabía que había hecho más que cualquier persona, incluso más que sus padres.
Sin proponer empezó a sentir la boca seca, como si no pudiera hablar y es que tampoco quería hacerlo. No hablaba con nadie de lo sucedido y mucho menos con su mejor amigo, lo conocía muy bien como para saber que se enfadaría.
—Estoy para ayudarte pero necesito que confíes en mí —volvió a hablar la doctora atrayendo su atención de nuevo.
—Me siento fatal —confesó—. No puedo dormir por las noches y todo se vuelve tan confuso —continuó con las manos temblando—. Anoche, por ejemplo, tuve un sueño con aquel día y parecía tan real que cuando sentí una mano en mi hombro salté de la cama volviendo a la realidad —susurró sin mirar a la doctora y recordando ese momento.
—¿Puedes decirme qué soñaste? —preguntó de pronto luego de unos minutos.
—Era confuso... —medio sus palabras volviendo a mirar a la doctora—. Al principio me vi a mi misma corriendo en un descampado y cuando me sentí cansada deje de correr, era como si quisiera llegar a un lugar sin tener éxito —completó su relato.
—Crees que tiene relación con...
—¡No! —saltó de pronto de su silla—. Cuando desperté estaba todo mojada y tiritando de frío con mi papá diciéndome que había sido una pesadilla —explicó sentándose de nuevo al instante—. No le dirá nada a nadie si le cuento un secreto —pidió en voz baja que la psiquiatra muy poco escuchó y asintió—. Siento que me alguien me sigue y que hablan a mis espaldas, yo los escucho.
(...)
Un chico de ojos negros azabaches entró en su lugar de trabajo muy inseguro, algo muy inusual en él. Lo presentía, sabía que algo iba a cambiar. Dejó de sonreír al ver a su jefa con una molestia y no es que siempre la viera así pero está ves algo le decía que no era nada bueno.
—Llegas cinco minutos tarde —puntualizó.
—Buenos días, aunque no parecen tan buenos —intentó bromear pero parecía que su jefa no aflojaría—. Perdón, se me hizo tarde.
—Eso mismo dijiste ayer, antes de ayer y estoy segura que lo dirás mañana también —refunfuña.
No quería decir el verdadero motivo de su tardanza.
—No volverá a pasar —aseguró.
—Pues claro que no volverá a pasar porque estás despedido —anunció y después se marchó sin siquiera decirle que le pagaría los ocho días de trabajo.
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Linda De Amar
FanfictionÉl no sabía que ella se convertiría en su nuevo amor verdadero.