Este era un sueño dividido en dos partes: En la primera parte del mismo, mi mente realizaba una suerte de recorrido dentro de una sombría edificación, mezcla de prisión, complejo departamental y jardín, estando cada una de sus áreas delimitadas por unos pequeños arbustos en los cuales crecían pequeñas flores rojas.
Por su parte, dentro de cada celda-departamento, se encontraban contenidos personajes de rasgos caricaturescos, algunos eran efectivamente dibujos animados y otros eran más bien como los actores de comedia de situación televisiva, enfrascados todos ellos en serie de perpetuas rutinas en las cuales repetían frases y situaciones cliché, reconociendo yo a los personajes de una celda como las protagonistas de la serie La Casa de los Dibujos, mientras que los de otra celda eran actores de la sitcom peruana Pataclaun.
El interior de dicha edificación era denso y oscuro, no contando las celdas con nada más que una pequeña ventana situada en su parte superior, a través de la cual se colaba una cegadora luz blanca, que impedía ver qué era lo que se encontraba en el mundo exterior.
En la segunda parte del sueño, que se sucedía sin ninguna clase de transición, yo me encontraba transitando por las calles de una linda ciudad, como sacada de una pintura, o una suerte de representación teatral: Era una ciudad de tipo Victoriana, pero desde una perspectiva totalmente idealizada e irreal, que me hacía pensar en la película Descubriendo el País de Nunca Jamás.
Mientras caminaba por esas calles, mi atención se centró en una madre sentada con su hijo pequeño en el césped de un parque, observando con cuanta felicidad la madre atrapaba algo en sus manos, diciéndole luego al niño:
— ¡Mira qué bonita ave atrapé!
Sin embargo, lo que estaba en la palma de su mano no era un ave, sino una mariposa de alas amarillas, la misma que contaba con enormes dimensiones, contando con una envergadura semejante a la de un halcón.
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Diario de Sueños y Pesadillas
No FicciónPues eso, un diario de las cosas que sueño últimamente.