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La nieve cae con delicadeza, es llevada por la fría brisa invernal por toda la ciudad, y llega después a las caras de niños y adultos, contando a Camila entre el punto medio de ambos.

Camila salta con una inocente mentalidad, como si aquella nieve no fuera más que charcos de agua. Más de una vez queda atascada en grandes montones de nieve, pero en vez de enojarse rie, ríe emocionada y por su propia torpeza.

Mira con felicidad los adornos navideños, y en ocasiones se queda contemplando las luces navideñas por un largo tiempos, con un brillo en sus ojos inigualable.

Con emocion llega a su destino y abre la puerta, suena la campanita que arriba de esta está, y un dulce olor impregna sus fosas nasales. El olor característico del chocolate y las galletas.

Era el lugar donde trabaja, y con la emoción de iniciar un nuevo turno se quita el gorrito y demás cosas, y las deja de lado para ponerse el delantal.

Mientras tararea una canción del café se acercaba felizmente al mostrador. Es 24 de diciembre, Nochebuena, y a pesar de no tener muchos clientes por eso no quita que en su rostro este aquella sonrisita de paz que siempre lleva consigo.

Atiende cliente tras clientes, todos satisfechos por la calidad bienvenida que aquella adulta de corazón joven les regalaba con solo unas pocas palabras.

Finalmente tocan las doce, debe marcharse y hacer algo importante. Deja su puesto con su reemplazo y tarareante sale de la tienda, no sin antes abrigarse y su gorrito azul llevar.

Le gusta ver a la gente ir y venir. Ve una chica pelirroja sonriendo con alegría, y a una castaña sonriendo con tristeza; ve a una chica hermosa, con el aura más radiante que la luna ser llamada por un grupo de personas, parece ser un grupo de literatura.

Llega a su segundo destino.

El cementerio.

Anda tarareante entre las tumbas cubiertas de nieve y flores secas, llega a una en específico, se arrodilla y deja una campanilla de invierno en ella.

Su sonrisa no se desvanece a pesar de todo, en cambio parece más feliz y radiante que antes.

—¡Ya se cumplen 25 años desde que mori! —Exclama sin temor a ser escuchada, con una energía confundible antes sus palabras— cada 24 repitiendo el mismo día, ojalá no me hubiesen secuestrado, buu~

Remueve la nieve de su tumba y se recuesta en el muerto suelo de esta, cierra sus ojos y sonríe en paz.

—¡Esperó poder repetirlo otros 25 años más! Espero poder hacer feliz a la gente de esa cafetería, así sea un segundo. Quiero que la gente tenga el segundo de alegría en noche buena que me arrebataron.

Los copos de nieve caen por su fria piel, y la joven se desvanece en el frío aire invernal, como cada 25 de diciembre.

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La academia estaba reunida en un círculo, todos tomaban chocolate caliente con serenidad luego de una buena lectura grupal.

—¡Mhh! ¡oigan! Escuche un rumor de cafetería —exclama Steph, quien deja la taza de chocolate de lado y deja a plena vista un bigote de espuma.

—Con que contando una historia sin mi, ¿eh? —Jasson, que recién llegaba al cuarto, mira a todo su grupo con seriedad, pero con la curiosidad carcomiendolo en el fondo¿De qué rumor hablan?

—Oh, si. Es Camila, ¿No? "La chica del 24" —Agrega Luna, dando después un largo sorbo a su chocolate.

—¡Lo recuerdo! —Interviene Flor al momento de agarrar el hilo de la conversación— fue una chica que trabajaba en el café de la esquina. Era muy alegre y tenía aquella inocencia que se pierde cuando uno crece. Pero un día, un 24 de diciembre, fue secuestrada, violada y asesinada.

—Yo escuche que en sus últimos momentos de vida ella rogó que la dejaran volver, o almenos ver aquello que le daba felicidad, las luces navideñas... Pero se lo negaron —habla ahora Noé, con cierta tristeza en su voz.

—Dicen que cada 24 de diciembre —Continua Flor—, justo en el turno de las 8 y las 12, puedes ver a una joven de cabello corto y castaño, con una sonrisa cálida y un aura de felicidad atender a clientes con la alegría de una niña pequeña. Creo que repite el ultimo día que estuvo con vida.

—Es triste pasar el resto de tu eternidad repitiendo el último día de tu vida, ¿no creen? —Finaliza Max.

Todos asienten con tristeza, se siente un aura depresiva en el cuarto hasta que entran Adrien y Jhon de una patada.

—¡Traje la pizza navideña! —Exclama Jhon.

—¡Yo me traje a mi, la belleza navideña! —Y como toda una diva se da una vuelta, dejando a plena vista un gran moño de regalo pegado en su espalda.

Y con eso todos ríen y festejan, y dejan de lado la historia de aquella chica.

"De la chica del 24"

La Chica Del 24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora