— ¡Hermy!— llamó Draco cuando la vio cruzar la puerta del gran comedor—. Siéntate rápido, creo que lo tengo—dijo entusiasmado, limpiándose la boca con una servilleta.
La castaña lo miró con los ojos como platos, no lo podía creer. Sentado junto a su amigo estaban Blaise y Luna, y si él pensaba hablar del tema que ella creía que hablaría, se desmayaría de la vergüenza en ese preciso momento. Lo menos que quería era que él rubio lo regara por todo el mundo mágico como si fuera la noticia del año.
Luna dedujo su pasmo y cortó sus pensamientos de raíz.
—Son bonitas las túnicas de los mortífagos, ¿no lo creen?
Blaise se atragantó con un trozo de tostada y comenzó a toser estrepitosamente, mientras que Hermione quería que se la tragara la tierra, allí mismo.
—No te preocupes Hermione, Blaise es de confianza, aparte para el plan se necesitan más personas—informó el rubio mirando a su compañero, mientras este asentía.
— ¿Y Luna?—preguntó nerviosa, mirando a la rubia que jugaba con un pote de crema de vainilla, dibujando con sus dedos corazones, enchastrandose toda.
— ¡Ya sabes!, para ella todo está bien—habló el moreno, abrazando a su novia y dándole un beso en la frente, que la rubia recibió gustosa.
—Sí, por mí no se preocupen. Sólo lo publicare en el Quisquilloso cuando se casen y tengan bebés—sonrío romántica.
Draco y Blaise estallaron en carcajadas tan sólo de imaginarse a la sádica de Bellatrix casándose y con hijos a cuesta. Daba muestra de que capaz todos habían perdido la cordura por emprender un plan con tales fines.
—Están..., absoluta y completamente locos, chicos—les informó negando con la cabeza y acomodándose para desayunar—Agradezco que quieran ayudarme, pero seamos realistas... ¡Por favor!, ¿Quién de los cuatro cree que algo así puede suceder?—carcajeó, por la ridícula conversación.
—Yo sí. Creo que hacen una hermosa pareja—dijo Luna como era de esperarse, mientras saboreaba la crema de sus dedos.
—Gracias...., pero no, mejor dejémoslo así. Quiero llegar viva para cuando se desate la guerra—bromeó, llevándose a su boca una repleta cucharada de gelatina.
—Déjame contarte el plan y luego decides si lo quieres hacer o no. Mi madre nos facilitara todo.
— ¿EL QUEEEEEE?..., ¿TU MADRE?..., ¿TU MADRE SABE?—chilló escupiendo toda la gelatina. Eso sí que no se lo esperaba ni en un millón de años—. ¡Yo te mato, Draco Black!—aseguró roja como un tomate.
—Cálmate, ¿quieres? Pareces una loca, la gente te está mirando—rió observando como unos cuantos chicos de Hufflepuff, cuchichiaban sin sacarles los ojos de encima.
— ¿Una loca?.., ¿una loca?.., a nooo, ustedes son los que necesitan urgente un psiquiátrico, estamos hablando de.... —se acercó para susurrar—Bellatrix, no de McGonagall—no podía entender como ninguno de los tres daba muestras de pensar que aquello era una malísima idea. ¡Por Merlín! ¿Estaban todos desvariando o qué?
—Con la profesora McGonagall no tienes posibilidades. A ella le gusta el profesor Snape—dijo la rubia como si fuera lo más obvio.
Los chicos quedaron con sus comidas a medio camino, y al instante explotaron destornillándose de la risa.
—No..., Luna, descuida..., no me gusta McGonagall—Hermione lloraba acalambrada, haciéndose viento con una servilleta.
—Menos... mal...—habló Blaise, entrecortado recuperando el aire—porque si secuestramos a una sub. Directora, nos encerrarían en Azkabán en un abrir y cerrar de ojos.
— ¿Secuestrar?—la castaña dejo de reír en seco para mirándolos más que preocupada.
—Sí, pero te lo contaremos luego, se hizo tarde. Después de clases nos encontramos en las tres escobas y seguimos la conversación ¿Les parece?—preguntó Draco, levantándose y recogiendo sus libros.
Todos asintieron conformes, para seguidamente dirigirse a la sala de transformaciones.
La materia se tornó de lo más densa.
Hermione amaba estudiar, pero en ese momento en lo único que podía pensar era en esa palabra..., esa palabra que Blaise había dicho, "Secuestrar".
¿Estarían pensando en secuestrar a Bella?, se preguntó, ¡no!, esa si sería la más absurdas de las ideas y por supuesto que no estaría de acuerdo, pero... ¿para qué querrían encerrarla?, y sin darse cuenta la clase termino. ¡Por fin!
Cruzó el último pasillo casi corriendo, quería llegar cuanto antes a su destino.
La profesora McGonagall le había pedido que se quedara unos minutos más y ya llevaba diez de retraso.
— ¡Hermione!—la detuvo Harry en los escalones de salida—Necesito un gigantesco favor—suplicó con cara de cachorro mojado, mirando para todos lados para asegurarse que nadie estuviera escuchando.
—Claro Harry, ¿qué quieres?—interrogó extrañada por la actitud de su amigo, pero a su vez maldiciendo internamente, "genial llegaré más tarde de lo previsto"
—No sé... cómo decirlo—se removió nervioso, sudando frío.
—Sólo dilo—lo alentó, procurando no perder la calma.
—Está bien, aquí voy...—tomó una gran bocanada de aire, y soltó a toda velocidad—soygaymegustaronnosequehacermeestoyvolviendoloco.
— ¡Oh!—no supo que más decir, verdaderamente, ese día estaba resultando de lo más inesperado—. ¿Se lo dijiste?— se le ocurrió preguntar.
— ¡NO! ¿COMÓ CREES?—engranó histérico.
—Bueno..., tranquilízate, ya se nos ocurrirá algo—aseguró comprensiva.
Sus tres amigos, que la estaban esperando, estaban ideando un plan para ella y ahora... era su turno de ayudar a Harry.
"De locos, simplemente de locos"
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Mi inesperada familia del corazón
De TodoBueno, no mucha. Mujer/Mujer. Alguna escena perdida de violencia y poco lenguaje inapropiado...bastante suave. Esta historia es Bellamione