Desde que te conocí (Jercy)

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PERCY

Desde hace ya algún tiempo lo sé. Puede que desde antes de que Annabeth rompiera conmigo, o puede que no. La verdad tampoco es como si me importara.

Sinceramente, hoy que ya tengo asumido que estoy enamorado de Jason Grace no puedo definir cuando me empezó a gustar, pero sí sé que no puedo esperar más para contárselo. Hoy regresa a Nueva Roma para supervisar los avances en la construcción de los nuevos templos para los dioses menores, por lo que si no lo suelto ya es más que probable que pase una temporada antes de que vuelva a verlo.

Camino hacia la cabaña de Zeus, donde sé que está recogiendo sus cosas -llámenme acosador por haberles pedido un hechizo de seguimiento a un par de chicos de Hécate-, cuando escucho una voz detrás de mí. Cuando me volteo, parece como si el cielo se abriera sobre mi cabeza -lo cual pese a que para los mortales pueda tener todo tipo de connotaciones positivas, dado mi historial con el Señor de los Cielos no es ni de lejos algo bueno.

Una sonriente Annabeth corre hacia mí, y cuando llega y me abraza, provocando que casi pierda el equilibrio.

-¿Qué te pasa listilla? -digo extrañado. Hasta hace media hora cada vez que me miraba se ponía a negar la cabeza con los labios fruncidos y cara de decepción.

-Por el amor de los dioses, dime que te le vas a declarar -responde ella, y ahora definitivamente sé que las Moiras detestan mis huesos.

-Que me le voy a declarar a quién -inquiero intentando disimular mi nerviosismo.

-A Artemisa, no te digo -suelta -. Pues a quién si no. Al rubio de ojos azules del que llevas enamorado desde el primer segundo en que lo viste.

Ay, madre. Papá, llévame contigo o me vuelvo a lanzar al Tártaro. ¿Pero cómo demonios se enteró...?

Descarto la pregunta antes incluso de terminar de formularla en mi cabeza. Es Annabeth de quien estamos hablando. Por supuesto que se dio cuenta, no por nada le puse el mote que le puse.

-¿Desde cuando lo sabes? -digo con un hilo de voz.

-Hace bastante -admite -. Al principio me enojé, luego me deprimí, pero al final terminé aceptando que te gustaba otra persona, aunque sabía que tan torpe como eres ni siquiera te habías dado cuenta. Por eso fue que rompí contigo, para precipitar un poco las cosas.

No sé como sentirme con respecto a esta declaración. ¿Enojado, porque ella supo todo este tiempo lo que sentía y no dijo ni mu? ¿Agradecido, por lo mismo? ¿Avergonzado porque mi novia -ahora exnovia- se hubiera dado cuenta de que me gustaba otra persona mucho antes de que yo mismo fuera capaz de admitirlo ante mí mismo? Por todos los dioses del Olimpo y fuera de él, ahora estoy todavía más confundido que antes. Creo que no ha sido una buena idea hacer esto hoy.

Pero al parecer soy tan bueno ocultando mis sentimientos como dándome cuenta de ellos, porque veo cómo la expresión de Annabeth se descompone, y luego ella me agarra de los hombros como si fuera una madre aleccionando a su hijo.

-Escúchame bien, sesos de alga -dice -, te juro que como no entres ahora mismo a esa cabaña para hablar con Jason te llevo hasta allí de los pelos. ¿Entendido?

Asiento nerviosamente, a sabiendas de que discutirle a este ser infernal sobre lo que sea cuando tiene esa expresión de furia recién salida del inframundo no es para nada una buena idea. Acto seguido quito sus manos de mis hombros y vuelvo a emprender la marcha hacia la cabaña uno.

Cuando llego, me lo encuentro sentado ante su escritorio, escribiendo algo. Me recreo unos instantes en la vista: es increíblemente adorable con su expresión concentrada, sus gafas y su puño cerrado sobre el que apoya su barbilla. Siento una opresión en el pecho y un millón de murciélagos -porque ninguna mariposa podría aletear tan fuerte- se desatan en mi estómago.

Y luego su vista se posa en mí y sé que si no hago esto ahora me arrepentiré por el resto de mi vida, así que con un paso mucho más decidido de lo que me sentía hasta hace quince segundos voy hasta él y planto en sus labios el beso más anhelado que he dado en mi vida.

Y en el momento en el que él me corresponde siento que estoy flotando en algún punto por encima del Olimpo, porque ni siquiera los dioses serían remotamente capaces de sentir la dicha que yo siento en este momento.

Nota del autor

Muchas gracias a todos los que hayan leído esto. Pido disculpas por cualquier error que haya podido haber. Sinceramente amo esta pareja y me pareció muy apropiado empezar con ella, siendo mi favorita. Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo.

Con la bendición de ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora