Le dio vergüenza que la gente que se cruzaba por la calle le viese despeinada y llorando, pero la castaña corrió para refugiarse en la primera cabina de teléfono que encontró.
Sacó su destartalado móvil de su bolsa. Tenía toda la pantalla rota, le faltaba parte de atrás y una esquina entera y le asustó la fuerza con la que Yuta lo había lanzado. Ninguno de los botones laterales parecía responder, intentó encenderlo pero de nuevo: nada ocurrió.
Aún le dolía el pecho y no sabía si de los empujones o de la agonía y ansiedad que estaba sintiendo. Le costaba respirar y se negaba a pisar un pie del instituto lo que quedaba de mañana.
Sacó su pequeño monedero y su tarjeta de transporte con la que también podía hacer alguna llamada de emergencia en las cabinas de teléfono públicas. El problema era que se sabía de memoria pocos números que no fueran el de casa o sus padres.
Trató de recordar el más reciente que había tenido que apuntar en su agenda. Pero el peso a sus hombros era tal que le costaba acordarse de prácticamente cualquier cosa. Lo único que se repetía en su cabeza era una y otra vez la imagen de un furioso Yuta rompiendo sus cosas y tratándola con despecho. Estaba cansada. Solo quería desaparecer un rato, desconectar.
Comenzó a pulsar números al tuntún en la cabina esperando que no se estuviese equivocando y acabara llamando a un completo desconocido. Se llevó el teléfono a la oreja ansiosa y terminó de limpiarse algunas lagrimas que aun le seguían cayendo y rezó para que le cogiera el teléfono.
—Oiga si es para venderme algún seguro de vida o médico, esta es la sexta vez que llaman en el mes y ¡no quiero nada!
—Nana... —Sollozó.
—¿Qué? ¿Cómo? Espera, ¿Quién es? ¿Quién llama? —Al otro lado de la línea se escuchó la voz de Jaemin y su confusión embriagó a Miryeong haciéndola sentir como si acabara de recibir el mejor de los abrazos.
—Soy yo, Miryeong. —Dijo breve.
—¿Mimi? ¿Qué pasa? ¿Estás bien? No suenas bien.
—Perdona por llamar si estás en clase... Es que han pasado cosas y no he ido a clase ni estoy en casa. Se me ha roto el móvil pero había visto que me has enviado mensajes y tu número era el más reciente y no sé me he acordado...
—¿Dónde estás? —Preguntó.
—En una cabina pública en Gangmyo-ro.
—Estoy en el descanso. No te muevas de ahí, voy en un rato ¿vale? —Miryeong asintió llorando todavía como si Jaemin pudiera verle.
—Gracias. —Jaemin fue el que colgó la llamada y Miryeong se mantuvo con el teléfono en la oreja un rato más entes de colgarlo en su sitio. Tomó aire y salió de la cabina para apoyarse fuera.
Quería que le diera un poco el aire, pero la brisa cada vez venía más gélida y su cara empapada no la ayudaba a entrar en calor, además le ardían los labios que comenzaban a cortarse del frío.
Se entretuvo un rato pateando las piedrecitas del suelo, perdiendo la noción del tiempo. Para su suerte no pasaba mucha gente por ahí y agradeció aquello porque de vez en cuando, de manera incontrolada, volvía a derramar algunas lagrimillas que secaba con la manga de su abrigo.
—Ey... —La voz de Jaemin a su espalda la sobresalto, y estando tan sensible como estaba, poco tardaron en volver a aparecer las dichosas lágrimas. ¡Estaba cansada de llorar y ella nunca lloraba! —Ey vamos Mimi... ¿qué ha pasado? ¿Estás bien? No llores venga... vamos a por un café. —Jaemin le sacó la mano del bolsillo para tomársela y comenzó a caminar arrastrando a una sensible Miryeong que no decía nada calle abajo hasta la cafetería más cercana.
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New Romantics |Na Jaemin; NCT|
Fiksi PenggemarMiryeong vive estancada en una rutina infinita; y aunque no se sintiese mal, conoce a un chico que tergiversará todos sus planes cada día, y no lo apartará de ella porque, como dicen, los actos en nombre del amor son completamente aceptables. Aunque...