Fly

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El jueves llego y volvería a tener clase con Potter y Malfoy en un mismo lugar, seria interesante. Eryx encontraba relajante pasar sus días libres en el Gran Comedor y en la biblioteca, pero en el Gran Comedor siempre pasaban las cosas interesantes.

Cuando el chico estaba apunto de irse a clase de vuelo, un grito proveniente de la mesa de Hufflepuff se escucho, todos prestaron atención encontrandose con dos chicos de Hufflepuff y uno de Gryffindor. El Hufflepuff pelinegro se encontraba aterrado, y quien no, si les habían mandado un vociferador.

— ¡Luke Sterling! ¡Reginal Sterling! ¡Alex Sterling! ¡Se suponía que tenían que enviarme una carta cada semana! ¡Juro que cuando los vea ...! — La carta dejo de sonar pues el gryffindor la aplasto.

— ¡Yo escribí la carta! ¿Quien no la mando? — Pregunta el chico Sterling de Gryffindor.

— Yo le dije a Reggie que la mandara — Dice el rubio señalando a el pelinegro de Hufflepuff.

— ¡No es cierto! ¡Yo no tenia que enviarla! — Todos los ven con cara de "¿Enserio?" — Okay. ¡Tal vez yo tenia que enviarla! Es que no sabia si ponerla en su pico o en sus pequeñas patitas.

El Gryffindor se para apresurado — Voy a ir a la lechuzeria y mandare la carta yo mismo, ya te explico McGonagall como se hace eso Reggie — Los otros dos chicos salen disparados detrás de el, Reggie intentando llevarse la mayor cantidad posible de comida cosa que le divirtió a Eryx.





Los Slytherin llegaron temprano al entrenamiento, Eryx solo podía escuchar a Malfoy hablar mal de los Gryffindor y de como eran unos irresponsables por llegar tarde. Los Gryffindor no tardaron en llegar y junto a ellos, la señora Hooch, Era baja, de pelo canoso y ojos amarillos como los de un halcón. 

—Bueno ¿qué están esperando? —bramó—. Cada uno al lado de una escoba. Vamos, rápido.

Eryx miró su escoba. Era vieja y algunas de las ramitas de paja sobresalían formando ángulos extraños. Era perfecta.

—Extiendan la mano derecha sobre la escoba —les indicó la señora Hooch— y digan «arriba».

—¡ARRIBA! —gritaron todos.

La escoba de Harry saltó de inmediato en sus manos, pero fue uno de los pocos que lo consiguió. La de Hermione Granger no hizo más que rodar por el suelo y la de Neville no se movió en absoluto. «A lo mejor las escobas saben, como los caballos, cuándo tienes miedo», pensó Harry, y había un temblor en la voz de Neville que indicaba, demasiado claramente, que deseaba mantener sus pies en la tierra. Eryx después de varios intentos, lo consiguió.

Luego, la señora Hooch les enseñó cómo montarse en la escoba, sin deslizarse hasta la punta, y recorrió la fila, corrigiéndoles la forma de sujetarla. Eryx, Harry y Ron se alegraron muchísimo cuando la profesora dijo a Malfoy que lo había estado haciendo mal durante todos esos años.

—Ahora, cuando haga sonar mi silbato, dais una fuerte patada —dijo la señora Hooch—. Mantengan las escobas firmes, elevense un metro o dos y luego bajan inclinándose suavemente. Preparados... tres... dos... — Pero Neville, nervioso y temeroso de quedarse en tierra, dio la patada antes de que sonara el silbato.—¡Vuelve, muchacho! —gritó, pero Neville subía en línea recta, como el corcho de una botella... Cuatro metros... seis metros... Tenia la cara pálida y asustada, mirando hacia el terreno que se alejaba, lo vio jadear; deslizarse hacia un lado de la escoba y... BUM... Un ruido horrible y Neville quedó tirado en la hierba. 

Su escoba seguía subiendo, cada vez más alto, hasta que comenzó a torcer hacia el bosque prohibido y desapareció de la vista. La señora Hooch se inclinó sobre Neville, con el rostro tan blanco como el del chico.

—La muñeca fracturada —la oyó murmurar Harry y Eryx los cuales estaban mas cerca del acontecimiento —. Vamos, muchacho...Está bien... A levantarse. — Se volvió hacia el resto de la clase.—No deben moverse mientras llevo a este chico a la enfermería. Dejen las escobas donde están o estarán fuera de Hogwarts más rápido de lo que tardan en decir quidditch. Vamos, hijo. — Neville, con la cara surcada de lágrimas y agarrándose la muñeca, cojeaba al lado de la señora Hooch, que lo sostenía. Casi antes de que pudieran marcharse, Malfoy ya se estaba riendo a carcajadas.

—¿Vieron la cara de ese gran zoquete? —Los otros Slytherins le hicieron coro excepto por Eryx el cual estaba a un lado de Hermione.

—¡Cierra la boca, Malfoy! —dijo Parvati Patil en tono cortante.

—Oh, ¿estás enamorada de Longbottom? —dijo Pansy Parkinson, una chica de Slytherin de rostro duro. Nunca pensé que te podían gustar los gorditos llorones, Parvati. 

—¡Miren! —dijo Malfoy, agachándose y recogiendo algo de la hierba—. Es esa cosa estúpida que le mandó la abuela a Longbottom. 

La Recordadora brillaba al sol cuando la cogió.

 —Trae eso aquí, Malfoy —dijo Harry con calma. Todos dejaron de hablar para observarlos. Malfoy sonrió con malignidad. 

—Creo que voy a dejarla en algún sitio para que Longbottom la busque...¿Qué les parece... en la copa de un árbol? 

—¡Tráela aquí! —rugió Harry, pero Malfoy había subido a su escoba y se alejaba. No había mentido, sabía volar. Desde las ramas más altas de un roble lo llamó: 

—¡Ven a buscarla, Potter!— Harry cogió su escoba. 

—¡No! —gritó Hermione Granger—. La señora Hooch dijo que no nos moviéramos. Nos vas a meter en un lío.

 Harry no le hizo caso. Eryx encontro divertida la situación, si las clases con los Gryffindor iban a ser asi, el no se quejaba para nada. El peliamarillo vio como Malfoy dejo caer la recordadora. Harry se inclinó hacia delante y apuntó el mango de la escoba hacia abajo. Al momento siguiente, estaba ganando velocidad en la caída, persiguiendo a la bola, todos a su alrededor gritaban mas fuerte cosa que alejo a Eryx de la multitud. Extendió la mano y, a unos metros del suelo, la atrapó, justo a tiempo para enderezar su escoba y descender suavemente sobre la hierba, con la Recordadora a salvo. 

—¡HARRY POTTER! — Eryx escucho detras de el haciendo que se asuste. —Nunca... en todo mis años en Hogwarts... — La profesora McGonagall estaba casi muda de la impresión, y sus gafas centelleaban de furia.—¿Cómo te has atrevido...? Has podido romperte el cuello...

—No fue culpa de él, profesora... — Empezo a decir Pavarti.

—Silencio, Parvati — La calla en un instante.

—Pero Malfoy... — Intento intervenir Weasley.

—Ya es suficiente, Weasley. Harry Potter, ven conmigo.

En aquel momento, Malfoy, Crabbe y Goyle sonreían triunfantes, Eryx vio a todos lados y se encogio de hombros.

— Yo me voy, no creo que pase nada interesante, nos vemos en la biblioteca Mione — Le dice el chico a Hermione para luego retirarse cambiando su pelo a un azul muy oscuro.




Se encontraba en su habitación tranquilo hasta que Malfoy, Crabbe y Goyle entraron riendo por algo que Eryx decidio ignorar, pues normalmente solo hablaban de lo pateticas que son las sangres sucias y el como los Gryffindor son unos estupidos. Pero Eryx presto mas atención cuando escucho "Harry Potter" y "Duelo".

— No puedo creer que Potter se creyera lo del duelo, ya me lo imagino expulsado por salirse en horas no permitidas — Se escucho la risa de Draco y sus orangutanes hasta que paro cuando notaron la presencia de Tonks — Oh, Tonks, por un momento olvide tu presencia.

— Y por un momento pense que no tenias cerebro — Dice Tonks sin despegar su vista de su libro. Draco se acerca y le tira el libro al suelo haciendo que el pelo de Tonks cambie a un color rojo intenso, los ojos de Tonks pararon en los de Malfoy haciendo que el rubio se intimide al ver los ojos fuego de su primo recluido — Vuelves a acercarte a mi o a tocar alguna de mis cosas sin que te lo haya permitido, te matare, Malfoy.

Los tres chicos asienten rapidamente y salen corriendo de la habitación haciendo reir a Tonks el cual toma su libro del suelo, sacude un poco las paginas y se acuesta en su cama continuando con su lectura escuchando el ruido del agua chocar con las ventanas.

Colors - Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora