Capítulo 1

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Sabela

Compruebo por enésima vez en mi móvil la dirección que me ha dado el detective que contraté y no cabe duda de que he llegado a mi destino.

Levanto la mano para aporrear la puerta roja de metal. Me detengo antes de hacerlo, pues estoy muy nerviosa.

Han pasado muchos años desde que nos vimos por última vez.

Tal vez demasiados.

No sé cómo voy a reaccionar cuando le vuelva a ver. A él. A Jacobo. A mi hermano mayor.

"No deberías buscarle, Sabela. Eres nuestra hija y no necesitas a nadie más"

Las palabras de mi madre adoptiva me vienen a la cabeza, golpeando mis pensamientos e intenciones sin descanso.

Sin embargo, no puedo dejar que influyan sobre mí. He tomado una firme decisión y pienso llevarla a cabo hasta sus últimas consecuencias.

Manuel y Carmen Ulloa me adoptaron cuando tenía siete años. De eso han pasado más de veinte. Pero necesito más, mucho más. Mis preguntas exigen respuestas.

El detective García no ha conseguido localizar a mis padres biológicos. No sé si están vivos o muertos, si han tenido otra familia o si han pensado en mí alguna vez. De todos modos, ha podido encontrar a mi hermano. Y estoy a punto de conocerle.

¿Me reconocerá cuando me vea? ¿Se alegrará de verme? ¿Se parecerá a mí? ¿Querrá recuperar la relación conmigo? ¿Cómo le habrá ido en todo este tiempo?

Respiro hondo y observo con detenimiento lo que tengo a mi alrededor.

Me encuentro en un pueblo pequeño que está situado a poca distancia de Ribadavia.

La edificación del negocio de mi hermano parece que ha visto tiempos mejores en el pasado.

Se trata de una construcción bastante antigua de dos plantas, paredes blancas, con unas puertas de metal color rojo y unas letras grandes con el nombre del negocio: Talleres Quiroga.

Es una fría tarde de Enero.

Son las nueve de la noche de un lunes y una fina lluvia comienza a mojarme el pelo. Siento un poco de miedo porque no se ve a ningún vecino por el pueblo.

Golpeo la puerta del taller y espero una contestación.

Transcurren los segundos y un par de minutos, pero no obtengo respuesta.

Sé que no debería entrar sin permiso, no obstante, al mover el cerrojo de la puerta, se abre. Es muy raro que la llave no esté echada.

Entro en el lugar movida por una curiosidad inmensa.

Es un sitio mal iluminado. La humedad se siente por todas partes y el frío me cala hasta los huesos.

Desde fuera el local parece mucho más pequeño, de todos modos, me sorprende lo enorme que es por dentro.

En la parte derecha observo una gran estantería en la que hay un montón de herramientas. Encima de la misma un enorme ventanal adorna la pared.

Siento ganas de abrirlo. El taller parece no haber visto la luz en años.

A la izquierda, una gran escalera conduce a una planta superior. Y en el medio del taller hay un par de coches cubiertos por lonas que impiden ser contemplados.

—¿Ho...la? ¿Hay...alguien? —pregunto con voz entrecortada.

Lo más probable es que esté sola. ¿Pero por qué estaba la puerta abierta? No lo entiendo.

ALGO NUESTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora