14 | painful confessions

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lxii

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lxii. confesiones dolorosas

Lu

ESPERO Y NADIE no te que el puente está un poco roto, aunque no creo que importe en estos momentos.

Nos llevamos a Will Solace, de la cabaña de Apolo, y les pedimos a los demás que siguieran buscando a Michael Yew. Tomamos prestada la Yamaba de un motorista dormido y volamos hacia el hotel Plaza a velocidad saeta de fuego. No me sentía segura con Percy conduciendo ya que el no había conducido una moto en su vida, pero era mejor que el tomará el volante a que yo lo tomará.

Por el camino me di cuenta de que habían un montón de pedestales vacíos, en los que normalmente habían estatuas. El plan veintitrés estaba funcionando, al parecer. Lo cual no se si es bueno o malo, esperemos que sea bueno.

Solo nos costó cinco minutos llegar a la plaza: un hotel anticuado de piedra blanca, con un tejado azul a varias aguas, en la esquina sudeste de Central Park.

Desde el punto táctico, la plaza no era el mejor lugar para establecer el cuartel general. No era el edificio más alto de la ciudad y tampoco el más céntrico. Pero tenía cierto estilo de la vieja escuela y había atraído a lo largo de los años a un montón de semidioses famosos, como los Beatles o Alfredo Hitchcok, así que pensé que estábamos en buena compañía.

Percy aceleró para subir al bordillo y frenó con un brusco viraje junto a la fuente que hay delante del hotel, agradecí de estar nuevamente en el pavimento y espero no volver a subir una moto conducida por Perseus Jackson.

En cuanto nos separamos, la estatua que había en lo alto de la fuente nos gritó :

—¡Ah, perfecto! ¡Y supongo que también querréis que vigile la moto!

Era una estatua de bronce de tamaño natural en una cazoleta de granito. No llevaba más que una sabana de bronce alrededor de las piernas y sujetaba en sus manos una cesta de fruta metálica.

—Estan todos dormidos, no es como si se la vayan a robar — comente —. Y ni siquiera es de nosotros. Además ¿quien se supone que eres?

—¿Se supone que eres Deméter? — pregunto Percy

Una manzana de bronce pasó rozandonos la cabeza

—¡Ey! — me quejé

—¡Todo el mundo me toma por Deméter! — se lamentó —. Soy Pomona, la diosa romana de la abundancia. Pero ¿por qué habría de importarte? A todo el mundo le tiene sin cuidado los dioses menores. ¡Si os importaramos un poco más los dioses menores, no estarían perdiendo esta guerra! ¡Tres hurras por Morfeo y Hécate!

𝑫𝑨𝑼𝑮𝑯𝑻𝑬𝑹 𝑶𝑭 𝑻𝑯𝑬 𝑾𝑨𝑹 [ 𝔭𝔧 & 𝔥𝔭] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora