Capítulo Setenta y Cuatro

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Empty Space — James Arthur

"Hasta el fin del mundo"

Massimo

Vacío, eso es lo que queda en mí.

No hay manera en la que pueda describir cómo me siento, como he estado desde que ella no está a mi lado. Siempre me creí invencible, alguien que ya no es capaz de sentir y mucho menos enamorarse.

Pero todo eso quedó atrás cuando la conocí.

Aún puedo escuchar el sonido de mi corazón rompiéndose cuando me dejó. Cuando yo la dejé. Todo parte de un mísero plan para protegerla y alejarla de una vez por todas de mí y todo lo malo que le he causado. Porque si algo debo reconocer es que desde que Fiorella está a mi lado, lo único que he hecho es perjudicarla.

Desde que me di cuenta de lo que siento por ella, lo primero que hice fue tratar de alejarme, de no hacerle ver lo mucho que provoca en mí cada vez que está cerca. Que cada que sus ojos oscuros se posan sobre los míos, me deja desnudo y sin ningún resguardo para mi alma. Quedo completamente a su merced, listo para que me use y me destruya si así lo quiere. El poder que muchos de mis enemigos han buscado para verme caer, ella lo tiene con un solo parpadear.

Y eso fue lo que hizo, acabó con cada parte de mí al pronunciar aquellas malditas palabras.

«Desde este momento, no existes para mí, Massimo D'Amico».

Nunca me había sentido tan miserable como la mañana en la que cambié nuestras vidas, cuando decidí que lo mejor era romper su corazón para así asegurarme de que ella se mantendría lejos de mí y no fallaría con el plan.

Ya todo estaba decidido desde la noche anterior, que era cuando realmente iba a terminar todo. Pero cuando entré a casa y la vi en la cocina, con la cena preparada y su bella sonrisa, no pude negarme a su pedido y terminamos haciendo el amor, por última vez. Debo aceptar que fui un egoísta. Me permití disfrutar de su cuerpo, porque sabía que no habría una más. Grabé cada centímetro de su piel en mi mente. Cada lunar, cada cicatriz de su cuerpo que ella siempre odió y trató de ocultar porque creía que la hacían lucir mal. Pero yo también estoy lleno de cicatrices, y ella aun así supo amarme.

Me sentí un desgraciado, porque cada segundo que pasaba en el que nos tocábamos, nos besábamos y nos entregábamos con pasión, en su mete significaba que todo estaba bien y volvería a la normalidad, una en la que estamos juntos, pero para mí, era una despedida. Recuerdo que ella se quedó dormida primero, yo la observé dormir por un rato, dejando que sus facciones tan llenas de paz se colaran en mi mente y así, cada que las cosas se pongan difíciles, y ella ya no esté a mi lado, solo tenga que cerrar los ojos e imaginar su rostro. Solo así sé que podré salir de cualquier obstáculo. Cuando el sueño me fue ganando, me pegué a su cuerpo todo lo que pude, afiancé mis brazos alrededor de su cintura y aspiré su olor hasta que me mareara. Me aferré a ella hasta que tuve que dejarla ir.

Cuando abrí los ojos, simplemente desee no haberlo hecho, porque sabía que en cuanto Fiorella despertara, sería el momento de acabar con lo que teníamos. Con todo lo que habíamos construido después de mucho.

Gracias a la mafia, he aprendido a que las cosas no me afecten y si llego a dañar a alguien, es porque se lo merece y debe pagar por ello. Pero lo único que Fiorella había hecho es enamorarse de mí. Esperar más de alguien que no puede darle lo que necesita. Amarme fue su peor error.

Aún me despierto por las noches al recordar sus preciosos ojos llenos de lágrimas, causadas por todas esas mentiras que le dije. Cada una de las palabras que salieron en mi boca me dolieron más de lo que a ella pudo causarle. Pero lo que me hundió fue saber que ella me cree capaz de decirle algo así, de siquiera pensarlo. Cuando le hablé de aquella chica que se le acercó en el bar, y tuve que decirle que me había acostado con ella. Ver que su cabeza empezaba a maquinar todo tipo de escenarios en los que yo le fallaba... Solo me provocaban tomarla de los hombros y mirarla fijamente mientras le suplicaba que no pensara cosas que no eran. Que yo jamás podría estar con alguien más cuando la tengo a ella. Que desde que apareció en mi vida ya no puedo ver a nadie más. En mi corazón solo ha estado y estará ella, y que, si no es a su lado, no quiero nada. Porque el camino no es el mismo si no es Fiorella quien me guía.

Massimo (Familia Peligrosa I) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora