—Señorita Lucía, ha llegado un paquete para usted. —las interrumpió desde fuera Pablo.
—Adelante —le dio paso para que entrará y se lo entregará.
Era raro que le llegaran envíos a la mansión, bueno, si recordaba, ya había sucedido antes, ¿podría ser él nuevamente?
El mayordomo entró con una caja bien sellada, se veía muy normal a decir verdad. Se la dio a la joven, se fijó un poco en el lugar y viendo que todo estaba en orden salió de allí.
—Si quieres puedes ver que es, yo esperare a que me respondas. —considero Xin viendo que la situación era incomoda.
Lucía se decidia entre abrir y no abrir la caja. Eligió la segunda opción, se alejó un poco y se sentó en la cama, Xin seguía sentada en el sofá, le estaba dando privacidad. Rasgó el papel café que cubría la caja, se había esmerado mucho en sellarla, era delgada y liviana, no debía ser mucho lo que contenía.
—Que demonios —susurró cuando vio su contenido.
Dentro de la caja se encontraba unos papeles bien organizados, acompañados por una bolsita más pequeña. Le dio una hojeada rápido a lo que contenían, era el contrato, las manos de Lucía temblaban, menos mal Pablo fue quien lo recibió.
—Aló ¿Como se te ocurre enviarlo directamente a la mansión? —le alegó a Marco, quien le respondió de inmediato, al parecer estaba esperando la llamada.
—Si te hubieras quedado conmigo el viernes hasta el amanecer, te lo habría dado en ese momento —le contestó tranquilo.
—No lo vuelvas a hacer, es muy peligroso —le habló tratando de no llamar la atención de Xin.
—No si lo hago bien. Gatita, no soy idiota, se lo que hago —le habló insinuante.
Marco estaba en su oficina, desde allí estuvo al tanto de la entrega del paquete por parte de Valentino, quien en ese momento estaba a unas cuadras de la mansión volviendo a la empresa de los Olivieri, habían tomado las precauciones necesarias; el día, la hora y como lo harían fueron planeados por él, tampoco era descuidado.
—Cuando lo firme te lo entrego. Estoy ocupada, así que te dejo. —le dijo seca, mientras veía a Xin, la muchacha se veía curiosa por la llamada que Lucía había hecho.
—Esperare ansioso —le dijo con una voz ronca que le transmitió unos escalofríos a Lucía.
Ella colgó la llamada y dejó los papeles en la caja, la bolsita llamó su atención, ¿que podría ser?
—¿Todo bien? —la distrajo Xin.
—¡¿Eh?! A si, no fue nada. —dijo sonando muy tranquila mientras dejaba la caja cerrada en la cama y se acercaba a Xin, debían seguir con su conversación.
—¿Quien te dijo lo del edificio Hera? —le habló sería.
Xin se sorprendió un poco por su cambio de actitud, hace unos segundos se veía en las nubes y ahora estaba con un rostro tenso y preocupado de alguna manera.
—Daichi —soltó con un suspiro —para él fue muy raro verte salir de allí, más cuando días atrás te enseñó el edificio, el cual hasta el momento no conocias. —le dijo mientras desviaba la mirada del jardín a Lucía.
A la joven le causó gracia, por lo cual empezó a reírse, volviendo a sorprender a Xin.
Bien, si ella quería saber, debería también contarle algunas cosas a Lucía, estar a la par sería una buena idea, solo esperaba que ella fuera sincera, de la misma forma que le respondió la primera pregunta.
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ADN Lazos de sangre
RomanceLucía Lombardo Montes, la bastarda de la familia Lombardo, hermosa e inteligente, con una sola cosa en mente, sobrevivir en el mundo más peligroso que podía conocer, la mafia. Marco Olivieri, el segundo hijo de la familia Olivieri, un hombre frío qu...