Capítulo 17.

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—Así que eres hijo de un multimillonario—. Jace asintió, mirando su café—. Y tu madre era una beta, por lo que naciste con problemas—. Volvió a asentir—. Y quieres valerte por ti mismo, a pesar de tener la vida asegurada—. Afirmó por ultimo Sean, tomando un sorbo de su agua. No le gustaba el café.

—Lo siento...

—Qué complejo. Suena a un capítulo de la Rosa de Guadalupe.

— ¿Estás enojado? —. Sean miró unos segundos a Jace, quien los sintió eternos bajo la clara mirada de su actual único amigo.

—No nos conocíamos tanto como para que sintiera que lo ocultaste—. Se encogió de hombros—. Pero sí me sorprendió que fueras alguien importante trabajando en un cargo menor. Aunque entiendo que son tus decisiones.

—Lo siento... —. Repitió de nuevo. Sean sonrió, palmando su espalda con un gesto amistoso. No se podía enojar con el chico, no cuando ponía esa expresión tan triste. Era imposible no agarrarle cariño en poco tiempo, y lo consideraba un potencial amigo.

—Tranquilo, esto da hincapié a que comencemos una amistad más cercana—. Jace sonrió levemente, mirando al chico. Era tan alegre y espontáneo, pero al tiempo maduro y centrado. En serio quería llegar a ser un buen compañero de él, porque en su vida, muy pocas veces tuvo amigos, y aquellos ya no le hablaban de ninguna manera—. Lo noté en un inicio, pero ¿qué clase de relación tienes con Cooper? —. Jace se ruborizó, nervioso—. No diré nada, tranquilo. Es algo más de amigos que de compañeros de trabajo—. El menor suspiró, dando la confianza a Sean que necesitaba darle a alguien.

—No lo sé... —. Tomó un sorbo de su café—. Se supone que somos pareja, pero parece que nadie sabe que existo. Y es extraño porque...

— ¿Por qué? —. Sean estaba muy pendiente de lo que decía.

—Estuvimos juntos el fin de semana—. Evitó decir que desde el martes—. Y tuvo que irse. Cuando nos volvimos a ver, dijo que estuvo con su abuelo. Y hoy lo encontramos, y él parecía no saber que existía. No sé si me entiendes...

—Ah, como si fuese un secreto—. Analizó el rizado—. O sea, entiendo. Imagino que, si estás con tu pareja, y después vas donde tu familia, al menos les dices que existes. Pero el presidente no tenía idea de que estabas nuevamente en la vida de Cooper. ¿Nuevamente? —. Frunció el ceño—. Se conocían, ¿no?

—Parece que sí... Pero no recuerdo. Cuando murió mi mamá, fue como si mi mente reprimiera muchas cosas. Tengo leves recuerdos, pero no son tantos como los de Cooper—. A veces era bueno tener amigos, poder hablar con ellos de sus problemas era una sensación inigualable—. Gracias... —. Murmuró.

— ¿Por qué? —. Sean ladeó el rostro.

—Por escucharme... —. Mordió el interior de su labio—. No tengo amigos, y poder hablar de esto con alguien que no sea el terapeuta es tranquilizador. Una catarsis menos profesional pero más sincera—. Sean sintió su corazón encogerse al ver sonreír al chico, y se lanzó a abrazarlo.

—Eres adorable—. Era un poco más alto que Sean, pero eso pareció no importarle para revolverle el cabello como si fuese un niño—. Deberíamos almorzar juntos.

—Parece que no podré por los Barnes y esa chica—. Ahora que lo pensaba, ¿quién era esa omega?

—Qué fastidio. ¿Quién es? A todas estas—. Jace se encogió de hombros, quitándole importancia a la omega.

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Cuando llegó a su piso, todo estaba en silencio, seguramente porque estaban aún en la oficina. Tomó aire, y se dirigió a su asiento, tomando sus lentes y colocando su celular al lado del computador. No había más tiempo que perder, sería un día largo. Aunque no eran fechas límites, había varias reuniones con editores en jefe de famosos escritores.

Sex appeal. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora