12. El de negro

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Esta vez Garayo sobrevivió. Menos mal, pensó Salvador. Ahora había que hacerle hablar, y rápido. Si no lo hacía antes del lunes ¿qué harían con el nuevo Garayo que tendrían que interceptar el martes, capturarlo también, matar a uno, a los dos? No, aquello era insostenible. Además no podían tener comprometida semana tras semana a una patrulla sólo para capturar a un hombre. Tenían que conseguir que hablara, que al menos pudieran determinar en qué punto habían iniciado este loco plan, impedir que entrara en la ventana temporal del bucle para que al menos no tuvieran que estar pendientes cada martes de su llegada a Gran Canaria. Una locura se mirara por donde se mirara.

Y no parecía que fueran a sacar mucho de el sacamantecas. Ni Pacino, ni Alonso, juntos o por separado. Ni ningún otro agente especializado en interrogatorios, ni siquiera el mismo Salvador pudieron sacarle nada. Y el tiempo corría. Una nueva semana se cernía sobre ellos. Garayo era un bruto, un asesino, no valdrían de nada golpes o amenazas de ningún tipo con él. Pero también parecía convencido de lo que había intentado hacer y, salvo algún gesto involuntario al nombrarle "al de negro" que confirmara que ese hombre existía, nada más conseguían sacarle.

El sábado por la mañana seguían igual. Igual no, peor porque no tenían más ideas y se les acababa el tiempo. Salvador comenzó a pensar que lo mismo sería interesante enfrentar a dos Garayos si el martes tenían que capturar a otro. Más locuras.

–Salvador, creo que tengo algo. ¿Tenemos alguna foto de Ignacio Marrero?

Lola sacó de improvisto a Salvador de estos pensamientos.

–Sí, pero para qué...

–Para enseñársela a Garayo y que me confirme que es "el de negro".

No hubo mucho tiempo para explicaciones, y aunque a Salvador no le hacía gracia dejar a Lola a solas con un asesino, por muy encadenado que estuviera, terminó aceptando, era una mujer muy obcecada cuando creía en lo que hacía. Pacino y Alonso estaban al otro lado de la puerta por si pasara algo y él observaría desde detrás del cristal doble. Salvador no estaba a gusto con la situación.

Garayo no pareció especialmente receptivo con su nueva interrogadora. No sabía de dónde habría sacado Lola esa teoría, había que probarlo todo, pero parecía que este era otro callejón sin salida. Lola le habló de las cartas y Garayo pareció reaccionar por un momento. Ahí había algo. Lola le mostró la foto de Marrero. Garayo dijo no conocerlo. Lola arriesgó, se la acercó más y trató de presionarle. Garayo negaba, Lola se acercó más con la foto por delante. Garayo se incorporó bruscamente y le dio un cabezazo. Salvador avisó a Pacino que entró rápidamente con Alonso quien sacó a Lola de allí, el golpe no era importante pero le abrió una brecha que sangraba escandalosamente. 

Tiempo de alzamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora