Capítulo 3: Peluches y besos.

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🌾 Shikamaru 🌾

El mediodía había llegado y con él el final del horario escolar. Ahora me dirigía a casa, caminando al lado de Naruto que comía una paleta con alegría e inocencia, sin prestar verdadera atención a su alrededor.

Tomé su brazo para frenarlo antes de cruzar la calle, para que nadie lo pisara, el niño jamás veía a los lados cuando cruzaba, eso era algo que había aprendido con los días.

El pequeño rubio era un mundo de cosas por aprender, datos interesantes y costumbres extrañas, como prender un sahumerio cada vez que llegaba a casa porque le gusta el olor a limón que tenían esos que compraba en la esquina de su casa. Sin embargo, poco a poco iba aprendiendo todas y cada una de ellas, en silencio y sin demostrarlo.

Caminamos unas calles más hasta llegar al lugar favorito del rubio, la tienda de juegos electrónicos que había a unas cuadras del colegio. Había descubierto esta tienda hacia un año y medio, cuando Choūji, un amigo de la familia, me había traído para pasar la tarde. Era divertido, aunque no me pasaría aquí tres horas por puro gusto.

Pero, cuando se la mostré a Naruto, quedó fascinado. Fué un jueves despúes de clases, aprovechando que habíamos salido medio módulo antes lo llevé allí para que pudiese entretenerse, porque Kushina-san no estaría en casa hasta la una y treinta, no quería que estuviese solo.

El niño pareció entrar al cielo cuando vió todas las máquinas de juego, corriendo de una en una despúes de hacerme gastar todo mi dinero en la máquina de los peluches, no sacó ninguno.
Estuvimos allí más de media hora, como era el plan inicial. Nos quedamos dos horas y media, en las que Naruto disfrutó más de una vez cada juego disponible, con una sonrisa y emoción totalmente aniñada, así que no pude hacer más que acompañarlo, sonriendo levemente al ver su felicidad genuina.

- Naruto.- llamé mientras tomaba su mano, haciendo que se detuviese antes de cruzar la concurrida avenida. Sus ojos dejaron la paleta brevemente y me miraron, regalándome una sonrisa.- Debes tener más cuidado, está en rojo.- regañé levemente, sin soltar su mano. Lo tomé con más fuerza, indicando que era el momento de cruzar y cuando estuvimos en la otras acera lo liberé.

"Gracias por cuidarme tanto, Shikamaru."

Leí la nota con un poco de vergüenza al ser descubierto, pero es que el rubio te hacía nacer una necesidad de protección inigualable, al menos en mí.

- No te acostumbres.- comenté en burla, intentando cortar un poco la extraña sensación de mi estómago a la que no preste mucha atención. Naruto sonrió, tapando su boca por costumbre.

Bastaron unas pocas calles más para que estuviésemos en el lugar. Entramos con calma, al menos yo, haciendo sonar la pequeña campana de la puerta. El chico del mostrador, un castaño muy amable, saludó a Naruto con una sonrisa y un movimiento de mano, igual que a mí.

"Nee, Shika-kun."

Miré divertido el mote que adornaba mi nombre en ese papel, algo extraño.

"¿Qué ocurre?"

Naruto movía sus pies con leve nerviosismo, totalmente mal camuflado.

"¿Podrías ganar un peluche para mí?"

Miré enternecido el papel, admirando las mejillas rojas y la sonrisa feliz que Naruto me regalaba. Revolví sus cabellos rubios antes de sacar mi billetera para comprar las fichas.

- Será pan comido.- le dije mientras caminabamos a la máquina con la bolsita de fichas. Él asintió feliz, mirando con atención todos los peluches de adentro para elegir uno. Cuando vió el que quería, tomó con prisa su cuaderno y escribió desprolijo.

"¡Quiero la nube felíz!"

Examiné dentro del juego y busqué con la mirada el peluche nombrado, no podía ser más fácil. Estaba literalmente al lado del huequito para sacarlos, sería como caminar por el parque.

- Claro.- contesté antes de poner la primera ficha y mecer la palanca con habilidad. Si bien los juegos no era algo que me gustara demasiado, mi madre amaba los peluches de estás máquinas, así que siempre intentaba conseguirle alguno cuando venía.

Bastaron siete fichas para que Naruto tuviese su preciada nube y mi recompensa fué un rápido beso en la mejilla, además de dejarme ver una enorme sonrisa felíz.

También había sacado un peluche en forma de guisante, bastante tierno, se lo llevaría a mamá.

La siguiente hora y media me la pasé siguiendo a Naruto por toda la tienda, mientras él terminaba de gastar todas las fichas que quedaban en la bolsa. Era sorprendentemente bueno en los jueguitos de armas de agua y terminó con una enorme tira de tickets que decidió canjear al final del día.

Con su tesoro fuimos hasta el mostrados de recepción, conmigo llevando los dos peluches de buen tamaño en cada brazo. Colocó todos los tickets sobre el vidrio, ante la impresionada mirada de Kiba, el chico que atendía, y esperó sus opciones de premio.

Kiba solo sonrió antes de empezar a contar todos los cartones para saber cuántos tenía.

- Son quinientos, es sorprendente. Felicitaciones, Naruto.- él también habló lento y sonrió al rubio, que solo asintió en agradecimiento manteniendo su sonrisa feliz.- Con estos tickets puedes tener unos autitos, un cuaderno o... Este vaso con tapa en forma de fresa.- los ojos del rubio se iluminaron al ver el enorme vaso. Sonreí con ternura.

- Será el vaso.- Kiba asintió a mis palabras y Naruto me miró emocionado. Dió un pequeño chillido de felicidad cuando lo tuvo entre sus manos y, después de despedirnos, salimos a la calle nuevamente. Era hora de que lo llevara a casa.

Su mano tomó la mía cuando íbamos a cruzar la primera avenida y, a diferencia de las otras veces, no se alejó cuando estuvimos en la otra acera, ni en la siguiente. Solo me soltó cuando llegamos a su entrada y dejó el vaso en el piso para poder escribir.

"Fué un día genial, me divertí mucho contigo. Gracias, Shika."

Con una sonrisa tierna y un leve rubor en sus mejillas tendió el cuaderno hacia mí, recibiendo mi sonrisa como respuesta y una caricia en su cabello desordenado.

- También me divertí, nos vemos mañana.- tendí su peluche de nube y lo ayudé a abrir la puerta. Me dió un rápido beso en la mejilla antes de huir detrás de la puerta.

Y sin más que hacer, volví a casa con el peluche de guisante, seguro le gustaría a mamá.

Jamás me puse a pensar en porque me sentía tan feliz ni en porque derrepente pasar cinco horas en la tienda de juegos no sonaba tan mal.

𝔸𝕞𝕠𝕣 𝕤𝕚𝕝𝕖𝕟𝕔𝕚𝕠𝕤𝕠•ShikaNaru•🍂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora