Jacobo
Quince días no han sido suficientes para que me haya podido quitar a mi hermana de la cabeza.
Joder, no esperaba que nuestro primer encuentro después de tantos años fuese así. Que me pillara follando con una tía.
Físicamente, compartimos rasgos muy parecidos, pero si no sabes que somos hermanos, no creo que alguien pueda relacionarnos.
Si nos ves juntos aprecias el parecido, aunque también las diferencias.
Abro el cajón de mi vieja mesilla y observo con detenimiento la tarjeta que me dejó Sabela. Por alguna extraña razón, no he sido capaz de deshacerme de ella.
Según me dijo, es trabajadora social en el centro de salud de Ribadavia. Menuda mierda de trabajo. Todo el puto día escuchando los problemas de los demás e intentando solucionarles la vida. Porque a eso se dedica una profesional de ese tipo, ¿no?
Me viene a la memoria la última vez que estuve en el despacho de una. Los dos gozamos de un polvazo encima del escritorio de su oficina.
Espero que haya guardado un buen recuerdo de mí. Tenía dieciocho años y estaba a punto de abandonar el centro de menores. Creo que fue el día más feliz de mi vida.
Corrijo, el segundo más feliz. El primero fue cuando aquellos polis, junto con los servicios sociales, vinieron a casa, y nos llevaron a mi hermana y a mi.
Bueno, si a la caravana en la que vivíamos a orillas del río Avía, se le podía llamar casa.
Los recuerdos que tengo de mis padres son pura mierda. No los he vuelto a ver desde que tenía, ¿ocho o nueve años?
¡Qué más da!
En realidad, me importa una mierda lo que les haya pasado, pero parece que a mi hermana, sí.
Sabela —digo en un susurro.
Se me hace raro pronunciar su nombre. No esperaba volver a verla. Pero nada de eso me importa.
El hecho de que mi hermana haya aparecido en mi vida, no significa absolutamente nada. Porque de la misma manera que vino, se largará.
No voy a llamarla. No pienso hacerlo. No he necesitado a nadie en veintinueve años de vida y no voy a empezar ahora.
Espero que no me toque mucho las narices con todo este tema del reencuentro.
Arrugo la tarjeta entre mis manos y la tiro a la basura.
Me levanto, me doy una ducha y desayuno. Enciendo el equipo de música y me concentro en una de las cosas que consigue mantenerme la cabeza ocupado: arreglar coches.
Sabela
Ni una llamada de teléfono.
Han pasado quince días desde nuestro encuentro y no he vuelto a saber nada de Jacobo.
No esperaba tener una relación con mi hermano de un día para otro, pero al menos, sí cierto interés por su parte.
No sé de qué me extraño. No puedo llegar a su vida y actuar como si no hubiesen transcurrido los años. ¿Qué sé en realidad de él excepto solo lo que me ha mostrado?
Es mecánico, fuma, suele utilizar bastantes palabrotas en su vocabulario y al parecer, no le importa mucho follar con chicas en su lugar de trabajo.
Vuelven a mi mente los gemidos de aquella mujer que estaba entre sus brazos, y trato de pensar en las personas que hoy tienen cita conmigo en el centro de salud.
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ALGO NUESTRO
RomanceSabela Ulloa viaja desde Pontevedra hasta Ribadavia, un pueblo situado en la comarca del ribeiro ourensano, para buscar a su verdadera familia. Sin embargo, solo encuentra a Jacobo Quiroga, su hermano mayor. Un hombre taciturno, de fuerte carácter...