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Me quedo en silencio tratando de procesar lo que acaba de decir.

Mi cabeza está muy cansada para todo esto.

— Vete de aquí. — Le ordeno.

Parpadea rápidamente y levanta las cejas.

— No... — Susurra.

— Estoy cansada de estar rodeada de gente que me oculta cosas sin tener en cuenta que probablemente muera. Ya no quiero hipócritas. Vete. — Mis labios tiemblan.

— No me voy a ir...

— Me pregunto como mierda van a vivir todos cuando yo esté muerta y lo único que hicieron fue mentirme en la cara. — Lo interrumpo.

— No me hagas esto Male, por favor.— Su tono es de súplica.

— Ni siquiera quiero saber cómo lo sabes, ya estoy cansada de toda esta mierda... ¡Es más, ni siquiera sé si estás aquí conmigo! ¡Por mí se pueden ir al infierno!

Las palabras brotan de mi como lava. Se queda en silencio un momento. Ambos sabemos que a pesar de todo, no quiero que se vaya.

— Puedes desahogarte conmigo todo lo que quieras, no me importa, pero no voy a irme. La única razón por la que estoy aquí, es por tí.

No quería llorar mas pero es inevitable. Las lágrimas brotan de mis ojos sin que pueda detenerlas. Se acerca a mi, me toma en brazos y me estrecha contra su pecho.

— No quise decir nada porque no quería hacerte sentir peor y además no quería saberlo yo tampoco, solo pasó. — Me explica en voz baja.

— No vas a decirme cómo lo sabes ¿verdad?

Él se aleja de mi y por primera vez veo seguridad en su mirada.

— Si te lo diré.

No logro fingir mi sorpresa, lo miro espectante y pongo toda mi atención.

— Tu mamá olvidó su credencial en la biblioteca donde trabajamos. El padre de Víctor lo mando a él a tu casa para que se la devuelva. Quería ir yo pero no me dejó porque sabe perfectamente de lo nuestro y no lo aprueba.

Doy un respingo.

— ¿Por qué no lo aprueba? — Mi tono es molesto.

Se ríe.

— Porque nadie quiere ver a la mujer que ama sufríendo de la manera en la que tú sufres. Y además de amarte no hago otra cosa que explotar de impotencia. Él es mi mejor amigo y cree que todo hubiera sido mejor si no nos conocíamos.

Por alguna razón su respuesta es entendible y no me enoja. Es más, si lo pienso en frio creo que tiene toda la razón.

— Continúa... — Le pido con voz suave.

A todo esto, él nunca suelta mis manos.

— Cuando Victor llegó a tu casa, antes de dejar la credencial escuchó gritos adentro. El ventanal que tanto conoces curiosamente estaba abierto. Él se acercó, se asomó, vio a tu hermana Laura y a tu prima Jessica manchadas de sangre.

La angustia aparece en mi pecho pero me armo de valor para seguir escuchando.

— Tu hermana preguntó "¿No te parece que ya es tiempo de que deje de sufrír? "

Cierro los ojos sintiendo que todo mi mundo se cae en mil pedazos.

Según Víctor, tu hermana sonaba totalmente despreocupada y sin emoción alguna mientras que tú prima, lucia desesperada y en un descontrolado estado de pánico.

Mi maravillosa creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora