U N O

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El despertador no tiene compasión, y con el sonido más molesto que pueda escuchar me despierta, mi reflejo en el espejo a esta hora es un asco, y como un programa repetitivo hago mi rutina para ir a trabajar

Mi madre me enseñó a ser una persona educada, por ende, es algo casi automático en mi saludar a quien se me tope de camino al trabajo, pero las cosas no son como eran en casa, en esta ciudad la gente es muy grosera, mi madre estaría muy indignada si viera esto.

Las cosas no son como en casa, y no sé si eso algo bueno o malo

Soy dentista y no me quejo, eso era lo que quería estudiar y debería estar feliz por eso ¿No?. Lo bueno es que los pacientes son en su mayoría agradable y al terminar mi jornada voy en busca de consuelo al museo, llegó a casa a llorar y termino durmiendo en el sofá con una lata de sopa en manos
¿Patético? Definitivamente

Y así es como transcurre mi semana, pero el sábado ya cansada de la miserable rutina que poseo me dispuse a hacer algo que me distrajera

En una de mis visitas al museo pude observar que sacaban entre dos guardias de seguridad a un chico bastante raro, los rumores llegaron al instante, este se encontraba drogado, literalmente, había intentado hacer una estúpidez en una obra y me dirán loca, pero, se le veía muy feliz

Y no, no siento orgullo ante lo que voy a hacer, pero ya estoy aquí, el bar clandestino en donde aquel chico había entrado aquella noche

Con un aspecto atemorizante según mi punto de vista, luces de colores se asomaban. No me iba a regresar, no podía regresar, esto es por mí felicidad, y con una horrible sensación en mi pecho, me adentre, en busca de sonreír tan solo un rato

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⏰ Última actualización: Dec 16, 2020 ⏰

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