Capitulo 1.

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Lo conocía desde hace varios años, pero nunca se había parado a observar ese brillo que desprendia en su mirada, o simplemente en aquella sonrisa que salía cada vez que algo le resultaba gracioso. Desde luego que había cambiado; un cambio brusco, como si de un día para otro nadie le reconociera, pero era él, seguía siendo él. Por suerte.

Alejandro, siempre había sido un chico de carácter brusco, con ganas de devolver de una manera u otra todo lo que la gente le hacia recurriendo casi siempre a la violencia. Tenia aspecto de chico malo, acompañado de su grupo de amigos que nunca  dejaban de respaldarle. Parecia la típica persona que con solo mirarle a los ojos pensabas en un pasado oscuro o simplemente en que nunca podría provenir ningún tipo de sonrisa de esos labios tan serios. Pero su problema era la baja autoestima y la falta de un amor que no le fallara como ya le había ocurrido anteriormente, por no decir hace pocos meses atrás. Cuando amaba a alguien lo hacia de verdad, y eso le hizo daño.

Ella, Becca, la razón de su serio rostro y su falta de tantas sonrisas, ahora vivía lejos. Era un amor tan perfecto que nadie podía imaginarse que el final llegaria despues de diez largos meses simplemente por aburrimiento, aunque no seria por parte de él.

A ella no le faltaba belleza. Pelo castaño con reflejos rubios que saltaban a la vista con sus definidos rizos. Esa sonrisa perfecta , aunque muchas veces falsa debido a los problemas que vivía en su casa, llamaba la atención de todos y sobre todo, en un principio, de él. Quizás eso fue lo que le llevó a quedarse ciego de amor, de un amor que por su parte seria perfecto pero por parte de ella solo seria un juego, solo uno más.

Tenian diferencias, si, sobre todo la edad. Todo el mundo hablaba de ello, todo el mundo se preguntaba como un chico de diecisiete años podía estar tan enamorado de aquella chica de trece;  él decía: ‘ No entienden que el amor no tiene edad’. Pero ellos no lo entendían.  Nadie se imaginaba que fueran a acabar juntos. Pero por lo visto, aunque todo terminara después con el reflejo del corazón del pobre chico en pedazos , el amor fue en aquel momento mas fuerte que las diferencias, más fuerte que los rumores, más fuerte que los juicios de aquellos que no se sabia si hablaban por envidia o por conseguir un pasatiempo, como los ancianos de los pueblos que no encuentran otra diversión a esa edad tan avanzada más que hablar del vecino, o simplemente como los pueblos antiguos en los que los únicos medios para entretenerse eran juntarse en la plaza o en el foro y hablar de cada cosa que sus ojos y sus oídos podían captar. Simplemente un pasatiempo.

Su historia empezó cuando ella, con su afán de acercarse al chico que le atrae y sacarle una sonrisa de cualquier manera, comenzó a acercarse a él. Intentaba que no fuera un acercamiento brusco, para conseguir su atención poco a poco. Asi era ella, siempre ponia en practica sus técnicas.  Un toque suave, una manera sutil de acercarse poco a poco o simplemente una sonrisa cada vez que sus miradas se cruzaban, haciéndole entender que él era su objetivo. Muchas veces le dejaba tan embobado que él no era capaz de actuar por si solo o de dejar de ser su muñeco de trapo. Ella no le hacia mucho bien, lo único que conseguia, con sus sutiles tácticas, era alejarle poco a poco de lo que a él verdaderamente le importaba , como eran sus creencias, su familia o simplemente sus estudios. Es fácil llegar a pensar que fue un amor inútil.

Siempre que se les veía juntos podían verse sus manos aferradas, como si alguien fuera a decirles que sus últimos minutos de vida juntos estaban cerca, o simplemente, como si alguien fuera a arrancarles de cuajo el ‘amor’ que tenían. Aunque a nadie le faltaban las ganas de hacerlo.

Cada tarde ella conseguía obtener su atención y de manera segura,  también un beso o un abrazo. En un principio él no quería arriesgarse pero dicen que el amor es más fuerte que cualquier otra cosa, asique él cedió. Le entregó su corazón, y ella una agradable sonrisa, como si estuviera victoriosa de haber conseguido aquello que quiso desde un principio, o mejor dicho, desde hace unos pocos meses. Todos dudaban que fuera amor verdadero. Todos pensaban en aquella madurez reflejada en una chiquilla de trece años.

Una tarde sentados en el parque con el sol en sus mejillas y besándose lentamente, Eilen pasaba por allí, alzó la mirada y sin quererlo sus ojos se quedaron fijos en él. Ella como siempre cada vez que otra chica le miraba, le aferraba la mano aun con más fuerza de la que su cuerpo pudiera permitirle, entonces asi los ojos de Alejandro solo podían centrarse en Becca y en la fuerza que esta desprendia por un simple sentimiento de celos hacia lo que en aquel momento ‘era suyo’ o asi lo interpretaba ella.

 Eilen bajó la mirada, no se sentía segura ante tal situación, aunque mientras solo mirara a los ojos de Alejandro no podía sentir ningún miedo, pero el problema era ella, asique prosiguió y se dirigió a su destino. Aquella tarde había quedado con sus amigas para sacarse fotos y expresarles lo que le ocurria.

Por muy insegura que pareciera, Eilen era una chica activa, feliz, enérgica y como un libro abierto. En todo momento procuraba hacer feliz a los demás, ya fuera con una sonrisa o con una simple frase de aliento y lo conseguia siempre, o eso decían los demás. Ella tocaba el piano y siempre que sentía furia o tristeza decía que el piano era su único suspiro de esperanza, el único que, a pesar de todo, le permitia expresar cada sentimiento guardado en su interior por miedo a perder o simplemente por miedo a fracasar en lo que fuera aquello que le impedia tener su sonrisa habitual.

Impredecible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora