Capítulo 5

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No puedo parar de vomitar, aunque ya no me quede nada en el estómago. De mi mente no sale la imagen de Eren temblando mientras Levi le propina una patada tras otra. Es demasiado. Vuelvo a sentir mi estómago retorcerse, y me arrodillo en el suelo. Una mano delicada me sujeta el pelo que se me mete delante la cara, y otra me ofrece un pañuelo.

—Gracias —consigo susurrarle a la desconocida, mientras acepto su pañuelo. 

—No te preocupes. —Me doy la vuelta con rapidez para verle la cara.

—Lev… Capitán —me corrijo a tiempo.

—Te dije que hubiera sido mejor que no hubieras venido —me reclama, poniéndose en pie. No soy capaz de dirigirle la palabra—. Asumo que, en este poco tiempo, tu respuesta ha cambiado, y ya no es un sí… —Permanezco en silencio. Tiene razón—. Sois muy amigos, el mocoso titán ese y tú. —Yo asiento con la cabeza, todavía sin hablar—. ¿Quieres verlo? —Abro mucho los ojos—. Quizá le vendría bien hablar con una amiga. —Lo pienso un segundo.

—¿Puede ir Mikasa en vez de yo? —pregunto. Sé que ambos lo preferirán.

—¿La chica del juicio? No. —Vuelvo a estar en silencio. Sus palabras son contundentes, sé que aunque insista, no cederá.

Me levanto y lo miro con cara seria.

—Vamos.

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—¡Eren!

—¿_____…?

Me abalanzo sobre él antes de que pueda decir algo más, y lo abrazo con fuerza.

—¿Estás bien? 

—Me… haces… daño… 

—¡Lo siento! —Miro su cara, tiene golpes por todos lados. En la habitación hay un hombre más, también muy serio, y el comandante Erwin—. ¿Hay algún botiquín? —pregunto mirando a ambos.

El hombre que no conozco se levanta y se va de la sala. Examino las heridas de Eren hasta que vuelve, junto con la mayor Hange. Me da el botiquín y posteriormente me huele y sonríe de una manera extraña. Me quedo congelada.

—No te preocupes —me dice Eren—, al parecer es normal.

Empiezo a limpiarle las heridas a Eren con cuidado, sintiendo los ojos de Levi clavados en mi nuca, desde el otro lado de la habitación mientras susurro.

—Se ha pasado, se ha pasado muchísimo, no debería haberlo hecho así. Debe dolerte.

—Un poco… 

—¿¡Qué clase de dolor!? —pregunta Hange.

—Lo lamento —empieza a hablar Erwin, y me aparto, sentándome a un lado de Eren, en el mismo sofá—. Pero gracias a eso te han puesto bajo nuestra custodia.

—Sí —responde Eren.

—Teníamos que usar nuestro as en la manga en el momento oportuno. El dolor que has sufrido ha merecido la pena. Tienes mi respeto —dice, ofreciéndole la mano, lo que parece hacer que Eren olvide todo el dolor—. Eren, estoy deseando trabajar contigo.

Levi empieza a caminar hasta aquí, con la mirada fija en mis ojos.

—¡Lo mismo digo, señor! —responde Eren, entusiasmado.

Levi se deja caer en el sofá con fuerza, asustando a Eren, y apoya la mano en el respaldo, por detrás de mi espalda, sin tocarme.

¿Y estas confianzas?

La oportunidad de besar tus labios (Levi y tú) [ COMPLETA Y EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora