13. Salida del bucle

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¿Sería aquella por fin la última semana? Marrero esperaba que sí, aunque sabía que era poco probable. Con la alteración de Garayo ahora tenía que esperar al domingo para volver a casa. Bueno, a 2018. Apuraban demasiado, pero Salvador no quería que se dejara nada al azar hasta que quedara resuelto definitivamente, y eso tal vez no ocurriera nunca. En fin, una horita más y a listo.

La cortina se movió y tras ella apareció Salvador.

–Vaya, dichosos los ojos

Salvador arrojó unas cartas sobre el escritorio.

–¿La chiquita?

–Se llama Lola, y sí, las encontró en tu piso de Madrid.

–Debí quemarlas.

– También encontró otras cosas... ¿Vas a explicármelo?

–¿Sabes?, creo que no. Creo que voy a dejar así las cosas, que tengáis que venir cada martes a por Garayo para que la Historia no cambie. Nunca os dirá nada, no podréis salir del bucle. Qué, ¿no piensas ahora que debiste volar la puerta en su día?

–Por Garayo no te preocupes, no volverá ningún martes más. Sabemos dónde encontrarlo para evitar que se inicie esta locura.

–Entonces qué más te dan mis motivos.

–Bueno, me gusta confirmar que tengo razón.

–Siempre tuviste un ego que no cabía en el Ministerio.

–Todo esto ha sido por Marta Castillejos, ¿verdad? Para salvarle la vida.

La cara de Marrero cambió. No, no era posible, ella estaba bien, había escapado, la cortina de humo había sido lo suficientemente densa, todos estos años de preparación minuciosa, la coordinación de puertas, el cadáver...

–Vaya, creí que te habrías olvidado de ella como de todos los que mandas a morir a Loarre.

–¿Cómo hacerlo...? –se le escapó en un susurró a Salvador, que tardó un instante en recuperar el aplomo– Pero no fui yo quien dio con ella.

–¿La chiquita?

–Lola, ella encontró las pistas en tu piso de Madrid. El resto no las contó la propia Marta. Lo que fuera con tal de evitar volver al castillo, claro. Aunque me temo que no será otro su destino.

En la mirada de Marrero todo el fuego de su odio fue sofocado por una lágrima solitaria, fruto yermo de la desesperación de quien se sabe acabado.

–Como sea lo hecho, hecho está...

Marrero apretó las mandíbulas y tras unas convulsiones, el veneno hizo efecto y cerró su bucle para siempre.

Tiempo de alzamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora