03 "¿Te doy mi número?"

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La mayoría de los seres humanos tenían un día favorito y uno no tan favorito, o en pocas palabras... el buen día y el malo. Mi buen día era el sábado, el malo el domingo. Era chistoso porque estaban tan cerca y tan lejos a la vez. Me explico, si el día de la semana era sábado sabías que hacían falta horas para que fuera domingo, pero siendo domingo sabías que faltaban cinco días para que llegara el sábado.

—Detesto estas reuniones— farfulló Elías a mi lado. Ambos nos encontramos picando verduras que mi mamá necesitaba para una ensalada que iba hacer.

En mi casa se tenía la tradición de una o dos veces al mes hacer una carne asada en el patio trasero. Mamá a veces se excede e invita a toda la calle. Lo que traía de consecuencia estar de pie desde muy temprano hasta muy tarde.

—Te vuelvo a oír decir eso Elías y te voy a jalar las orejas— lo amenazó mi mamá.

Me reí y Elías se sonrojó.

—Perdón— dijo apenado. Si no fuera por su piel aceitunada estaría tan rojo como un tomate.

—Perdón— lo remedó mi mamá—, con una disculpa no es suficiente a veces sabes, ¿no?— alzó una ceja mientras lo veía. Ella tenía su manera de que aprendiéramos lecciones. Mi hermano asintió rápidamente—. Bien, las tradiciones y la familia son muy importantes.

Mi mamá se había criado en una familia muy unida, nadie ponía en duda sus lazos familiares. Era algo que sin duda quería que tuviéramos nosotros también.

—Lo sé, mamá. Solo que— dejó la frase tendida al aire. Mis ojos iban de lo que estaba picando (con cuidado de no lastimarme), a mi hermano y después a mi mamá.

—¿Solo que?— interrogó mamá frunciendo el ceño.

Mi hermano tenía que elegir bien sus palabras.

—Bueno, hacemos esto tan seguido que no siento que sea una tradición. Al menos no precisamente.

Ese fue un golpe bajo para mi mamá.

—¡Claro que es una tradición!— salió a defender mi mamá—. Desde que tus abuelos y yo llegamos a Estados Unidos lo es, es más desde antes que vinieramos aquí lo era— se quedó callada para recuperar aire—. La tradición es que una o dos veces hacemos una carne asada— voltea a verme y me doy cuenta que quiere mi apoyo contra mi hermano—. ¿Verdad que lo es?

—Supongo que lo es— alcé los hombros. Entre menos me metiera en su discusión mejor para mí.

—Gracias por apoyarme— dijo Elías ofendido por mi "traición".

—No quiero sufrir la ira de La Gran Eleanor Ávila— me defendí. Al llamar a mi mamá de tal manera sabía que no estaba bromeando, ella puede ser muy dulce, pero enojada se podía ser muy diferente.

—Déjame sufrir solo, claro.

Terminamos de picar la verdura y sazonar la carne en un silencio relativo. Para cuando limpiamos la mesa me duelen los ojos de tanto picar cebolla e intenté no llorar— por la simple razón que detesto hacerlo—, pero no logré ser lo suficientemente fuerte y varias lágrimas rebeldes se me escaparon.

Lavé mis manos dos veces para quitarme el aroma de las manos. Se había convertido en una horrible compañía. Mi mamá parece ver mi batalla y me tiende un bote con líquido rosa.

—Te va ayudar— me dijo antes de darse media vuelta.

Limpiamos la mesa y la barra. Mi hermano termina de lavar los trastes y me dirige una mirada.

—¿Podemos irnos?— pregunté sin pensarlo.

Mi mamá limpia sus manos con un trapo antes de ponerlas sobre su cintura.

Ghost of you ||C.H||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora