Estaba sentada en mi antiguo sofá. Era todo igual, solo que la decoración no estaba tan anticuada. Esperé, y después de diez minutos, la puerta se abrió, me asusté, estaban Brent y mi madre allí.
-Eh, hola… Sí supongo.
Dije avergonzada.
-Eh… Hola, supongo yo también.
Se sentaron en el mismo sofá que yo.
-Brent…
-No, déjame hablar a mi primero. Sé que tú eres más pequeña, que nunca has estado enamorada y lo pero, que casi nunca te has relacionado con gente de tu edad. Vives encerrada, lo sé, y lo entiendo. Desde que te conocí estuve pendiente de ti porque me preocupaba que te pasase algo, porque te quería. Ahora, me has dicho que no sientes nada por mí, o que al menos eso crees. Quiero que sepas, que cuando te enamoras de alguien lo notas, ¿Tú lo notaste?
-Bien… Noté algo, pero no sé el qué, era como… Siempre pensaba en ti, siempre sonreía cuando hacía lo anterior y sentía “las mariposas en el estómago”, pero no sé si es amor.
-Lo es…
Dijo mi madre a lo bajini, la asesiné con la mirada.
-Bueno pues ¿qué piensas hacer?
-No lo sé Brent, dímelo tú.
-Quiéreme, dame una oportunidad.
Se la dí, le dí la oportunidad, y estuvimos saliendo juntos por tres años, hasta que llegó la fecha. La fecha que destruyó mi vida entera y mi corazón al igual.
Tres años después:
No sabía que hacer, estaba en mi casa, ah, es verdad, no os lo he contado aún, ya estaba en mi casa, hacía un par de meses que me fui del centro, me dieron el permiso. Mi hermano ya estaba muy mayor, tenía ya caso diez y estaba muy loco, siempre me molestaba. Seguíamos siendo vecinos de Brent, cual cosa era buena porque él era mi chico, por decirlo de alguna manera. Le quería mucho, al pasar el tiempo me di cuenta. Vivimos muchas experiencias, hasta fuimos a Nueva York juntos. Él ya tenía diez y nueve años, era un viejales. No, realmente no. Me levanté de mi silla y miré por mi ventana, hacía sol, como era de esperar por Los Ángeles. Decidí ir a ver a Brent, llevábamos un par de semanas sin vernos a causa de mis exámenes. Cogí mi bolso con mis cosas y abrí la puerta, me despedí y crucé la carretera vigilando que no hubiese ningún coche a la vista. Cuando estuve en la acera de enfrente piqué al timbre, apareció la madre de Brent un tanto disgustada.
-Hola señora Douglas, ¿Qué la sucede?
-Pasa cariño, pasa.
-Me está preocupando…
-Brent se ha ido.
-¿Qué? ¿Dónde?
-A la mili.
-Qué dices…
-Sí, siempre quiso ser militar… Así que se fue la semana pasada.
-¿Por qué no me avisó?
-Brent no quería hacerte daño, se fue sin más, ni siquiera se despidió de su hermana, sólo quería irse.
-No… No puede ser, no se puede haber ido.
El papá de Brent murió hace dos meses en un atraco, por desgracia le sentó muy mal, estuve con él hasta el último minuto, ¿Y ni siquiera se despide de mi?
-No lo puedo creer, de verdad.
-Ni nosotras, Lauren está muy mal.
-Voy a subir a verla, ¿Puedo?
-Claro hermosa, sube.
Me levanté de la silla de la cocina y salí al pasillo, lo recorrí hasta llegar a las escaleras y subí hasta su cuarto, cuando estaba en él llamé a la puerta.
-¿Brent?
-No Lauren, soy Moon.
-¡Moon! ¡Pasa!
-Entré y antes de que pudiera cerrar la puerta ya me estaba abrazando, creía que me iba a matar de lo fuerte que me abrazaba.
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Esto es todo por hoy, sé que parece un tanto melodrámatico, pero todo tiene su lado positivo, ya lo veréis. Gracias por leer de verdad, sois los y las mejores. Os quiero.
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El don de la luna.
Romansa¿Un don o una maldición? Nunca llegué a saber de que se trataba. Viví encerrada en esa clase de manicomio la mayor parte de mi vida, y ahora, ahora he decidido explicar al mundo lo terrible que era ese lugar. Y Brent... Brent, fue realmente lo único...