Ep. 30

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    El viento soplaba fuerte y constante, como si tocara una canción en flauta. El cielo estaba azul, como aquellos días de primavera que recordaba… Cuando salía al patio a jugar.
   Viejos y no tan viejos recuerdos.
   —Estuviste impresionante.
   —Gracias, gracias. Aunque no lo puedo negar, sentí algo de miedo.
   Félix sonrió y se sentó al lado de ella, contemplándola con la mirada. Dulce y tranquila.
   —Mi regalo si es que veloz, ¿Cierto?
   —Sin tu regalo no pude haber ganado—Sonrió, mirándolo a la cara—Gracias. Pero… ¿Sucede algo? Tu expresión…
   —Lo siento—Rió—Parezco preocupado, ¿Cierto?
   —Algo así.
   —No es nada, es solo… Que pienso que eres fantástica.
   —Félix…
   —¿Si?
   —Respecto a lo de… Tu carta… Ya sabes, lo de ser… Novios.
   —Oh, no te preocupes, si no-
   —No quiero que me malentiendas, ¿Bien? No quiero… No quiero perderte, eres… Un increíble amigo para mi y creo que estando así puedo mantenerte cerca de mi. Voy a rechazarte, no quiero ser tu novia, y no porque no te quiera, de hecho, es porque te quiero.
   El pelinegro sonrió y sus ojos se atenuaron con dulzura.
   —No te preocupes, belle. Sigamos juntos de alguna forma u otra.
   Peverell asintió y ambos se abrazaron con mucho cariño, y por un largo rato permanecieron así, mirando el cielo desde la orilla de la fuente del patio.
   —También es por Draco, ¿Cierto?
   —¿Qué?
   —Él… Te gusta.
   —Bueno, yo…
   —No te preocupes. Desde el principio… Creía saberlo, solo, intentaba divertirme con Draco, tu sabes, es muy celoso.
   —¿Celoso?
   —Parece que el título amigo no le queda bien contigo y se nota que le molesta.
   —Te encanta molestar a las personas.
   —Bueno…—Suspiró, sin dejar de ver el cielo—¿Qué es la vida sin un poco de riesgo?
   _________ sonrió.
   —Sabias palabras.
   —Pero no creas que se lo dejaré fácil. Me sigues gustando, no es fácil dejar de pensar en una chica que tiene una risa tan pegadiza—Agregó, mientras quitaba un mechón de la boca de la chica, mirándola a los ojos.
   —¿Es pegadiza?
   —Deberías escucharte. Podría poner tu risa como alarma todas la mañanas.
   —Eso fue perturbador.
   —Finjamos que nunca dije eso.
   Ambos rieron y volvieron la vista al cielo.
   Peverell tampoco sabría que sucedería después de ello, quizá sólo sea problema entre chicos, pero había conciencia en sus sentimientos por Draco y tal vez eso sólo era lo que le importaba, ciertamente, ya no era responsable de Félix.
   Éste bajó la mirada.
   Empezaba a creer que aquel problema ya no se trataba solamente del que creían el elegido: Harry Potter. _________ también se había vuelto una pieza importante en el rompecabezas.
   Debía protegerla.
   Con su vida, si era necesario.
   —¿Estas en alguna clase extracurricular?
   —¡Si! Unos chicos y yo, decidimos unirnos en una banda para el concurso.
   —¿De verdad? No dijiste nada… ¿Y con quienes?
   —Emily, Bob y una amiga de Bob, de Ravenclaw, aunque… Creo que faltan mas integrantes, si mal no recuerdo… Otros instrumentos-
   —¡Déjenme entrar! ¡Se tocar el bajo!—Dijo en voz alta, tomando las manos de la chica con emoción e insistencia.
   —¡¿De verdad?! ¡¡Félix, gracias!!—Se lanzó encima y lo abrazo con fuerza—Ven, vamos con los chicos.
   —¡S-Si!
   Se levantaron y enseguida la chica lo tomó de la mano y lo arrastró hasta unas de las salas del cuarto piso.
   Subieron La Gran Escalera y corrieron por el pasillo, emocionados. Peverell había encontrado un nuevo integrante y que mejor forma que aprovecharlo.
   —¡Tranquila! Harás que me caiga.
   —Lo siento, estoy muy emocionada.
   —Olvídalo, tírame.
   Doblaron una esquina a la izquierda e inmediatamente encontraron la puerta de la sala que ocupaban ellos para ensayar.
   —¡Chicos, chicos! ¡Encontré a alguien!—Gritó emocionada, abriendo la puerta de un portazo.
   Emily estaba probando las guitarras de Bob, Leonor, la amiga de éste, estaba probando el sonido de las bocinas mientras Hoffmann hablaba con Draco y su invitada.
   Ups.
   Ella y Leroux se quedaron congelados igual que el resto, a mitad de la puerta.
   Malfoy bajó la mirada, hacía las manos unidas de ambos chicos. ¿Qué carajo?
   _________ se soltó del pelinegro inmediatamente.
   Uhm, ya la había cachado.
   —Hey, chica, te estuvimos esperando—Saludó la morena, invitándolos a pasar—¿Félix?
   —Hola, chicos.
   —Que suerte, Draco y Astoria también se unirán a la banda, ¡Hoy es día de suerte!—Exclamó Bob, emocionado mientras anotaba en su libreto el nombre de los nuevos integrantes.
   —¿Qué?—Cuestionó la castaña, mirando al pelirrubio.
   ¿También se uniría él? Vaya que… Nunca se lo esperaba. Y se quedó extrañada más con ese gesto que le hizo, Draco parecía molesto o incómodo, no lo sabía realmente.
   —Invité a Astoria, es buena pianista, a menos que ese lugar esté ocupado—Dijo, cruzándose de brazos, sin dejar de ver a Peverell.
   Espera, espera, espera… ¿Será lo que estaba pensando?
   —Eso es fantástico, Astoria. Bienvenida—Sonrió, y mostró al chico detrás de ella—Félix será el bajista.
   —¡Perfecto! Ya tenemos los integrantes suficientes.
   —¿De verdad?—Preguntó Astoria, acercándose a ver la lista del chico, mirando los nombres—Emily será la vocalista, _________ la guitarrista, Draco el baterista, Félix el bajista, Leonor la DJ, tu el guitarrista rítmico y la teclista… Es fantástico. Se verdad estamos completos, aproximadamente podrían darnos setenta puntos a cada casa para repartimos.
   —Eres fantástica en los cálculos mentales—Halagó Bob, chocándole codo a codo.
   Astoria bajó la cabeza, ruborizada, mientras se ponía un mechón de la oreja.
   —¿Y cuando empezamos a ensayar?—Preguntó Félix, palmeando sus manos con entusiasmo.
   —De hecho, justo ahora—Emily cerró las puertas y con su varita sacó los instrumentos, colocándolos—Primero debemos ensayar notas y ritmos, la canción vendrá después, casa uno vaya con el instrumento que le toca.
   Todos se quedaron extrañados por la repentina indicación de la morena. Supieron en ese momento quien llevaría el mando en aquella organización, y de hecho, nos les parecía nada mal.
   Peverell se sentó al lado de Bob, admirando su nueva guitarra, era roja con una mezcla de magenta y brillos ultramar. Era bellísimo.
   Draco rodeó la batería, admirándola. Era bastante grande y color violeta, bastante bien a su parecer.
   Tomó la baquetas e hizo un par de tricks con ambas, notando la habilidad que tenía en ellas, mientras se sentaba frente a él.
   Tocó la batería con rapidez y ritmo, llamando la atención de las dos chicas frente a él.
   __________ sonrió tímida.
   Por Dios, ¿Por qué tenia que sentarse así? Se ve tan sexy cuando giraba las baquetas de esa forma, y a cambio, recibió un guiño.
   Mientras que Greengrass se resignó a seguir mirando. Apenada, porque aquel guiño sexy, no había sido para nada suyo, si no para la chica que estaba a su lado.
   _________ Peverell.
   Que, va.
   —Empiecen a calentar, en un rato elegiremos la canción—Dijo la morena, conectando los cables a una máquina eléctrica. Demonios, y es que el colegio no utilizaba electricidad y era difícil conseguir algo para conectar los materiales.
   Peverell se unió a Hoffmann, siendo ambos guitarristas, la mejor opción era ensayar juntos las notas y círculos. Bob era bastante bueno, según él, jamás había intentado tocar uno, pero estudiar sobre muchos instrumentos, jamás le hizo pensar que un día serviría.
   Leonor ajustaba los sonidos de los instrumentos para que todos pudieran escucharse parejos.
   Astoria sólo tocaba una y otra vez la misma melodía.
   Draco cerró los ojos y se dejó llevar por la sintonía del bombo y los platillos. Sintiendo el ruido de su alrededor anular sus sentidos, concentrándose en lo más profundo de la calma.
   Sonido por sonido.
   Golpe por golpe.
   Cada boom del bombo, era como un latido, que lentamente iría desapareciendo. Conforme cada minuto iba pasando.
   Ella no estará allí para siempre.
   Lo sabía.
   __________ deberá irse una vez que haya cumplido su misión allí. Por eso es que no tenía mucho tiempo, tenía que sacarla de su mundo inmediatamente.
   No podría arriesgarse a una amenaza más. No podía verla a las ojos, sin imaginar verla sufrir.
   Era como si ella no tuviese razones para estar allí, como si no debería estar allí.
   Es hora…
   De dejar las esperanzas.
   —Draco…—Llamó, agitando levemente su hombro para llamar su atención.
   Despertó de su mundo de ojos cerrados, deteniendo las baquetas.
   —__________.
   Ella sonrió.
   Malfoy miró a todos lados. Ya no estaban Félix, ni Bob, ni Emily, ni Leonor. Solo apenas Astoria guardaba su piano en el estante de los pianos.
   —¿Qué… Qué paso?
   —Te quedaste dormido tocando la batería. Solo estuvimos practicando y repasando acordes y notas de los instrumentos, Emily pensó que sería mejor iniciar mañana con la elección de la canción, nos dijo que hoy teníamos tiempo para pensar en alguno que nos guste y mañana comentaremos a ver cual elegimos por mayor voto—Acarició su mejilla, provocando en él, un tierno sonrojo—Anda, guarda la batería.
   La miró clavado en sus ojos marrones. La luz del sol en el atardecer pegaba en ellos, iluminando el más bello color.
   Mírala.
   Hermosa y sonriente.
   Frágil como el aliento que salía de su boca tras cada sonrisa y la fuerza que está sobreponía en sus latidos.
   —Fea
   —¿Si?
   La miró unos segundos más.
   Las pupilas de sus ojos gritaban y gritaban de lo alteradas que estaban al tenerla frente a él.
   No sabía cómo actuar.
   En un momento creyó que perdería la cordura completamente.
   —¿Podrías… Cerrar la puerta?
   ¡Bum, bum!
   —¿La puerta?
   El rubio asintió.
   —Deja que salga Astoria y cierra la puerta.
   —Pero, ¿Para qué?
   —¿Quieres saber para qué?
   Peverell se giró, mirando a la chica de ojos verdes, tomar su bolso. Estaba totalmente roja, pero ese rojo no parecía de vergüenza, nada, pues sus ojos llorosos… No daban buena espina.
   Greengrass solo acomodó un par de sillas y salió de la sala casi corriendo. Deseando no ver ni un poco más. ¿De verdad fue buena idea aceptar la oferta de Draco? ¿Unirse a la banda? ¡No importa! Quería salir de allí.
   Para cuando los dejó solos, un ambiente extraño y nuevo para ellos los rodeo completamente.
   ¿Qué era aquello que sentían?
   El palpitar acelerado de sus corazones.
   —Debo creer que conoces algún encantamiento contra… Alohomora, ¿Verdad, brujita?
   —¿Draco?
   Él sonrió, dando vueltas sobre su silla.
   —Quiero volverme un irrespetuoso con mis mayores, lo sabes.
   —Draco, no podemos, estamos en una escuela.
   —¿Y que quieres que haga? ¿Qué me aguante las ganas de besarte cuando tu andas por allí siendo…?
   —¿Siendo…?
   —¿Siendo tan tu?
   —Awwww, muy tierno, mi Draquito, pero no puedo. No quiero que nos metamos en problemas.
   —Te prometo que serán solo besos.
   —¿Solo besos?
   El pelirrubio se detuvo y se levantó.
   Se acercó peligrosamente a ella con unos ojos grandes, bellos e instigadores. Sentía la profunda necesidad de atraparla, como a una pequeña presa.
   Una conejita pequeñita frente a él.
   Eso es…
   Ambos se sonrieron con dulzura.
   Draco acarició la mano de ella, retirando con suavidad, la varita de su bolsillo.
   —Dímelo…—Susurró, a muy poco milímetros de sus labios.
   —Aperiamus.
   —¿Aperianmus?
   __________ negó con la cabeza.
   —Aperiamus.
   Malfoy asintió y elevó la varita, dándole una blanda sacudida de muñeca, mientras pronunciaba el encantamiento con firmeza.
   Se escuchó tintineo suave, indicando el seguro definitivo, un ‘click’, y ahora si… Estaban… Completamente… Solos.
   —Lo prometido en deuda—Sonrió, poseyendo el cuerpo y las caderas de la chica—Solos besos.
   Sus manos se menearon agradablemente detrás de la espalda de Peverell, tentándola y dándole el gusto primero.
   Un sentimiento mutuo y tierno. Doloroso y triste a la vez.
   —Draco… Lucius Malfoy.
   El mencionado sonrió, bajando la mirada al suelo, tímido.
   Era como perrito chiquito y bonito, que se ponía tímido cuando estabas cerca de él. Así de fiel podría ser y lo tierno sobraba, cuando volvía a subir sus grandes ojos grises.
   —¿Ya te he dicho lo mucho que odio esta escuela?
   —No, nunca me lo dijiste, pero lo que cuenta la gente dice muchas cosas.
   —Realmente ya no sé si la odio. Si tu estas parada sobre este castillo, no habría lugar que yo más amara.
   —Amar es una palabra bastante complicada.
   —Lo sé—Sonrió y se acercó más a su rostro, sólo un poco más—Lo sé. Es… Una palabra que jamás tuve ni tendría que usar, pero tu… Haces que mil poemas salgan de mi boca… Dime… ¿Me lanzaste algún hechizo?
   —¿Y porque haría eso?
   —No lo sé, tu dime…
   Lo rodeó con sus brazos al cuello.
   ¿Cómo terminó así?
   ¿En qué momento comenzaron a enamorarse? ¿Cuándo empezó todo?
   Antes parecía que siempre estarían divididos por una muralla china al doble del alto, que tomarse de las manos jamás anotado estarían en sus listas de cosas por hacer. Una suave melodía que dormía a las bestias feroces del encarnado amor oculto en las sombras de ambos, uno desesperado por salir de las ramas de la malicia oscura y el otro por entender la realidad de la malicia, hundiéndose a través de la pasión y los suspiros sensibles del entendimiento pasional.
   Un hilo de nieve dulce y fría cayendo por la orilla del cono, sentimientos frígidos que serían borrados tras una helada noche.
   Pero no les importaba en absoluto.
   Al momento que sus labios volvieron a acariciarse, las diferencias se fueron al diablo.
   Ambos estaban plenos de esa forma.
   Cuando podían entenderse uno al otro, sin la mínima necesidad de escuchar más. Si Draco podía tener a alguien que lo aceptara con toda inmundicia que él llevaba consigo y todavía buscará ayudarlo, se sentía obligado a ser un maldito codicioso.
   Los besos fueron intensificándose cada vez más. Al ritmo de los latidos, sobre los jadeos que golpeaban las paredes de la habitación en el ocaso del día.
   Tenía miedo de volverse adicto a la ternura que significaba estar con ella. Lo feliz que lo volvía y las risas que lograba arrancarle de su boca, pero desde lo necio que fue siempre, ahora debía estar acostumbrado a perder siempre… Lo que empezaba a amar.
   —Detente—Jadeó, interrumpiendo el beso cuando sintió las manos del chico tomar sus piernas y apretarla a la pared—Nos estamos sobrepasando.
   —Pero…
   —Vengo de otros tiempos, Draco—Explicó, acariciando su mejilla, mientras le miraba directo—Lo siento, pero… No estoy acostumbrada a… Ir tan rápido. Créeme que me encantaría que me tocaras más—Tapó su cara, avergonzada—Pero aún no puedo.
   —Ay, vamos, fea—Sonrió, tomando sus muñecas y obligándola a dejar de cubrirse—Nada más me encantaría que poder esperar.
   —¿De… De verdad?
   —Nuestro beso tomó tiempo, ¿Cierto? Pero no miento cuando digo que jamás pude elegir un mejor momento—Admiró las manos de la chica, acariciando sus dedos con la yema de su pulgar—Esperaría mil años… Y cuando estés lista… Me aseguraré de que puedas ver las estrellas—Guiñó un ojo y besó lentamente su mano, con esa postura sexy.
   Peverell sintió como se le iba el aliento de la boca.
   —¿“Ver las estrellas”?—Preguntó confundida, pero ante el gesto del chico, se dio cuenta a lo que se refería—¡Malfoy, eres un pervertido!—Gritó, dándole suaves pero constantes manotazos, persiguiéndolo por toda la sala.
   —¿“Pervertido”? ¡Pero si es naturaleza de los seres vivos!
   —¡Reproducirse es otra cosa! ¡Estamos hablando de sexo!
   —¿Y que tiene de malo?—Fue acorralado contra una esquina—No es como que no quieras verme desnudo.
   —Déjame recordarte de que época vengo y probablemente regrese.
   —Lo sé—Sonrió, acarició su mejilla. Muerto de la ternura, al ver sus brazos capturándolo a la fuerza—Pero dijiste que te llevarías tantas experiencias como pudieras, ¿Cierto?
   La castaña sonrió, asintiendo con la cabeza.
   Aunque… ¿Volver…?
   No…
   Draco se dio cuenta de que el ambiente se había tensado. Pensar en la idea de _________ y la separación de ambos, no había sido buen tema para tocar.
   Las sonrisas se borraron.
   —¿Crees… Que estaría bien… Que regresara a casa?—Alejó las manos de las paredes, apartándose con suavidad.
   La intención se notaba claramente en el tono en que lo decía. Sumisa a sus deseos.
   Pero el mentalismo orgulloso del chico desvío la respuesta verdadera, dispuesto a no debilitarse ante una simple pregunta después de los besos.
   —Si tienes que regresar, deberías hacerlo, no hay nada que yo pudiera hacer.
   Respuesta equivocada.
   Peverell tragó saliva.
   ¿Entonces era así?
   —¿Solo eso te importo? Arriesgas tu vida por mi, me perdonas después de que casi te mato… Pero si me voy… No importa, ¿Verdad?
   —¿Qué se supone que haga?
   La castaña se quedó sin palabras.
   ¿De verdad no le importaba nada? Si conociendo y sabiendo como es él, ¿Podría ser que tal vez no quiso decir eso?
   No importaba realmente. Porque en su rostro no había ni un poco de lástima. Nada.
   Sacudió su cabeza y sus manos suavemente, despejando sus pensamientos, y suspiró, derrotada.
   —Me voy.
   —¿Qué? ¿Por qué?
   —¿Tengo que decirte porqué? Estoy incomoda—Se dio la vuelta, dispuesta a tomar su bolso e irse de allí—Quiero irme.
   —¿Te enojaste por lo que dije? ¿Es en serio?
   —¡Yo quiero quedarme, Draco!—Gritó, dejándolo helado del susto—Si mi padre quiere regrese, ¿Sabes lo que daría por quedarme? ¡Y tu…!
   Peverell suspiró. Sería una estupidez frustrarse por algo así.
   Frotó sus manos contra su cara. No había caso.
   —_________...
   —Ya va anochecer, cena y descansa bien—Metió sus libretos y los metió a la bolsa.
   —_________, no te vayas.
   —Ya te dije que no estoy cómoda, además, falta poco para que cierren estos pasillos—Se escuchó el cierre del objeto.
   Lo puso en su hombro y caminó a la puerta.
   —Creí que comprendías las veces que me comporto como un idiota.
   —Te comprendo, Draco. Se tolerar cuando eres un completo idiota—Se giró a él, mirándolo directamente a los ojos—Las palabras son engañosas, pero no me da confianza que… Ni siquiera hagas un gesto o algo que contradiga tus palabras, una caricia, una mirada, nada, solo bajas la cabeza como si realmente no te importara.
   —¿Ahora es culpa de mi cara?
   —Entonces aprende a hacer más gestos.
   —Dios…—Sujetó su cabello frustrado, mirando por la ventana.
   —Si de verdad no te importa que me vaya, te agradecería que dejaras de arriesgar tu vida y te alejes de mi.
   —Al diablo…
   —Como quieras.
   Peverell tomó su varita de la mesa más cercana a la puerta y la agitó, volviendo a abrirla.
   ¡Cielos!
   Salió dando pisoteadas de fuego, y es que no podía creerlo, tan sólo era una pequeñez, pero la ignorancia de Draco le enrabiaba.
   Así que solo siguió su camino, dejando al rubio muy atrás. Claramente estaba disgustado.
   Maldita sea.
   Frotó su cara y se sentó sobre un sofá, y es que la estaba pasando tan bien, con aquellos labios sabor a avellana, ¿Se habrá puesto un labial nuevo? Y Dios… Todo se estropeó hablando sobre un futuro pasado.
   —¿Draco?
   El mencionado giró la cabeza, sin ánimos de levantar la espalda.
   —Astoria…
   —Lo siento, es que… Están llamando a los prefectos y no regresabas, supuse que aun seguirías aquí.
   —Diles que ya voy.
   —¿Estas bien?—Se adentró al lugar, con las dos manos ocupadas con dos paletas de hielo—Unas chicas están ofreciendo paletas como promoción a su banda, tienes que probarlas, son geniales.
   —¿Por qué comería una estupidez así? Además… Seguro tienen algo para hipnotizar.
   La chica meneo la cabeza suavemente con una sutil sonrisa: que chico tan difícil.
   —Tu sabor favorito es vainilla, ¿Cierto?
   Malfoy alzó el ojo, curioso.
   —¿Cómo lo sabes?
   —He visto que siempre sueles elegir todo de vainilla, panquecitos de vainilla, dulces de vainilla, pastel, galletas… Entre otras cosas.
   —No se si eres una chismosa mirona o muy observativa—Extendió su mano y tomó la paleta de la mano de la mano de la chica, lamio un poco y sus ojos brillaron de fulgor—¡Es delicioso!—Al ver la expresión sorpresiva de la chica, se calmó y volvió a su aura oscura—Quiero decir… No está nada mal.
   Greengrass soltó una risita delicada y se relajó en el sofá al lado de él, mirando la ventana, donde los últimos rayos de sol desaparecían. Inundando la habitación en una suave sombra.
   —Eres muy bueno en la batería, más de lo que yo creía.
   —No soy bueno, soy experto.
   —Bueno… Eres experto en la batería—Sonrió, con unos ojos de media luna—No quiero sonar grosera, pero la batería me resulta un instrumento muy potencioso y liberador, y tu-
   —Tienes razón—Lamió—Ensaye a escondidas, mis padres no lo saben.
   —Ya… Veo.
   Lo miró.
   ¿Esto era real?
   Su lengua rosada pasar lentamente por la paleta, derritiendo con su calor y también su corazón. Sus ojos grises, acaramelados por la cálida luz del atardecer y su rubio cabello caer ondulado sobre sus orejas.
   Sus arcanos latidos resistieron a él.
   Quería tocarlo, cubrirlo completamente en su pecho.
   Pero no…
   Él estaba tan lejos.

Hechizo ~ Draco Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora