Una triste melodia se oia al circulo más bajo del panteón. La lluvia dorada caia lentamente al son de las notas. Un joven tocaba el piano apasionadamente, la lluvia mojaba su oscuro pelo, los escasos rayos de sol que emergian de la cima iluminaron su rostro mojado. ¿Como habia llegado hasta allí? Una cosa era segura, no deberia haberse opuesto a los demás.
Un pequeño pollo de corral observava al joven tocar el piano. Al final se levantó del sillin, luego de tocar las últimas notas. Se acercó a una enorme lanza clavada en el suelo, hecha de hierro y oro puro. La agarró y apuntó al cielo. El pollo aleteó hacia su hombro. Ambos miraban al cielo, con mirada desafiante.
-¡Esto no quedará así, Vicenç Aguilar!-gritó Pollopez-.
No hubo respuesta. Las nubes grises tapaban la cima de la montaña que se postraba ante él. En la cima se encontraban los demás, donde la luz iluminaba sus pedestales.
"Esta vez me escucharán. No con palabras... Sinó con la fuerza".
Pollopez (que era el nombre de ese joven de mirada dorada, desafiante) dio un paso enfrente. Una parte del cielo se partió, la luz divina alumbró una escalera de marmol.
El pollo a su hombro parecia asombrado. Cualquiera lo estaria ante la magnificiencia del dios de dioses, pero Pollopez no.
-No vamos a tan solo ascender-le dijo Pollopez a su pollo-. ¡Reclamaré mi lugar en la cima, la cima del panteón!
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Dios entre dioses:
Vicens Aguilar, se encuentra en lo más alto de la montaña, por encima de los demás panteones, donde las nubes no pueden cubrir su luz divina.
