En el palacio real, todo el salón de baile estaba reluciendo con las brillantes luces de los candelabros, con los magníficos trajes de los caballeros y los deslumbrantes vestidos de las damas, todos bailando alegremente con divertidas conversaciones por todos lados, dando el ambiente perfecto de alegría y glamour, totalmente digno de una elegante fiesta de la realeza.
Aun que no todos se sentían tan animados esta noche.
El príncipe Atem se encontraba junto a su padre que estaba sentado en su trono en lo alto de un balcón mientras observaban toda la fiesta desde lo alto, con varios dignatarios e invitados que los saludaban desde las grandes escaleras de entrada. Desde hacia uno hora que había comenzado la fiesta, y honestamente, Yami estaba estrujando el pantalón de su traje sin poder resistir los nervios. Había estado observando con cuidado las escaleras de la entrada principal al salón de baile desde que todo había comenzado, deseando con desespero ver que su adorable doncel de ojos violetas atravesara esa puerta, para que así ambos pudieran pasar la gran noche que había deseado que ambos tuviera, y la gran espera y los nervios lo carcomían por dentro.
Cuando Aknamkanon se volteó a ver a su hijo, sonrió un poco con comprensión al ver cómo miraba atentamente la entrada principal mientras se mordía el labio inferior con impaciencia. Puso una mano sobre el hombro del más joven, llamando su atención y logrando que lo viera.
-Hijo, cálmate. Estoy seguro de que el joven que conociste vendrá.
-¿Pero qué pasa si no viene? ¿Qué pasa si algo ocurrió y no puede venir? ¿O tal vez...?
-¡Hijo!- el rey cortó la línea de desespero de su hijo que estaba respirando con ansiedad, haciendo que su padre le mostrara una tranquilizadora sonrisa. -Estoy muy seguro de que él vendrá, solo mantén la calma y ya verás que pronto llegará.
Atem inhaló profundamente para luego dejarlo ir, logrando calmar por lo menos un poco sus nervios. Aún que por dentro todavía estaban a flor de piel. No era su culpa, al conocer a ese hermoso chico por primera vez supo que él era quien había logrado robarle el corazón, y no podía contener los nervios por desear volver a verlo otra vez. Esta noche era su oportunidad, su única oportunidad de volver a verlo, tal vez para siempre, y sabía que Dios lo castigaría si no la aprovecharía.
-Tengo una idea, Atem. ¿Por qué no bajas al salón a recibir a las doncellas y los pocos donceles, mientras esperas que llegue ese misterioso joven? Después de todo tú los invitaste, y como anfitrión debes mostrar cortesía a tus invitados.- Yami debatió por un momento la propuesta de su padre, hasta que finalmente suspiró dando una sonrisa, y asintiendo a su petición.
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Abajo en la fiesta:
Entre los otros invitados que iban llegando al salón, de entre ellos aparecieron por la puerta nada menor que Dartz junto con sus dos jóvenes hijas. Él miraba todo el salón desde lo alto en su elegante traje blanco con una sonrisa orgullosa y arrogante plantada en su rostro, mientras sus hijas iban detrás de él con sus brillantes e incandescentes vestidos de colores tan chillones que lastimaban los ojos, con miradas pintadas de asombro en sus muy maquillados rostros.
-Este es el momento mis niñas.- Dartz llamó su atención. -Esta es la gran oportunidad que se les ha otorgado. Si alguna de ustedes dos logra enamorar al príncipe, no solo se convertirán en princesas, sino que yo también lograré conseguir una gran posición entre los nobles de este reino. Es su gran oportunidad, así que no la desperdicien. Recuerden... Si alguna de las dos tiene una oportunidad, entonces se convertirá en la princesa y luego la gran futura reina.- esta última declaración sin duda llenó de emoción a ambas chicas, chillando silenciosamente entre ellas con gran emoción, volviendo a su compostura falsa y elegante para seguir a su padre.
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Violeta Cenicienta
FantasyTras la muerte de su madre cuando era un niño, Yugi Mutou fue obligado a convertirse en un sirviente en su propia casa, siendo mandado bajo las ordenes de su cruel padrastro y hermanastras, sintiendo que el resto de su vida quedaría siempre en pen...