parte 1

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Por los pasillos de la mansión Phantomhive, se podía observar a un feliz rubio rabio dando pequeños saltos, mientras tarareaba una canción.

 - ¿¡Que haces tu aquí Trancy!? - gritó el dueño de dicha mansión cuando Alois entro en su oficina, tan seguro y despreocupado como si se tratara de la propia.

- Estoy aburrido - dijo apoyando sus codos en el escritorio, acercando peligrosamente su rostro a el de Ciel, con obvias intenciones de incomodarlo.

- ¿Y que tengo que ver yo con eso?- mencionó el menor.

- He venido a proponerte un trato - dijo Alois con una picara sonrisa mientras se sentaba en el escritorio y cruzaba las piernas de manera provocadora.

-¡Ja! Yo jamás haré tratos contigo. ¡Sebastian!- llamó a su mayordomo, pero este nunca llegó.

Ciel, al darse cuenta de la situación, agarro fuertemente al rubio de su abrigo y le grito amenazante – ¡Explícame en este momento que rayos has hecho con mi mayordomo!

- Jajaja, tranquilo. Está divirtiéndose con Claude y creo que con unos gatos. Así que...-susurro poniendo dos de sus dedos en el pecho de Ciel y fingiendo que caminaban hasta llegar a el cuello de la camisa, atrayéndolo con fuerza y dejando sus rostros muy cerca - Tenemos todo el día solo para nosotros.

- ¿Cu-cuales el trato?- titubeo con un leve rubor mientras se alejaba del rubio.

- ¡Mayordomo por un día! Y para que sea justo, jugaremos una partida ajedrez y el que pierda será el mayordomo del otro por un día - propuso con una encantadora sonrisa.

- Que pendejada.

- Vaya, vaya... ¿El "gran" conde Phantomhive tiene miedo de perder?

- ¡Ja!Está bien Trancy, pero no quiero escuchar tu llanto cuando pierdas- lo miró desafiante y lleno de orgullo.

30 minutos después

- ¡Yogané! ¡Ole!- Cantaba Alois mientras festejaba, mientras Ciel... pues el solo se dejó caer suelo, incrédulo de esta situación.

- ¡Okey ya basta! ¿Qué quieres que haga primero?-dijo Ciel resignado.

- Ponte en cuatro – ordenó serio.

Ciel lo miro sonrojado y muy sorprendido y algo indignado, ¡el no haría eso! El era un conde respetado.

- ¡Debes obedecer!

- Aj- Se quejó Ciel mientras se comenzaba a arrodillar, pero Alois lo detuvo en el acto.

- ¿¡Y ahora qué?!

- ¡Dilo!

-No puede ser – susurro para sí, agarrando su frente - ¡Yes your highness!- seguido, se posicionó como su pervertido " amo" le ordenó y miles de pensamientos sucios pasaron por su mente, en contra de su voluntad, cuando el rubio comenzó a acercarse.

Para su sorpresa, Alois se sentó sobre él, cosa que le provoco un sentimiento de decepción, aunque jamás lo fuera a admitir. 

- Ahora llévame hasta el comedor – Reía el mayor, mientras aplaudía y balanceaba sus pies.

El menor, tragándose el poco orgullo que le quedaba, lo llevó hasta el comedor (de su casa, aunque ahora eso no importaba) con algo de dificultad, aunque el rubio no pesaba tanto.

Al llegar, Alois se bajó de Ciel y este se incorporó ordenando sus ropas, haciendo uso de la poca dignidad que le quedaba, mientras Alois lo observaba con una sonrisa burlona en su rostro.

-¿Que te hace tanta gracia? - Alois se acercó de forma seductora, moviendo sus caderas como su marca registrada. Tomó a Ciel de la cintura y le susurro -¿ Esperabas algo más?- Al terminar la frase le dio una lamida a su mejilla y de paso mordió su oreja.

-¡Jamás!


*NOTA:

Hice pequeñas correcciones de ortografía, sin embargo el resto sigue igual porque nostalgia. 

mayordomo por un día (alois x ciel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora