CANTO XXX| FAHRENHEIT 451.

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Advertencia: la canción a continuación aquí escrita es totalmente de mi autoría, sólo es para leerla, está prohibido cantarla y grabarla. Gracias.

Fahrenheit 451 temperatura a la que el papel de los libros arde, la gente detesta la lectura y para salvarla en futuro, será demasiado tarde, los bomberos queman los libros mientras de su estupidez hacen alarde.

Guy Montag es un bombero y el trabajo de un bombero es quemar libros, que están prohibidos porque son causa de discordia y sufrimiento, razón por la cual está nulo el pensamiento, nadie razona con detenimiento, todo el mundo busca el entretenimiento, pero es en los libros donde especialmente se encuentra el epítome del conocimiento. Para quemar y desechar libros se ha creado un movimiento y los lectores ahora no leen más que líneas de aturdimiento, pues a ellos se les da seguimiento y a sus casas y libros incineramiento.

La insignia de la salamandra anaranjada simboliza al cuerpo de bomberos, insignia que en los trajes de la manada yace orgullosamente incrustada. Los bomberos son odiados por libreros porque dejan librerías incendiadas, las bibliotecas son completamente destrozadas.

«Era un placer quemar. Era un placer especial ver cosas devoradas, ennegrecidas y cambiadas». En especial las casas donde habían estanterías de libros instaladas.

«Con el simbólico casco numerado 451, en la cabeza», casco con el cual cientos de bibliotecas había quemado, incinerado, y ignorantemente creía que a la humanidad había salvado. Por ello no abandonaba la escena hasta que el fuego estuviese completamente apagado, ver un libro quemado siempre lo había enganchado.

Mientras Montag hacía su trabajo pensaba en lo agradable que era vivir en un mundo donde los intelectuales no eran los únicos que tenían la razón. «Mientras los libros se elevaban en chispeantes torbellinos y se dispersaban en un viento oscurecido por la quemazón». Aunque desconocía que más adelante por leer uno de esos mentados libros sentiría comezón.

Su curiosidad por la lectura despertó cuando conoció a la joven Clarisse, una joven rara y profunda, que al conversar de una manera peculiar hace que su mente tonta se confunda, haciendo así que en el océano de lo libros Montag más adelante se hunda. Mientras tanto se limita a dar una respuesta rotunda.

Ella pregunta por su trabajo, y el hombre responde con el casco negro de escarabajo. «Quemar los libros hasta convertirlos en cenizas, luego quemar las cenizas, ese es nuestro lema oficial» dice Montag con orgullo torrencial, sin saber que su acto es demencial y cero intelectual.

Más adelante Clarisse hace preguntas mientras Montag se ríe divertido, quedándose un tanto perdido por las conversaciones y preguntas de la joven que lo dejan confundido.

Clarrise permitiéndose ser atrevida dice: «Se ríe aunque yo no haya dicho nada gracioso y me contesta enseguida. Nunca se para a pensar lo que le he preguntado». Exhibiéndolo así como un tonto iletrado.

Montag queda desconcertado y con una conciencia oscura y una mirada clara, responde: «Eres muy rara. Bastante irrespetuosa». Con tus mayores deberías ser más decorosa.

«No quise insultarlo. Ocurre que observo demasiado a la gente», responde la joven ocultando su lado inteligente.

Ella cambia de tema a uno más interesante, aunque para Montag resulta más desconcertante.

«Piensas demasiado dijo Montag». Su inteligencia lo había incomodado, y a su ignorancia había acorralado.

«Casi nunca veo la televisión mural, ni voy a las carreras ni a las parques de atracciones. Me sobra tiempo para pensar cosas raras». Aunque prefiero no hablar de mis aficiones porque la gente me hace caras.  

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