5. No hay opciones correctas

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Nervios.

Eso fue lo primero que sintió Flavio cuando abrió los ojos esa mañana. Llevaba desde la noche anterior dándole vueltas a lo que quería hablar Samantha y no se le ocurría nada lo suficientemente importante como para que acudiera a él. En otros tiempos no se habría extrañado, él era siempre la primera persona en saber lo que pasaba por su cabeza, pero hacía tiempo que eso desapareció.

El otro día el reencuentro fue algo raro, se notaba la tensión a kilómetros... y lo entendía, por eso le sorprendía todavía más que quisiera quedar con él y a solas. Se había resignado a no volver a tener noticias suyas y a tener que buscar una excusa para lograr estar en contacto con ella.

Pero, siendo sinceros, le daba igual el motivo que le hubiera llevado a escribirle, lo que tenía claro es que quería aprovechar la oportunidad que había aparecido para arreglar las cosas, dentro de lo posible. Quería una oportunidad, la echaba de menos y quería que volviera su mejor amiga.

No tenía trabajo esa mañana, así que decidió levantarse, desayunar y bajar para hacer la compra de la semana. Además, aprovecharía que tenía tiempo libre para cocinar algo más elaborado y tener tuppers preparados para otros días. Si había algo que había aprendido en esos años era un poco de cocina. Y no se le daba nada mal. Decidió llamar a Gèrard mientras preparaba todo, necesitaba una conversación con un amigo y él todavía era un pilar fundamental en su vida.

- ¿Cómo vas? –le preguntó al murciano cuando descolgó.

- Bien, preparando la comida. Hoy tengo el día libre. –le explicó.

- ¿Y a qué se debe tu llamada? –intuyó que quería hablar de algo, Flavio no solía llamar porque sí.

- Necesito contarte algo.

- Dispara.

- Ayer me escribió Samantha, me dijo que quería verme porque tenía que decirme algo. –le dijo directamente.

- ¡¿QUÉ?! –gritó el ceutí que no se esperaba eso para nada.

- No me grites.

- Es que no lo entiendo, ¿no te dijo nada más?

- No, nada. Hemos quedado para tomar un café después de comer y no sé qué esperar.

- ¿Estas nervioso?

- Claro que estoy nervioso, no sé por qué me lo preguntas si ya lo sabes. –respondió algo borde.

- Me gusta escuchártelo decir. –reía Gèrard, le gustaba molestar a Flavio.

- No sé para qué te llamo si al final me acabas poniendo tú más nervioso de lo que ya estoy...

- Créeme que yo tampoco lo sé.

Samantha había pasado toda la mañana en la discográfica haciendo todas las tareas que dejó pendientes cuando se tomó unas mini vacaciones y decidió ir a ver a su familia

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Samantha había pasado toda la mañana en la discográfica haciendo todas las tareas que dejó pendientes cuando se tomó unas mini vacaciones y decidió ir a ver a su familia. Una vez terminó lo que tenía programado para ese martes, le escribió a Lara para ver si le apetecía comer con ella.

Difícil de olvidar  • Flamantha • 《Completa》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora